domingo, 4 de octubre de 2015

En la ONU

Francisco Febres Cordero
Domingo, 4 de octubre, 2015


Aunque el excelentísimo señor presidente de la República dijo que nunca iba a volver a hablar en la ONU porque nadie le oye y es una pérdida de tiempo, volvió. Así mismo es él, no se preocupen. Esta vez le habían dado un turno, pero desde el momento en que estaba anunciado le hicieron esperar dos horas y –¡oh milagro!– se aguantó porque consideró que lo que tenía que decir al mundo era demasiado importante como para desperdiciar esa oportunidad.
Es que una cosa es compartir el micrófono con el Mashi en las sabatinas, y otras con Obama, con Putin o con Raúl Castro. Chuta, pero yo dije verán nomás que, para que no se le vaya el auditorio, ha de haber llevado a un grupito musical de esos que le encantan, y se pone a cantar él también “New York, New York”, a la manera de Frank Sinatra. Pero no. Directito comenzó a leer en el teleprompter y, por suerte, como ya era de noche, tampoco contó que había montado esa mañana en bicicleta en el Central Park ni que había desayunado cuatro huevos fritos con tocino, pancakes rociados con miel de maple, brownies y jugo de cranberry.
Otra cosa muy buena fue que no habló en inglés, que es en el idioma que habla apenas pisa los Estados Unidos, sino en español. Híjoles, sí hubiera sido medio raro escucharle decir, por ejemplo, que the ozno cap is will be desapareceted in progress because the industrial development is not considerated the atmosphear, nevertheless. Aunque quién sabe, tal vez si hablaba en inglés los de la ONU se hubieran quedado locos y hubieran creído que estaban frente a un nuevo sabio que no solo había descubierto las causas del calentamiento global, sino un nuevo idioma y le hubieran aplaudido durísimo y hubieran salido de allí con los ojos desorbitados gritando ¡reelección, reelección!
Y a propósito de reelección, el Obama les dio un tirón de orejas a esos que quieren prorrogarse indefinidamente en el poder y atentan contra la libertad de expresión, con lo cual demuestran debilidad y no fuerza. Pero bueno, como nuestro excelentísimo señor presidente de la República ya le había mandado al diablo antes al Obama y le dijo cínico, quedaron empates.
Ahora, lo que me parece es que el excelentísimo señor presidente de la República perdió una gran oportunidad porque, al estar frente a un foro mundial, pudo sacar mucho más provecho de su presencia. ¿Por qué sería que no hizo eso? ¿Tal vez sería porque no llevó a los noventa asesores que tiene y por eso le faltó asesoría? Después de lo bien que le fue aquí, ¿cómo no replicó esa magnífica experiencia allá? Imagínense lo que hubiera sido si, en medio de su discurso, decía que como una prueba de su desprendimiento, de su deseo incontrastable de sacar adelante a las comunidades más pobres ya no solo de su país sino del mundo entero, había decidió sacar a remate unos zapatos Nike que le regalaron a Miguelito, cuyos fondos iban a servir para solucionar el calentamiento global. ¡Qué porotazo que se hubiera anotado! Fu, todos los presidentes, los dictadores, los reyes, los primeros ministros hubieran comenzado a pujar –literalmente– para ganar ese remate.
Y ahí sí el excelentísimo señor presidente de la República pasaba a la historia que es, en el fondo, lo que desesperadamente busca. (O)

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