miércoles, 26 de febrero de 2014

Revoluciones "débiles" y "fuertes"



Por: Marco Robles López
EL TIEMPO NOS MARCA
Cien años después del fallecimiento de Carlos Marx -1883-, el marxismo ingresó en la penumbra, coincidiendo con la desintegración de la antigua Unión Soviética (también conocida como Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas –URSS), la desaparición del bloque de países llamados socialistas y del Pacto de Varsovia.
El mundo capitalista, sobre todo los representantes de las más poderosas oligarquías, los banqueros, los dueños de las grandes industrias, especialmente militares, los magnates de las compañías, particularmente de aquellas dedicadas a la explotación y comercio del petróleo, así como los representantes intelectuales del sistema –economistas, politólogos, historiadores, sociólogos, filósofos, etc.- se encontraban eufóricos y pronosticaban el fin de la historia y el reino eterno del neoliberalismo en una “aldea global” que ya se vislumbraba en esos años –década de los ochenta del siglo pasado-.

Sin embargo, ya a fines de los 90, el archivado Marx gradualmente era recuperado, política e intelectualmente, aunque esta tarea en notable medida corrió a cargo de una “vieja guardia” y también de algunas nuevas, que rescataban, ante las “locas” e inexorables políticas neoliberales, no pocos de los postulados del marxismo y sobre todo cuando comprendieron que el régimen que se instauró a la muerte de Lenin, como señaló el filósofo Grigori Vodolázov en esos tiempos, “más que un sistema de errores y deformaciones del socialismo, el stalinismo es la ideología y la praxis de tipo no socialista y anti socialista...” (En: G. Vodolázov. “No se trata de renovar, sino de construir de nuevo”. Revista Internacional, Praga, abril de 1990).
Pero las políticas neoliberales extremistas que se entronizaron en la economía de muchos países, han causado horrorosos desastres económicos en todo el planeta (¡y han atentado de manera implacable contra la naturaleza!), especialmente en varios países de Europa –Grecia, España, Portugal, Italia, Francia, Chipre-; en Latinoamérica y el Caribe, en algunos casos sustentadas en regímenes dictatoriales de una inusitada violencia –México, Chile, Haití, El Salvador, Guatemala, Paraguay, Bolivia-; en Asia, en países como Pakistán, Irak, Afganistán (en estos dos últimos luego de ser invadidos por fuerzas militares de EE UU, Reino Unido y otros aliados menores); en África, en donde la población de algunas repúblicas sufre espantosas hambrunas y guerras insensatas, e incluso en los mismos EE UU. En estas condiciones, se prendieron las alarmas de algunas organizaciones políticas que buscaban una salida a la gravísima situación económico-política y social, frente al implacable dominio de un sistema que había optado, desde hace mucho tiempo, por el sometimiento del ser humano al mercado y al dios-dinero, controlado por unas élites deshumanizadas y de una voracidad insaciable de fortunas, a las que poco o nada ha importado la tragedia de millones de personas, y no inversamente, como debería ser: el mercado, el capital, al servicio del ser humano.
Esto condujo al surgimiento de gobiernos que buscaban una verdadera independencia de EE UU -y de otras potencias capitalistas-, cuyas últimas aventuras militares se han desencadenado en Afganistán, Irak, la antigua Yugoeslavia, horriblemente retaceada, Libia, que como país prácticamente es una visión fantasmagórica, nada más, y Palestina, que sufre la permanente agresión de Israel, ante la impavidez de la ONU y el celestinaje de EE UU. Pero las guerras de rapiña y el dominio incontrolable del capitalismo, también significaron el comienzo de la erosión económico-militar de la superpotencia y la negación de su geopolítica, así como el resquebrajamiento del “eje” capitalista-militarista de EE UU y las demás potencias de la agresiva OTAN.
La esperanza de que podía surgir algún día un socialismo con rostro humano, no era una utopía irrealizable, menos descabellada, en semejantes condiciones, tanto que, paradójicamente, la Federación Rusa, de las cenizas de la antigua URSS, renacía después de esa experiencia traumática y aunque optaba por la vía capitalista, para contento parcial de EE UU y las potencias capitalistas de Europa, recobraba su status de gran potencia y en unión de China, la otra súper potencia, evitaba que Siria sea engullida por los halcones de USA y Europa Occidental. Así desaparecía o por lo menos se atenuaba el recuerdo decepcionante por el fin de la Unión Soviética, que sirvió de fundamental contrapeso a nivel mundial, durante algunas décadas, del capitalismo más agresivo y guerrerista de los Nixon, Johnson, Kissinger, Reagan, Bush padre y Bush hijo, Margaret Thatcher, Tony Blair y otros, aunque nuevos capitostes del gran capital y del negocio de las guerras no falten en nuestros tiempos.
En semejantes condiciones, hubo la posibilidad de que gobiernos progresistas, socialdemócratas, demócrata-cristianos e incluso liberales, es decir ¡no necesariamente de orientación socialista!, pudiesen surgir en nuestra Latinoamérica y en la región del Caribe, que marcaron distancias con el “dueño del traspatio”, dirigidos por gobernantes que han considerado inaplazable y primera prioridad recuperar la soberanía de sus pueblos y naciones, recurriendo al decoro y la dignidad. Esto resultó así porque los seres humanos hacemos nuestra propia historia, como señalaba certeramente el “Dialéctico de Tréveris”, pero lo hacemos conforme aquellas circunstancias “…con que se encuentran directamente, que existen y han sido legadas por el pasado…” (Cf. C. Marx. El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte).
LO “DÉBIL” ¡SOSTIENE LO “FUERTE”!
Cuando el “mundo socialista” se vino abajo, no solamente que produjo un vacío político, una desilusión y una gran desorientación, sino que igualmente dejó recuerdos y experiencias históricas, referentes políticos e incluso una concepción teórica del mundo y de la sociedad “engarzada” con determinados símbolos, pero de ninguna manera legó una fe y una fidelidad inconmovibles en ese pasado, porque muy temprano se laceró y se sescompuso aquel proceso y por cuanto exclusivamente los credos religiosos cuyos principios dogmáticos se cree que son inspirados desde los mundos de ultratumba, tienen ese poder de las lealtades y de las incondicionalidades, suceda lo que suceda.
Por estas razones nos ha llamado la atención el artículo del 5 de enero del presente año, del principal directivo de El Telégrafo, titulado “Fausto Basantes y la crítica a la izquierda <<débil>>”, por cuanto se hace una crítica desbordada, no solamente a lo que el autor califica como “izquierda débil” (¿emulando la idea del “pensamiento débil” de G. Vattimo?), sino sobre todo recurriendo al empleo de epítetos censurables en contra de los integrantes de dicha izquierda: “maoístas”, ¡“sociolistos”!, ¡”cabezones”!. Al respecto, procede señalar que en el argot político maoístas se denominaban y todavía se denominan, despectivamente, a aquellos representantes de la izquierda que asimilaron el leninismo que Mao Tse-Tung aplicó a la revolución China;   en su orden, por sociolistos se identifica, por supuesto sarcásticamente, a los compañeros socialistas que se les considera oportunistas y cabezones, a los comunistas señalados como tercos y obstinados. Lo más preocupante radica en que el autor, que debe considerarse un izquierdista “fuerte”, y sobre todo inmaculado, generaliza la manera como identifica a esa izquierda “débil” y a sus integrantes que él repudia, cuestión que entraña una evidente injusticia, porque en política las generalizaciones que condenan y descalifican sin establecer distinción alguna, precisamente revelan intolerancia y un larvado fanatismo, propio de aquellos individuos que se erigen en “jueces fríos como el hielo”, como alguna vez manifestó Voltaire.
En primer lugar, procede una interrogante que entraña una indispensable prevención, para que el periodista a futuro medite y actúe con circunspección: ¿Fueron “cabezones” y miembros de la izquierda “débil”, camaradas como Enrique Gil Gilbert, que un día sufrió las represiones de una dictadura? ¿Un hombre de izquierda como el ex rector de la Universidad de Cuenca, Dr. Gerardo Cordero y León, quien durante la dictadura del Dr. José M. Velasco, en 1970, fue detenido,  conducido preso al penal “García Moreno” e injustamente vejado? ¿”Cabezonas” Nela Martínez Espinosa, una de las más extraordinarias mujeres que ha tenido nuestra patria, y Dolores Cacuango y Tránsito Amaguaña, primeras mujeres indígenas que ingresaron al Partido Comunista? 
¿Puede calificarse de “sociolistos” a personajes de la izquierda revolucionaria ecuatoriana como Manuel Agustín Aguirre, Telmo Hidalgo, Laura Almeida y muchos otros más, que toda una vida fueron fieles a sus principios socialistas, que enseñaron el inapreciable valor de la dignidad y la consecuencia con los principios y convicciones ideológicas, que fueron atacados y perseguidos por dictadores y dictadorzuelos? 
¿Habrá sido un simple “maoísta” un político consecuente como Jaime Hurtado, que siempre defendió a trabajadores y campesinos, y que murió asesinado? 
En segundo lugar, de ser así como escribe el Sr. periodista, indudablemente se deduciría que el actual gobierno al que él se pertenece, no se encuentra sustentado teóricamente ni conformado en la práctica por ninguna izquierda “débil”, sino por una izquierda realmente todopoderosa, arrolladora, invencible. ¿Cómo así? Gracias a que, suponemos, se ha contratado, como en el fútbol, unos refuerzos de primera clase, adquiridos desde el comienzo del gobierno de la Revolución ciudadana, probablemente recomendados por el mismo Sr. periodista. He aquí dichos refuerzos: Don Alexis Mera, que aporta con sus fortalezas de la “nueva izquierda fuerte”, heredada de los tiempos del finado Ing. León Febres Cordero; los hermanos Alvarado, otros izquierdistas formidables, que migraron desde el bucaramismo –PRE-, creación del nuevo “eterno ausente”, don Abdalá Bucaram Ortiz; Carlos Pólit, el irreemplazable Contralor General del Estado, que había llegado en raudo vuelo, desde las entrañas “revolucionarias” de Sociedad Patriótica, al corazón de la Revolución ciudadana. 
Por supuesto que también cuenta el gobierno con uno que otro refuerzo de la izquierda “fuerte” de la desaparecida socialdemocracia, como el respetable “Cachito” Vera, demócratas populares, como Carlos Vallejo, la distinguida dama organizadora de pasados concursos de belleza, Sra. Ivonne Baki, oriunda, a mucha honra, de la cuna de todas las derechas, desde los tiempos del inefable Jamil Mahuad, ese señor del atroz “feriado bancario”, etc., etc.
Pero, increíblemente, también cuenta la Izquierda “fuerte” en el poder, ¡con peregrinos y gitanos de esa desdeñada izquierda “débil”!, como el ex “cabezón”, Don René Maugé Mosquera, ¡ex Secretario del Partido Comunista!, ¡ex dirigente del Frente Amplio de Izquierda!, quien previamente fue exorcizado y recibió las aguas bautismales en la pila de los sacramentos de la casi finada Izquierda Democrática, antes de ser cooptado por Alianza País; el apacible jurisconsulto Dr. Xavier Garaicoa, otro “cabezón”, también colaboró un buen tiempo con el actual gobierno. Otros “cabezones”, como Gustavo Iturralde, asimismo han sido recibidos en el gobierno de la izquierda “fuerte”, como añorados hijos pródigos.
Y tampoco faltan los “sociolistos” (¡qué epíteto, estimado lector!), como el sociólogo e investigador Rafael Quintero,  quien se desempeñó nada menos que en calidad de ¡Vicecanciller de la República! ¡Horrorosa herejía de la izquierda “fuerte”!; su esposa, la prestigiosa investigadora y escritora, Sra. Erika Silva, trabajó  un buen tiempo en condición de Ministra de la Cultura, aunque después, sorpresivamente, fue reemplazada por el Sr. Paco Velasco; Carlos Marx Carrasco Vicuña, siguiendo al implacable director de El Telégrafo, resulta otro antiguo “cabezón” -FADISTA, luego “sociolisto”-FADISTA y pariente del igualmente antiguo “cabezón”, Eco. Leonardo Vicuña, actualmente es ¡miembro connotado de la Revolución ciudadana!, y un experto en apretar las tuercas del SRI a los ciudadanos, especialmente de clase media y a algún ricachón, como don Alvarito, pero suponemos que no a otros que son actualmente poderosos banqueros y magnates de la plutocracia financiera –¡quien tenga sesos que lo entienda!-; la respetada dama, socióloga Sra. Doris Soliz,  había sido en sus años de juventud -“juventud, divino tesoro,/ te vas para no volver”, como dijo un inspirado poeta- de las filas de los “fieros”  “maoístas”, luego del desdeñado Pachakutik, junto con la señora Beticita Tola, que también ha sido un primor de militante de esta organización política de nuestros hermanos campesinos e indígenas; actualmente, luego de ese inefable e indescriptible proceso de metempsicosis espiritual-ideológica, en que el espíritu y los pensamientos de las “difuntas” de la izquierda “débil” vuelan por el éter para anidarse en el cuerpo de una rebosante izquierda “fuerte” y después de una magistral reencarnación política, una y otra se revelan más fieles a Alianza País y a sus inmortales designios, que el mismísimo autor del “fiero” artículo.
Pero no todo ha sido color de rosa, como suele decirse en situaciones parecidas: algunos desdichados “sociolistos” y uno que otro despistado “cabezón”, han sufrido unas auténticas odiseas, unas vicisitudes realmente conmovedoras y espeluznantes: ilusamente confiados que su aceptación y permanencia en la “Revolución ciudadana”, cuya columna vertebral es la “izquierda fuerte”, se prolongaría por eternas memorias, o hasta las calendas griegas, como solía decirse en tiempos heleno-romanos, un aciago día se precipitaron imprudentemente a las entrañas de hierro del potentísimo trapiche de la “Revolución”, y ahí sí sufrieron las de Caín, y fue el terror y el crujir de dientes: atrapados en esos espantosos engranajes del aparato ideológico y de la praxis inexorable, se les extrajo hasta la última gota de la “savia vital” de la “teoría débil” y quedaron secos teóricamente, cual bagazos inservibles. Triste fin de un sueño súper revolucionario fuerte.
Pero que todavía no canten victoria los revolucionarios de la “izquierda fuerte”, sobre todo el cáustico periodista, que orondo insinúa que su “tienda” política no es cómoda ni débil, sino todo lo contrario: en este mundo todo cambia y se transforma, nada permanece en reposo total, ni las bacterias ni los primates súper revolucionarios. Y un día quienes estuvieron abajo, se colocarán arriba, y aquellos que se encontraban en la cúspide, descenderán a las profundidades abisales de la desmemoria política y el olvido. Ergo: Los “cabezones”, los “maoístas” y los “sociolistos” vilipendiados y políticamente declarados occisos, a lo mejor retornan a la vida, como el ave Fénix y, quién sabe si algún día le piden cuentas al gratuito descalificador.

No hay comentarios:

Publicar un comentario