sábado, 24 de abril de 2021

 

POR: Armando Sacta Guamán

Publicado en la Revista El Observador (edición 121, febrero de 2021) 

 


Página literaria
Luis Cóndor Malmierca Cané, más conocido en el mundo literario sólo como Luis Cané, nació en el pueblo Mercedes, provincia de Buenos Aires, el 1 de Marzo de 1897. Fue un poeta prodigioso, desde su adolescencia. Su primer libro, con poemas juveniles, “Mal estudiante”, publicó en 1925. Después publicó los siguientes libros de poemas: “Tiempo de vivir” (1927), “Romancero del Río de la Plata” (1936), “Canciones de Buenos Aires” (1937), “Nuevos romances y cantares de la colonia” (1938) y “Tu amor y veinte centavos” (1945). Obras que destacan su entrañable amor a la tierra natal.

 En prosa publicó “Marido para mi hermanita” y “El amor de las muchachas”.
También cultivó el teatro. Sus tres obras teatrales “Vanidad”, “Un agujero para mirar el cielo” y “La mujer que yo he soñado”, las estrenó en el Teatro del Pueblo.

 En su madurez publicó el “Libro en espera”, en 1943. Además de poeta fue periodista, colaborando en el rotativo “La Prensa”. Y desempeñó su calidad de notario profesional. Murió a los 60 años de edad, en la ciudad de Buenos Aires, el 21 de Marzo de 1957.

Toda creación literaria debe proporcionar un mensaje comprensible, cualquiera sea el lector. Un contenido claro de entender, lleno de principios y valores, que procure la fraternidad humana y el amor a todas las formas de vida, dentro de la biodiversidad que también es parte el ser humano.

La crisis de la falta de lectura, tiene como factor principal la oscuridad del texto literario. Es común escuchar que la “nueva poesía” no lee cualquiera, porque no la entiende; y por más que trate de interpretarla, no encuentra ningún mensaje. Debido a estos criterios, en esta página constan dos poemas que los profesores de la escuela acostumbran hacer que sean declamados por algún alumno; poemas de Luis Cané:


ROMANCE DE LA NIÑA NEGRA

Toda vestida de blanco,
almidonada y compuesta;
en la puerta de su casa,
estaba la niña negra.
 
Toda vestida de blanco,
Un erguido moño blanco
decoraba su cabeza;
collares de cuentas rojas
al cuello le daban vueltas.
 
Las otras niñas del barrio
jugaban en la vereda;
las otras niñas del barrio
nunca jugaban con ella.
 
Toda vestida de blanco,
almidonada y compuesta;
en un silencio sin lágrimas
lloraba la niña negra.
 
Toda vestida de blanco,
almidonada y compuesta;
en su féretro de pino
reposa la niña negra.
 A la presencia de Dios
un ángel blanco la lleva;
la niña negra no sabe
si he de estar triste o contenta.
 
Dios la mira dulcemente,
le acaricia la cabeza,
y un lindo par de alas blancas
a sus espaldas sujeta.
 
Los dientes de mazamorra
brillan a la niña negra.
Dios llama a todos los ángeles
y dice: ¡Jugad con ella!
 
EL JUEZ BRIBÓN
 
Señor Alcalde Primero,
torcida Justicia hacéis;
no es de buenos juzgadores,
ser la parte y ser el Juez.
 
Para administrar justicia,
de verdad y de buena fe,
mejor que letraduría,
buen linaje hay que tener.
 
Si el saber es de letrados,
es de jueces la honradez;
no juzga mejor un sabio,
que juzga un hombre de bien.
 
El letrado finja ciencia,
más sepa el Juez su deber,
que el talento se simula,
pero nunca la honradez.
 
Si la personal codicia,
es vuestra suprema Ley;
quebrantáis la magistratura,
sois torcedor de la fe.
 
Juzgar es ciencia de rectos,
no arte de enriquecer;
que juzgar derechamente,
fin de la justicia es.
 
Vuestro vigor es venganza,
vuestra clemencia interés;
vaya el Juez a los estrados
y al mercado el mercader.
 
Quien tal justicia ejecuta,
juzgado debiera ser;
porque en manos de bribones,
es peligrosa la ley.

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