Por Francisco Escandón Guevara
Publicado en la edición 85 de la Revista El Observador, Febrero del 2015
El último semestre de la economía global estuvo
caracterizado por una baja sostenida del valor de cambio del barril de
petróleo, pero las últimas semanas se precipitaron los precios al punto que su
reducción no tiene referencia al menos en el último lustro. A continuación
pretendemos interpretar algunos elementos alrededor de éste fenómeno y otros
que tendrán repercusiones serias en éste y los años venideros.
La reducción del precio del barril del petróleo
tiene como causas fundamentales las siguientes:
Una mayor oferta de petróleo: refrendada por la
negativa de los países que conforman el cártel de la OPEP (Organización de
Países Productores de Petróleo) de reducir la producción, gracias a la
influencia de Arabia Saudita cuya participación en la OPEP es determinante.
Tal decisión es parte de las presiones
norteamericanas con la intención de impulsar el crecimiento relativo de su
economía que se complementa con la revalorización de su moneda, gracias a un
acuerdo económico-militar que exige la comercialización del crudo en dólares a
cambio del papel protector y garantista de las monarquías de Arabia Saudita y
los Emiratos Árabes Unidos.
Tal es la sobreproducción de petróleo que se estima
que existe una sobreoferta mundial diaria de 2 millones de barriles, que
indudablemente influye en el precio final.
b) Una desaceleración en el consumo de crudo por
parte de los países importadores industrializados (estancamiento del
crecimiento en la Eurozona y disminución de producción en China). La demanda de
petróleo no ha crecido desde la crisis financiera de 2008 e incluso hay quienes
aseguran que se consume menos petróleo que entonces; ello permite aseverar que
se avecina una nueva crisis cíclica mundial.
La producción no convencional de petróleo de
esquistos (shale oil) que permite la obtención del crudo a raíz de fracturación
de roca para obtener crudo y gas natural. Actualmente se han descubierto
reservas de este tipo de roca marina en el Polo Norte, Alemania, España,
Polonia y China. Esta forma de producción de crudo, cuyos efectos son nocivos
para el medio ambiente, es principalmente impulsada por los EE.UU. de
Norteamérica que redujo la importación de petróleo convencional a la mitad
(antes 6 de cada 10 barriles compraba el imperialismo norteamericano en el
mercado petrolero, ahora se redujo a tan sólo 3 y se prevé que en el futuro
inmediato sólo serán 2).
Existe un crecimiento de reservas probadas y
probables de crudo, los descubrimientos de yacimientos permitieron una
ampliación de la relación reservas/producción. Antes se preveía un máximo
de 30 años, mientras que en la actualidad la expectativa es de hasta 60 años,
sin considerar las reservas en la producción de petróleo de esquistos, de allí
que especialistas aseguran la existencia de una cifra récord de reservas
comerciales y estratégicas de petróleo que en el mundo suman 8.000
millones de barriles.
El desarrollo de las fuerzas productivas, también
determinan un continuo perfeccionamiento de las tecnologías para la extracción
de petróleo; lo que significa una reducción de la relación trabajo-tiempo
empleado en la explotación de un barril de crudo, por lo que se reducen los
costos de extracción tanto del petróleo convencional como no convencional.
Estas formulaciones anteriores demuestran la crisis
general del sistema capitalista y la existencia de un mundo multipolar en el
que se afirman las pugnas inter imperialistas como una de las contradicciones
generales de la época. Pero además de la disputa medida en cuanto al precio del
barril de petróleo, a la propiedad de reservas probadas, a la expoliación de
recursos naturales de los países dependientes, al desarrollo de fuerzas
productivas y formas no convencionales de energía; también se expresan las
pugnas inter imperialistas por erigirse en moneda referente en el sistema de
intercambio mundial.
Ello puede explicar la revalorización del dólar
norteamericano con respecto a otras monedas frente a su inmensa deuda pública.
Esta medida que además tiene implicaciones tales como: inflación, fuga de
capitales, pérdida de valor nominal del dinero, una reinante especulación,
depreciación de la capacidad adquisitiva de los salarios, déficit de divisas,
desplome de las reservas monetarias nacionales; etc., pretende ser
contrarrestada desde otros imperialismos a través de una suerte de patrón de
intercambio de mercancías, especialmente comoditties (oro, petróleo, gas; etc.)
distinto al dólar como divisa.
