miércoles, 26 de febrero de 2014

¿Y del patrimonio arqueológico, qué?

Por: Jaime Idrovo Uriguen

En el 2008, por iniciativa del entonces Alcalde de Cuenca, Ing. Marcelo Cabrera, se conformó en el Municipio, a través de la Fundación El Barranco, La “Unidad de Arqueología Urbana”. En menos de tres años, este organismo realizó más de 40 prospecciones arqueológicas y excavaciones sistemáticas, la gran mayoría localizadas en el Centro Histórico de la ciudad. Igualmente se concluyó con un Inventario y Catastro de Bienes Inmuebles con Valor Arqueológico, correspondiente al mismo espacio urbano, con un registro, casa por casa y la elaboración de una estrategia que buscaba canalizar la acción municipal, junto con la del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural. Todo ello con la finalidad de precautelar el rescate y el estudio de un importantísimo legado que nos viene del pasado, en tanto que acumulado histórico y patrimonial que debe guardarse para el conocimiento y uso social presente y de las generaciones venideras.

En este mismo sentido, no está por demás recordar que la urbe y la región guardan los testimonios de más de 3.000 años de historia ininterrumpida, constituyéndose en una ciudad de raíces milenarias: proto kañaris, kañaris, kañari – inka, colonial y republicana; es decir, un conjunto de mestizaje, que han forjado el espíritu mismo de los cuencanos, cuya memoria, muchas veces enajenada por las versiones deformadas u olvidadizas que profesa la historia oficial, tiende a perderse dentro de la visión de un mundo globalizado, en el cual las particularidades culturales de los pueblos pasan a ser simples objetos de compra y venta en el mercado de las oportunidades capitalistas. 
Por ello, la preocupación de quienes nos hemos volcado hacia la investigación científica de nuestras raíces y, desde luego, la de las autoridades locales que conscientes de que el patrimonio cultural no es de su pertenencia, ni pueden hacer del mismo lo que les venga en gana, pusieron en marcha un plan de acción que en materia del rescate y reconocimiento de los bienes arqueológicos que guarda la urbe, fueron en su momento pioneras a nivel nacional. Debiendo señalar que esta lógica y visión se trasladó igualmente a los planes de ordenamiento territorial, en los cuales se incluían como prioritarias las áreas arqueológicas que igualmente, en algunos casos con una crecida monumentalidad, se encuentran en las parroquias del cantón Cuenca. 
Por todo ello y mucho más, en varias ocasiones nos hemos referido a Cuenca como ciudad milenaria, de esencia histórica y cultural y, desde luego, fue esta la principal razón por la que la UNESCO la declaró Patrimonio Cultural de la Humanidad. Aunque claro, esos fueron otros tiempos.
Mientras que ahora, Sr. Alcalde Paul Granda, pregunto ¿Qué de los muros inka y kañaris, que fueron descubiertos durante la intervención de la Unidad de Arqueología Urbana en el Centro Histórico; qué de los canales coloniales, los cementerios, las calles y calzadas empedradas que se pusieron en evidencia? 
Todo bien gracias, ahora duermen el sueño de los justos, bajo los bonitos parques de cemento, sin que se hayan guardado según sabemos, ni siquiera los informes que dejamos después de cada una de nuestras intervenciones.
Porque claro, poco debía esperarse de una administración que lo primero que hizo fue eliminar de tajo esa Unidad inscrita dentro de la Fundación El Barranco. Como quien decía, cortando por lo sano un organismo que iba a ser una piedra en el zapato, cuando se necesitaba caminar con paso diestro hacia las obras que mostrarían el nuevo rostro de  Cuenca, en tiempos de la revolución ciudadana. 
Debiendo señalar, por si acaso se nos tilde de retrógrados o de personas que queremos vivir en el pasado, que para nada estamos en contra de las mejoras urbanas, habiendo señalado en las recomendaciones que incluíamos en cada uno de los informes presentados a los distintos organismos municipales: Comisión del Centro Histórico, Áreas Patrimoniales, Fundación El Barranco, y naturalmente al Instituto de Patrimonio Cultural, que entre paréntesis no levanta la voz desde hace mucho tiempo, que lo importante era guardar los principales testigos descubiertos, como una parte importante del atractivo de cada zona regenerada, lo cual hubiera dado a la ciudad, con una museografía adecuada, un atractivo turístico más, mientras que los moradores y vecinos de esos lugares habrían guardado una parte de la memoria histórica que tanto nos falta en esta época de neo liberalismo perverso.
Mientras tanto, contraviniendo las propias ordenanzas municipales, el Cabildo ordenó el cruce de vallas publicitarias, de extremo a extremo de las calles, señalando que el Municipio del Dr. Granda se preocupaba por el patrimonio de Cuenca al arreglar las aceras del Centro Histórico. Hecho que se llama: cuidar del ornato y no el patrimonio, porque sabido es que las mismas no sólo son de origen relativamente reciente, sino que además, como se trataba de una de las lacras que dañaban la imagen de la bella ciudad de Cuenca, en hora buena, debían ser arregladas. 
 Fueron destruidas y sepultadas en segundas exequias: el camino a Turi que partía desde la Parque de La Madre; Canales y muros de diferente origen en La Escuela Central; Muros y pisos arqueológicos de la Plazoleta de El Rollo; la calle de contacto entre la plaza de El Vado y La Condamine; etc. Se han salvado hasta ahora, por un golpe de suerte los empedrados de la Plaza de San Francisco. A todos ellos, paz en su tumba.

No hay comentarios:

Publicar un comentario