domingo, 4 de octubre de 2015

El periodismo en tiempos de democracias contrariadas

Domingo, 4 de octubre, 2015


TALI SANTOS
Medellín
Un día como cualquiera de mayo de 2013, un periodista hizo las compras semanales en un supermercado de México. Ese periodista –Rafael Cabrera– vio en la estantería de revistas una de esas de formato grande que suelen colocar en la portada la foto de algún personaje sonriente que exhibe la vida glamurosa de la que goza y que, en exclusiva, “abre las puertas” de su espacio privado. La imagen de la foto de aquella edición, esta vez, no le fue indiferente.
El personaje era Angélica Rivera, la esposa del presidente de su país, Enrique Peña Nieto; el espacio privado, una lujosa casa blanca adonde ella aseguraba que iría a vivir con su familia cuando abandonaran Los Pinos, la residencia presidencial mexicana. Un “espacio privado” que no se le conocía al mandatario.
La revista fue a parar al carrito de compras. La lujosa casa blanca, después de un trabajo de investigación que Cabrera y otros periodistas desarrollaron, fue devuelta a su constructor.
El escepticismo de ese periodista que trabajaba en la emisora Noticias MVS disparó una investigación que tomó meses y que logró identificar el conflicto de intereses detrás de aquel bien entregado a los Peña por un constructor a cuya empresa le habían sido adjudicados varios contratos de obra pública cuando Peña fue gobernador y ya en la Presidencia. Durante la investigación, inclusive, recibió el del Tren de Alta Velocidad México-Querétaro. Tres días antes de darse a conocer la investigación periodística, el Gobierno canceló el anuncio del fallo de la adjudicación de la obra del tren.
La publicación del reportaje no fue autorizada en el medio para el cual había sido trabajado. Censura previa, alega el equipo de periodistas liderado por Carmen Aristegui, presentadora de la cadena CNN en español. Sí fue difundido en noviembre de 2014 a través del portal Aristegui Noticias de la experimentada periodista y en medios internacionales, como el diario británico The Guardian, con los cuales los autores habían coordinado la difusión del caso. Los periodistas fueron despedidos de la emisora bajo el argumento de un conflicto empresarial.
El reportaje sobre aquella casa blanca recibió esta semana el Premio Gabriel García Márquez en la categoría Cobertura, que entrega la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI). Uno de los seis que concedió.
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Jaime Abello Banfi, director general de la FNPI, define a la actual como una época en la cual el periodismo debe enfrentar no solo los viejos riesgos, sino también nuevos obstáculos “que en los distintos países tienen distintas maneras de manifestarse”.
El ser fiscalizador del poder convierte a los periodistas en un blanco para intentar sacarlo del medio, cuando enfrenta a los diversos poderes, ¿qué amenazas nomás existen?
Las viejas amenazas: a la vida, lesiones y agresiones, como las que atraviesan los periodistas de El Faro de El Salvador (diario digital), pero también otras de orden jurídico. Se busca abrumar a los medios o a los periodistas con acciones legales y con procesos que terminan limitando su actuación. Hay otra que es la compra encubierta de medios por parte de amigos de los gobiernos y con la consiguiente salida de los periodistas.
Cuando en los países se desequilibra el poder y un gobierno controla la institucionalidad, crea leyes, le mete la mano a la justicia, ¿cómo cumplir ese papel?
No tengo una fórmula para ser sincero. Creo que se necesita una combinación, primero, de capacidad, de perseverancia en el propósito periodístico. Segundo, explorar con nuevas maneras de actuar, innovar. La innovación muchas veces conduce a mejorar la ecuación de costos y una es la alianza de medios. Uno de los trabajos finalistas fue un proyecto de Venezuela, una alianza de periodistas desplazados de los medios tradicionales (por la situación política), que innovaron con emprendimientos y mantuvieron un periodismo independiente. Ello muestra que hay un periodismo que no se doblega, pese a los obstáculos que le ponen.
No recomiendo que el cumplir con su gestión los coloque en una situación de ser víctimas, pero mientras haya espacios democráticos –porque estos países, donde se presentan estos fenómenos, se presentan como democracias– entonces, así haya presiones y obstáculos es importante mantener ese espíritu indoblegable.
Diego Enrique Osorno, periodista mexicano que investiga casos de narcotráfico, especialmente, dijo en este festival que en México les preocupa que la gente no defienda a los periodistas y a sus luchas por los derechos de la sociedad. ¿Qué pasa en nuestros países?, ¿hay miedo?
Creo que falta claridad en los valores cívicos y eso tiene que ver con la misma calidad de nuestras democracias; la gente que vende el voto o se deja seducir fácilmente en materia política es muchas veces la misma que no entiende cuál es el problema que ejerce la prensa libre. Hay un problema de base, que la ciudadanía nuestra es una que necesita fortalecer los valores democráticos para que entienda que la democracia es un sistema, y que dentro de ese sistema la función del periodista es poner el dedo en la llaga.
Lo segundo, los periodistas mismos se tienen que unir, como se ha mostrado en algunos países como en Colombia para denunciar ciertos casos, para señalar las agresiones a la prensa.
Lo tercero es una invitación al periodismo a ser muy cuidadosos, estamos viviendo una era en que los errores, la falta de transparencia se pagan muy caro, son fácilmente explotables a través de las redes sociales. Debemos convertir al periodismo en magistrado de los hechos, trabajar con un rigor y una base fáctica que sea indiscutible. Muchas veces los enemigos de los medios van a sacar jugo de esos errores.
En el festival se mencionó que, en Guatemala, por ejemplo, una investigación denunció la alteración de estadísticas de la desnutrición para presentar unos logros falsos. Estos disfraces también deben ser materia de investigación del periodismo.
Por supuesto, creo que una de las funciones que tiene el periodismo es contrastar, no tragar entera la información producida por el Estado; más bien, ser exigente en verificar ese tipo de información. El falseamiento de estadísticas es una práctica que también se ha visto en Argentina, y otro caso complicado en el que no se conocen estadísticas públicas es el de Venezuela. Ahí es donde hay que tratar de aprovechar nuevas herramientas periodísticas que se están planteando, como la exploración de bases de datos, usar fuentes de información internacionales, pero no depender de las estadísticas oficiales.
Se habló de las dictaduras como una de las obsesiones de Gabo, y también de las democracias con perfil dictatorial. ¿Cuánto están afectando a la democracia leyes que se ganan el apelativo de mordaza?
Muchísimo. Hay un autoritarismo disfrazado de mordaza que, a veces, es más duro y más insufrible que cierta forma de dictadura; con un poder mayoritario del Congreso donde aprueban leyes que le facilitan el control del ejercicio del periodismo crítico. Eso es un riesgo real y uno de los problemas nuevos. Y muchas de las leyes mordaza es que sirven para abrir procesos judiciales y abrumar a los periodistas con procesos que, a veces, son confiscatorios.
La ganadora del premio a la trayectoria, la brasileña Dorrit Harazim, de 72 años, al recibir el reconocimiento se definió como un ave rara en extinción, al referirse a la longevidad, a la perseverancia en el periodismo. ¿Podrían actuar los gobiernos de turno como depredadores de esa especie? ¿Agotarlos, que miren para otro lado, que opten por temas ligeros, que callen?
Puede que algunos gobiernos lo intenten, pero lo bueno es que vamos a encontrar siempre esas raras aves, las que encontramos en América Latina. Mucha gente de lo que en su momento (Bertolt) Brecht denominó los indispensables, aquellas personas que no se rinden nunca. Interesan esos más que los que terminan dejándose presionar. Entonces eso (a los gobiernos) les duele y les disgusta; pero en toda parte hay resiliencia y creo que por eso la Fundación ha destacado a lo largo de su existencia a periodistas críticos que han recibido el premio... el mexicano Julio Scherer (+), o a una Mónica González, de Chile, o la propia Marcela Turati, de México, que, siendo una periodista joven, ganó junto a José Darío Restrepo. Esos son los que necesitamos y los gobiernos no van a poder acabar con ellos. (I)
Hay un autoritarismo disfrazado de mordaza, que a veces es más duro y más insufrible que ciertas formas de dictadura”.
Jaime Abello Banfi,
Director de la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano

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