Por: Roberto Aguilar
Editor de contenidos
La Asamblea Nacional se reunió el miércoles para conocer las 73
objeciones del Presidente al Código Penal, pero los legisladores tuvieron su
mente ocupada en otras cosas. Las conjunciones gramaticales, por ejemplo.
“¡Eeeee!... ¡E! ¡E! ¡E!”. Una docena de voces correístas se
alza para corregir al presidente de la Comisión de Justicia, Mauro Andino, que
acaba de cometer un error imperdonable. Dijo o en lugar de e. Tal cual. De
aplicarle el mismo criterio que él y sus compañeros adjudican a cualquiera que
no piense como ellos, dirían que fue un intento de “manipular la verdad”, una
“descontextualización” canalla con fines “conspiradores”.
Rosana Alvarado,
vicepresidenta segunda de la Asamblea, lo tacharía de “absolutamente irresponsable”. Gabriela
Rivadeneira, la presidenta, lo acusaría de “malicioso” y “desestabilizador”.
María Augusta Calle señalaría, indignada, su “claro objetivo de levantar a la
oposición política”. ¿Y él? ¿Qué diría él de sí mismo? Confesaría su
“perversidad” innata. Reconocería que su intención fue “engañar”, “incentivar a
los profesionales de la salud para que se rebelen contra el Gobierno”.
Probablemente el presidente de la República exclamaría: “¡Cuánta mala fe!”.
Pero nada de esto ocurre. Mauro Andino es correísta, así que los adjetivos y
las acusaciones se reservan para otros: los medios de comunicación que
cometieron el mismo error antes que él. La rueda de prensa continúa sin
sobresaltos en esta sede legislativa, ante unos treinta periodistas que sonríen
por un lado de la boca, mientras en el salón del Pleno la sesión 267 de la
Asamblea sigue su curso.
¿E u o? La alharaca del día va de conjunciones. El
controvertido artículo 146 del nuevo Código Penal, que tipifica la mala
práctica profesional que causa muertes, fija prisión de 3 a 5 años “si la
muerte se produce por acciones innecesarias, peligrosas e ilegítimas”. E. “Por
no decir y ilegítimas porque sonaría mal”, explica Rosana Alvarado como si
estuviera entre párvulos. Algunos diarios, incluido éste, pero también la
agencia EFE, que distribuyó el error por el mundo de habla hispana, escribieron
“o”. El correísmo rasgó sus vestiduras. Los diarios -no la agencia EFE- fueron
puestos en la picota. El lunes, Rafael Correa arremetió contra HOY y lo acusó
de conspirar. El miércoles, la Asamblea
no puede quedarse atrás. Se ha reunido para decidir sobre el veto del
Presidente al Código Penal, pero los detalles de las 73 objeciones apenas si
ocupan las mentes de los legisladores y quedan relegados a la zona más gris de
los discursos. Las energías retóricas se concentran en el lío de los médicos,
en el inevitable debate sobre el artículo 146 (que, por cierto, está fuera de
debate), y en la irremediable retahíla antimediática de los correístas que,
esta vez, tuvo que ver con conjunciones.
Pero no sólo. María Augusta Calle siempre encontrará otros
motivos. La secretaria de la Asamblea ha terminado la tediosa lectura del
informe de la Comisión de Justicia sobre las 73 objeciones presidenciales (le
llevó dos horas a la velocidad del rayo) y ahora toma la palabra el presidente
de la Comisión, Mauro Andino, orador de modos rústicos y ojos bovinos. Si María
Augusta Calle hubiera asistido a la rueda de prensa que tuvo lugar minutos
antes, cuando la secretaria iniciaba su lectura, sabría que, aparte de meter
las de andar con gracia y consistencia, Andino expuso ahí los fundamentos de su
informe y sus argumentos a favor del artículo 146. Ahora que empieza a repetir
libreto, las cámaras de televisión se
desactivan, las grabadoras se apagan y los periodistas se relajan, departen,
chismorrean...
Calle los ha visto y su indignación moral no tiene límites.
Al principio resulta difícil saber lo que pasa por su cabeza: se pone de pie,
señala hacia el fondo, hace aspavientos. Su blusón blanco magníficamente bordado
con motivos étnicos es un destello que sube y baja por el hemiciclo. En dos
zancadas alcanza el estrado de las autoridades, habla con la presidenta, la
apremia, vuelve a señalar. Rivadeneira la mira con cara de
yo-qué-quieres-que-haga. Entonces toma una decisión histórica: documentar el
momento. Saca su Smarthpone, lo activa y hace un prolongado paneo, un plano
secuencia que arranca en el lugar donde Mauro Andino está en uso de la palabra,
asciende por los escaños parlamentarios hasta el fondo del hemiciclo y se
prolonga, de derecha a izquierda y de izquierda a derecha, por el cubículo
destinado a las cámaras de televisión.
““¡¡¡Esa es la prensa corrupta!!!”. A Calle le toca hablar
inmediatamente después de Andino. Tiene diez minutos para desgañitarse y los
emplea a fondo. Le irrita que los periodistas no pongan atención: “Ni un solo
medio de comunicación, ¡¡¡ni uno solo!!!, cubría la intervención de Mauro
Andino”. “¡¡¡Esa es la prensa aliada a los intereses de desestabilización del
país!!! ...¡Me dirijo a los médicos, me dirijo a las enfermeras y les denuncio
a ustedes, y les invito a que vean lo que yo he grabado con mi teléfono
celular! ¡Mientras se debatía en la Asamblea justamente el tema de la mala
práctica profesional, los señores de la prensa no hacían una sola toma!
¡¡¡Dénse cuenta ustedes colegas... de qué forma se pros-ti-tu-ye el trabajo
periodístico, de qué forma se vende la profesión a intereses
desestabilizadores!!! (...) ¡Pido a los médicos que abran los ojos y se den
cuenta de qué manera están siendo manipulados!”.
La relación entre una cosa y la otra no queda muy claramente
establecida pero el golpe de efecto resulta inolvidable. Ahora sí puede María
Augusta Calle hundirse en su curul y dedicarse a lo que sea que haga mientras
se desarrollan los debates. Hoy: redes sociales.
Fausto Terán habla sobre los derechos de protección, y María
Augusta Calle pasa revista al Facebook. Lourdes Tibán pide garantías para los
médicos y María Augusta Calle salta entre el Twitter y el Smarthpone. Patricio
Donoso explica las razones por las que se opone al artículo 146 y María Augusta
Calle actualiza la pantalla. María José Carrión, a dos puestos de distancia,
previene al país de los riesgos de una crisis sanitaria y María Augusta Calle
ha encontrado algo en el Youtube. Ahora se pone de pie, registra su escritorio,
busca tras la computadora y finalmente encuentra los audífonos. Se los pone. Se
sienta. Pulsa Play. El video que captura su atención dura lo que resta del
discurso de Carrión. