El voto nulo resultó el personaje de la elección que se llevará a cabo el 24 de marzo. Parece obvio: este es el único tema nacional en una elección en la que solo se juega, en apariencia, el rediseño del mapa electoral en el ámbito seccional.
Anular la papeleta el 24 de marzo, para elegir a los miembros del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, ha movilizado a actores sociales y políticos, especialmente en medios y en las redes sociales. Y los ha llevado a plantearse todo tipo de interrogantes: ¿puede ganar el voto nulo? ¿Qué pasa si gana el voto nulo? ¿Qué efecto jurídico tiene el voto nulo? ¿No es mejor escoger entre correístas y no correístas que votar nulo? ¿Los que llaman a votar nulo son aliados de Correa? ¿Hay otra forma de acabar con ese poder perverso llamado CPCCS por fuera del voto nulo?
Y cuando se piensa que el voto nulo ha sido escudriñado bajo todas sus costuras, aparecen preguntas nuevas. Una, por ejemplo: ¿cuánto vale el voto nulo? Dicho de otra manera, cómo lo va a contabilizar el Consejo Nacional Electoral. Lo lógico es que un voto afirmativo y otro nulo tengan el mismo valor electoral. Pues no es así. Basta con mirar el escenario planteado para entender que, contando votos -lo cual es apenas lógico en una elección- el voto nulo nunca le ganaría al voto por candidatos. Eduardo Enmanuel calculó lo que puede ocurrir si se toman dos papeletas que representan el universo de papeletas. Si en una marca siete nombres, será contabilizado como 7 votos. Si en la otra anula las siete opciones, será contabilizado como un voto. Ese ejemplo lo aplicó en un universo de 5.000.000 de sufragantes hipotéticos. El resultado es desconsolador para la democracia: si el 87,5% vota nulo equivale al 12,5% que vote afirmativamente. En números absolutos es aterrador: 625.000 votos afirmativos es igual a 4’375.000 votos nulos. Dicho de otra manera: en un caso, un ciudadano es un voto. En el otro es un séptimo. La distorsión de la esencia democrática no puede ser más lacerante.
¿Qué dice el CNE? Luis Verdesoto, uno de sus consejeros afirma que “en estricto sentido deberían contarse 7 fracciones de voto por el número de votantes que asistan. Por una razón: en ellas hay la posibilidad de un número de opciones para hombres, mujeres y minorías. Igualmente los nulos tendrían que contarse con la misma medida. Solo de ese modo se cerraría la cuenta (ciento por ciento de fracciones)”. Él piensa que este es un debate “abierto y técnico que deben tener todos los sujetos políticos”. Por ello, el CNE ha convocado a un coloquio el próximo lunes y martes.
Es obvio que la contabilidad electoral, como está concebida, es terriblemente discriminatoria y no trata a los electores en pie de igualdad. Este escenario deja el balón en la cancha del organismo dirigido por Diana Atamaint. Salir del correísmo también es poner coto a esta aberración en la contabilidad electoral. Verdesoto a título personal se dice favorable a “recuperar la esencia de la democracia: un ciudadano un voto y no como ahora que cada ecuatoriano tiene un valor electoralmente distinto”.
Entretanto, ese escenario de desigualdad electoral consolida la intención cívica que empuja al voto nulo como único mecanismo para mandar un mensaje por parte de los electores al poder político: prescindir de ese poder perverso que creó el correísmo. Deslegitimarlo mediante el voto nulo para activar las condiciones políticas requeridas para su eliminación en una consulta popular. La estadística totalmente adversa prueba que no hay cálculo político partidista y que aquello que aúpa el voto nulo es un deseo genuino de expulsar del diseño institucional, el peor bodrio que creó Correa para desnaturalizar, aún más, la patoja democracia que hay en el país. De eso se trataba: concentrar poder, evitar la fiscalización, usar los otros poderes del Estado para cubrir la corrupción y perseguir a los críticos.
El debate sobre el voto nulo destapa esta visión arcaica de la contabilidad electoral que el CNE está llamado a evaluar y cambiar. Si cada opción es un voto y hay siete, es evidente que si se anulan las siete, el CNE tendrá que contabilizarlas como siete votos nulos.
Foto: El Diario.
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