martes, 13 de octubre de 2015

Verborrea y arrogancia

Por Laura Jarrín
Si estos dos términos van de la mano, lo mejor será huir de quien los exhibe pues la única manera de evitarse un mal rato es salir corriendo y no parar hasta llegar a un lugar seguro. Verborrea es hablar sin controlar lo que se dice y sin límites. Además, según los expertos, son los problemas de personalidad y los traumas que acarrean esos ‘desdichados’ seres humanos lo que hace que lleven a cuestas una terrible ansiedad, un tremendo estrés y que sufran de una incontinencia del habla como mecanismo de escape a su falta de auto-control. Sin duda se trata de una respuesta a la preocupación, al miedo, a la ira y, lógicamente, son muy pocos los que aceptan de buen grado que sufren de esta difícil condición que a menudo es incluso considerada como un especial mecanismo de defensa. La arrogancia es una actitud de orgullo y soberbia que lleva a que quienes la sufren en grado extremo se crean superiores al resto de humildes mortales. Es una condición que va de la mano con la prepotencia que ha sido considerada como la necesidad permanente de ostentar dominio y poder total sobre los demás y, en especial, un tremendo abuso basado en esa absurda superioridad (cualquier parecido con ciertas destacadas figuras es tan solo pura coincidencia).
Definitivamente, lo más peligroso en esta clase de circunstancias es que sean los mandatarios, los iluminados, los escogidos que han logrado conquistar a las multitudes con su demagogia y con su lucidez (aunque muchas veces se la haya puesto en duda), los dirigentes de masas, quienes sean considerados como los encargados de manifestar sus ideas y proyectos apoyados en su tenaz verborrea y su insoportable arrogancia. Por eso las poblaciones de todo el orbe necesitamos conocer a profundidad a esos dirigentes en cuyas manos está nuestra seguridad futura y el respeto total y absoluto a todos los derechos que hemos logrado alcanzar gracias a la lucha de muchas generaciones. Recordemos siempre que “la voz del pueblo es la voz de Dios”.

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