Las primeras interrogantes que surgieron en el debate nacional, cuando se conocieron los resultados de las elecciones para Alcalde de Quito, tuvieron relación con el correísmo: que si está más vivo que nunca, que si la suma de la votación de Jorge Yunda y de Luisa Maldonado representa al voto de Correa en Quito… Que a eso hay que sumar lo de Paola Pabón…
Si se observa fríamente el resultado de estas elecciones y, más aún si se coteja con las siete elecciones anteriores de alcalde de Quito, resulta que lo más llamativo es el problema de la representatividad. Jorge Yunda ganó con un porcentaje bastante bajo: apenas el 21,35% del electorado de Quito. Esto quiere decir que un quinto del electorado quiteño apostó por su campaña de conciertos, mensajes sobre cómo tratar a las mascotas y, como él la califica, “la campaña del ecuavoley”. 264 246 personas votaron por él de un universo de millón y medio de sufragantes.
Este hecho es mucho más relevante cuando se observa que lo que ha ocurrido es absolutamente extraordinario en la historia electoral de la capital. Yunda es, de lejos, el candidato que gana la Alcaldía con la más baja representatividad de su historia reciente. Pruebas al canto: Jamil Mahuad ganó su primera Alcaldía, en 1992, con el 50,1% y en 1996 repitió con el 59%. Luego llegó la era de Paco Moncayo. En el 2000 tuvo un 59,72 % y en el 2004 un 55,05% del electorado; es decir que, al igual que Mahuad, ganó su reelección con un mayor porcentaje que en su primer período. En el 2009 ganó, por primera vez en este período, alguien con menos del 50% del electorado: Augusto Barrera con un 43,14%. No repitió Alcaldía y perdió en 2014 con Mauricio Rodas que llegó con 58.55%. Luego de Rodas arriba Yunda con 21.35%.
El tema de la baja representatividad puede tener muchas explicaciones, como el de la inusitada dispersión del voto por la cantidad de candidatos, pero en la práctica tiene un significado de gran relevancia: ¿cómo gobernará una ciudad con un concejo municipal tan fragmentado? ¿Cómo conseguir consensos sociales con una visión de ciudad y de sociedad que apenas comparte un quinto de los quiteños?
El correísmo en Quito no es tan fiero como lo pintan
Decir que Yunda representa al correísmo porque fue asambleísta y corifeo de Correa y que su votación hay que sumarla a la de Luisa Maldonado, parece un ejercicio ligero. Es verdad que Jorge Yunda fue asambleísta funcional de Rafael Correa, pero en la campaña nunca representó esa figura y más bien hizo todo lo que pudo para distanciarse con su pasado en Alianza País. El caso de su contrincante Luis Maldonado es distinto: ella sí representó de forma abierta correísmo duro y puro en Quito y obtuvo un 18,44%, por debajo del 20% que más o menos tuvieron los correístas más votados.
Hay que decir, además, que Yunda estuvo siempre acompañado durante la campaña por uno de sus candidatos a concejal al que sí se lo ha identificado con la lucha anticorreísta: Santiago Guarderas. Quizá lo que antoja decir sobre el triunfo de Yunda y su relación con el correísmo es que el segmento que lo llevó al triunfo es un sector de la población a la que, aparentemente le tiene sin cuidado que su candidato haya sido parte del correato o que represente la imagen del enchufado que se benefició de esa relación para consolidar un auténtico emporio de emisoras de radio cuyas frecuencias, en varios casos, consiguió de forma fraudulenta tal como lo determinó un examen de Contraloría. En otras palabras, el electorado de Yunda podría ser considerado, en el peor de los males, como aquel al que le resbala que represente a un modelo autoritario y cleptocrático. Quizá el único hecho que apuntala la tesis de que el correísmo sigue fuerte en Quito, es el que la mayoría de concejales electos pertenecen a la lista de Luisa Maldonado.
La campaña de Paco Moncayo no ayudó
Jorge Yunda tuvo en la campaña de Paco Moncayo un apoyo singular. El ex alcalde de Quito y héroe del Cenepa no supo mantener una ventaja que tenía en las encuestas al lanzar su candidatura y que sus asesores pensaron que le iba a alcanzar para llegar a la victoria sin siquiera despeinarse. Moncayo, durante la campaña, perdió la conexión con amplios sectores de la población porque no tuvo una presencia que contagiara entusiasmo. Sus decisión de no debatir, aunque fue a conversatorios donde era la estrella, proyectó de él una imagen de arrogancia, de político sobrado y dador de lecciones. Esto se evidenció en el mensaje del piloto profesional de 4oo pasajeros enfrentado a pilotos de avioneta. O al único candidato preparado para gobernar una ciudad tan compleja como Quito. Moncayo se engolosinó tanto con su discurso que terminó perdiendo el contacto con la gente.
El voto de la clase media se fragmentó
La cantidad de candidatos sin duda contribuyó a la escasa representatividad con la que ganó la Alcaldía Yunda. Esa dispersión aparentemente se produjo sobre todo en los candidatos que representaban la clase media quiteña, una clase media que es la que ha sostenido en las últimas elecciones el debate y el clima de las campañas electorales para la Alcaldía. Si se suma las votaciones que tuvieron César Montúfar, Paola Vintimilla, Juan Carlos Holguín, María Sol Corral y Juan Carlos Solines se obtiene casi un 34%. Es decir que bajo el supuesto de que todo ese electorado se hubiera concentrado en un solo candidato, el resultado final pudo haber sido otro. En esta reflexión calza la declaración que hizo Mauricio Pozo que, como se sabe, renunció a la candidatura del Partido Social Cristiano porque dijo que si se mantenía la dispersión era imposible ganar la elección. “Lamentablemente tuve razón -escribió en un tuit-. Se necesitaba una coalición para la Alcaldía de Quito. Era totalmente posible pelear la Alcaldía pero no con la disgregación de candidatos donde cada uno creía q podía llegar. Ahora habrá q ver q pasa con la ciudad y su lamentable situación”.
En definitiva, Yunda parece que representa a una ciudad profundamente fragmentada, una ciudad de ciudades como la llama Fernando Carrión, donde los distintos segmentos tienen muy pocos puntos de conexión. Que esa fragmentación sea resultado del sistema electoral vigente o de la decadencia de los liderazgos políticos de Quito, es tema de otra reflexión.
Foto de la página de Facebook de Jorge Yunda
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