China, pero especialmente Rusia están realizando su
intercambio en oro físico o transformándolo a este cuyo valor es más estable que
cualquier moneda. Ello explica el crecimiento de sus reservas del metal
precioso y la potencial importancia que tendrá en la economía global el
suministro de exportaciones energéticas rusas, hecho que pondría en jaque al
sistema de intercambio del petrodólar y al mismo sistema financiero
internacional.
Potencialmente se vislumbra que la acumulación de
oro será una característica de los imperialistas de oriente versus una
reducción de las reservas de oro de occidente y una muy corta revalorización
del petrodólar norteamericano. Mientras en medio de la disputa además de la
devaluación del precio de barril de petróleo y demás comoditties; asistiremos a
un nuevo y más intenso reparto del mundo que significará mayor deuda externa,
expoliación de recursos naturales y sobreexplotación de la fuerza de trabajo en
los países pobres y dependientes.
Esta pugna de intereses imperialistas y la
depreciación sostenida del petróleo tendrá efectos importantes en las economías
de los países dependientes.
Particularmente esta situación pasa factura al
Ecuador; pues el Presupuesto General del Estado (PGE) enviado por Correa y
aprobada por su mayoría cómplice, fue elaborado con un precio referencial del
petróleo de $79,7. Tal situación es compleja puesto que la cotización del crudo
WTI (West Texas Intermediate) apenas supera los $50, lo que implica que el
crudo extraído en el Ecuador se está vendiendo muy por debajo de este marcador
internacional debido al castigo, cada vez mayor, que se aplica a nuestro
petróleo debido a su mayor viscosidad y a su alto contenido de azufre (menor
calidad) que complica las tareas de refinación.
A pesar del incremento en la producción nacional de
crudo que el país experimenta, los ingresos no son mayores en relación con
respecto al 2013; pero se sitúan otras consecuencias como las siguientes:
La depreciación del barril de petróleo por las
particularidades establecidas en el contrato con ciertas transnacionales,
afectan al Ecuador y no a ellas; esto debido a que se estableció la
participación de la petroleras en un precio fijo por barril, no porcentual, y
por tanto la disminución del precio del crudo no afecta sus ganancias.
El impacto se reflejará en el déficit
presupuestario, pues se estima que por cada dólar que la cotización del barril
de petróleo disminuye, en relación con el precio referencial definido en el
PGE, la afectación en los ingresos del país es de alrededor de $70millones. Es
decir, que de mantenerse los precios actuales, el déficit presupuestario
adicional al anunciado por el correísmo sería de no menos $3500millones.
La balanza comercial también experimentará un
déficit, puesto que de las exportaciones totales del país se calcula que el 55%
corresponden a petróleo; hecho que también afectará en la recaudación
tributaria, sobre la cual el gobierno pone buenas esperanzas de financiamiento
anual del presupuesto.
Las medidas anunciadas por el gobierno evidencia
quiénes pagarán esta nueva crisis. A más del recorte presupuestario de
$1.420millones en gastos de inversión y gasto corriente, Correa puso
particular énfasis en que los trabajadores y empleados públicos no tendrán
incremento salarial en este nuevo año, acción correspondiente a la concepción
de elevar sólo $14 a los sueldos de los trabajadores del sector privado; pero
mientras se afecta la economía popular al otro lado de la medalla se premia a
los grandes empresarios con la Ley de Incentivos a la Producción que fue
aprobada recientemente en la Asamblea Nacional.
Tal es la preocupación del correísmo frente a la
actual situación económica del Ecuador que en la visita presidencial a China,
su majestad contrató nueva deuda externa. Sólo con el Eximbank
$5.300millones y en total $7500millones comprometidos en este mes de enero, que
se suman a una cuantiosa deuda pagada a cambio de contratos con el Estado,
concesiones mineras y petroleras, seguridad jurídica para las inversiones
asiáticas; etc., todas ellas en menoscabo de nuestra soberanía.
En definitiva están sentadas bases para un nuevo ciclo de crisis del
capitalismo, en futuro vendrán mayores desaceleraciones en el crecimiento,
estancamiento y recesiones en varios países imperialistas que multiplicarán
secuelas en las economías dependientes. Tal parece que la nueva crisis estará
relacionada a la deuda pública de cada país, a la baja del precio de las
acciones y por tanto del precio de los comoditties. El camino que están tomando
los gobiernos, incluidos los llamados alternativos en Latinoamérica, es
descargar la crisis sobre los hombros de los jóvenes, los trabajadores y los
pueblos. A los de abajo nos queda la unidad y la lucha para acabar con el
capitalismo y sus secuelas.
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