Mientras el pueblo se moría de hambre, Lenín Moreno y su familia vivían en Europa, gastaban fortunas, se daban una vida plena de lujos, ostentación, consumismo, excentricidades… Es textual y es producido por el aparato correísta. El país se encuentra ante una arremetida en redes sociales que busca -no hay que ser experto en semiótica para verlo- destruir la imagen que el país tiene de Moreno desde que llegó a la Vicepresidencia en binomio con Rafael Correa. Se quiere acuñar la idea de que Moreno es un engaño. Un político corrupto y aprovechado que nunca ha estado preocupado por los pobres y los necesitados… Y, claro, estas afirmaciones pueden estar sustentadas en toneladas de material gráfico. En el fondo, estos troles buscan aceitar el odio de clase trepados en una historia truculenta de muertos de hambre versus una aristocracia nueva.
Pero claro, si se empieza por el principio, esta historia resulta más siniestra para sus promotores. Ellos están explotando el material íntimo robado de los teléfonos de Lenín Moreno y de su esposa. Son sus conversaciones privadas, son sus fotos personales, son sus acuerdos y desavenencias familiares, son los exámenes médicos, son sus ratos recónditos… Todo eso es lo que aquí se exhibe con fines políticos de albañal. Aquí el aparato de troles del correísmo vuelven a probar que carece de estándares y límites éticos. Todo le está permitido.
Lamentablemente no hay asesinato perfecto. Y si se miran las fechas de esos chats, de esos correos, de esas fotografías, son de la época en que Lenín Moreno y su familia estaban en Ginebra. ¿Quién los hackeó? Parece obvio: el propio gobierno de Rafael Correa. Nadie tenía interés en saber las intimidades de la familia Moreno, alojadas en sus teléfonos, en esa época. Como nadie, salvo ese sector, tiene interés en revelar lo que hacían, en el plano personal, en Ginebra. Y lo hacen metiéndose en el apartamento, en el salón, en la cama de Moreno…
¿Y qué hacían Moreno y su esposa en Europa? Vivir como emigrantes ricos. Para eso fueron enviados, con la total aquiescencia de Correa, a Ginebra. Con plata del erario. Con 1,6 millones de dólares y una mentira tan grande como una catedral, camuflada en un decreto presidencial. Moreno, para cumplir con el trabajo de Enviado Especial del Secretario General de la ONU para Discapacidad y Accesibilidad, no tenía por qué vivir en el exterior. El gobierno lo envió y lo trató como un funcionario, cuando ese cargo y esa partida no existían en el país. Se trató de un evidente peculado por parte de Rafael Correa. Moreno vivió en la ciudad más cara de Europa y, por supuesto, su aparato de troles dice que vivió allí gracias a coimas y negocios turbios. Pero no suministran las pruebas.
Esta campaña no es para llevar a Moreno ante una corte. Es para destruir su imagen y la de su esposa. Por eso los textos que acompañan las fotografías respiran perversidad de la mala. Cualquier foto, ante cualquier monumento, es prueba de la frivolidad de la pareja presidencial. No dicen qué tipo de joyas usan, pero las exhiben como si fueran Harry Winston. No dicen nada de los trajes de Rocío de Moreno, sus carteras y sombreros pero dicen que tiene miles… Y así se pudiera proseguir. No se prohiben hacer analogías que resultan risibles. Mamá e hijas viven como las Kardashians. El ID de Appel lo convierten en la clave de una supuesta cuenta offshore. Las fotos de las hijas en la cabecera de la cama matrimonial, se convierte en la prueba de las cuentas offshore… Cualquier torta, en cualquier sitio, es prueba de la vida monárquica de la familia presidencial.
Claro, Moreno no pasó pena alguna en Europa. Vivió muy bien. Salió de los apuros que su familia conocía. Su esposa es hoy una suerte de modelo llena de trajes, carteras y sombreros y tiene mucha gente que le ayuda a vivir como le gusta: sin tener que preocuparse por las cosas prácticas. Alguien se las hace. Correa y su aparato de demolición no dicen que eso que hoy señalan, para sembrar más odio, fue la regla en la revolución ciudadana. ¿Acaso el país no conoce cuántos militantes, e incluso familiares de Correa, cambiaron de barrio y son hoy propietarios de empresas, yates, carros de lujo y cuentas inconfesables? ¿Acaso que Correa no hizo lo mismo que hoy sus troles refriegan a Moreno?
El aparato de troles, con lo que muestra, está probando que el poder sirvió a Correa y a los otros apparátchik para ascender, ingresar a otros espacios, conocer mundo, darse una vida de lujos y vivir de otra manera. Moreno no es la excepción: es parte de ese proceso en el cual se forjaron nuevas castas y aparecieron nuevos ricos. Moreno es hoy denunciado porque traicionó al padrino. Seguramente hay muchas carpetas que el actual Presidente no quiere ventilar. Pero ver al aparato de troles del correísmo dar lecciones de ética es patético. Son ruines.
Foto: Presidencia de la República.
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