El kirchnerato se desmorona
El artículo de
opinión de Miguel Ángel Bastenier, periodista e historiador hispanocolombiano.
VALOR AGREGADO
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24).- El periodista e historiador hispanocolombiano, Miguel
Ángel Bastenier, ha sido subdirector encargado de Relaciones
Internacionales del diario El País de España, hasta que pasó a ser
editorialista y columnista de dicho periódico.
En la edición de este martes 17/02, a
un día de cumplirse un mes del fallecimiento del fiscal Alberto
Nisman y a un día
de la marcha del silencio conocida en las redes sociales como #18F, Bastenier
analiza el fin de mandato presidencial y lo que considera el fin del gobierno
de los Kirchner: “El Kirchnerato no acaba, se desmorona”, sostiene
el periodista que señala que “la
presidenta se encuentra estos días visiblemente descompuesta”
por el caso Nisman y ante la posible falta de esclarecimiento del hecho
sentencia: “la demolición de una presidencia”.
El
Kirchnerato no acaba, se desmorona. El largo mandato de los esposos Kirchner
comenzó el 25 de mayo de 2003 cuando Néstor, fundador de la fórmula, asumía la
presidencia de Argentina, y terminará, o hará una pausa, cuando su viuda,
Cristina Fernández, se ausente de la Casa Rosada. Hasta hace poco parecía
verosímil la estrategia de la señora presidenta de amueblar el fin del reinado
para que su sucesor fuera peronista, aunque no necesariamente de su
preferencia, y así mantener las posibilidades de un segundo episodio dinástico
como sería su regreso en 2019. La constitución no permite tres presidencias
consecutivas.
Y la catástrofe se llama Alberto Nisman, fiscal, cuyo cadáver fue
hallado en su casa con un tiro en la cabeza el pasado 18 de enero, víspera de
su comparecencia ante el Congreso para fundamentar su denuncia contra Fernández
por encubrimiento del atentado que sufrió la asociación israelita AMIA en 1994,
donde hubo 85 muertos. Nisman llevaba dos años y 290 folios de investigación, y había
concluido que existió un acuerdo de “impunidad” con Irán, a cuyos agentes se
acusaba de la masacre, que garantizaba a Buenos Aires el suministro de crudo y,
encima, le colocaba a Teherán sus cereales.
La presidenta se encuentra estos días visiblemente descompuesta.
Primero se negó a creer que el fiscal se hubiera suicidado, y veía en el crimen
una maniobra contra su persona, mientras el Gobierno se aferraba a la muerte
auto-infligida como a un clavo, sin duda, ardiendo. Por la mente de la viuda
podía pasar el recuerdo del calamitoso fin de mandato del radical Raúl Alfonsín
en 1989, y de su sucesor Fernando de la Rúa, que ni siquiera pudo acabar, en
2001; y hasta en el propio peronismo hay recuerdos aciagos como el del general
Perón depuesto por los militares en 1955; el de su viuda Isabelita igualmente
defenestrada en 1976, y el desairado mutis por el foro de Carlos Menem,
peronismo neoliberal, en 2003, que dio paso, sin embargo, al triunfo de Néstor
Kirchner, de nuevo peronismo social justicialista.
El pánico tiene fecha de caducidad, o peor, de deflagración: las
primarias obligatorias para todos los partidos de agosto, y las elecciones del
25 de octubre,
en las que se juegan la presidencia, legisladores y cargos provinciales, porque
cuanto más dure la crisis, mayor debería ser el daño al oficialismo. Y parece que Cristina Fernández
tendrá que hacer de tripas corazón apoyando a Daniel Scioli, gobernador de la
provincia de Buenos Aires, a quien no quiere y quien no le quiere, pero que impediría que ganara Massa, peronismo escisionista,
eventualidad quizá aún más grave que la victoria de la oposición. La suma de
votos arrojará verosímilmente una mayoría para los peronismos, en confuso
montón, y si añadiéramos los de quienes algún día lo fueron, la ventaja ya
sería abrumadora, porque el aparente ADN nacional casi exige haber pasado por
el movimiento que fundó Juan Domingo Perón.
Lo peor probablemente sería que nunca se supiera qué pasó en el
apartamento de Alberto Nisman: ¿suicidio?; ¿asesinato perpetrado por agentes
iraníes?; ¿cometido por quienes querían quitarle un problema a la última representante
del Kirchnerato? Pero siempre la demolición de una presidencia.
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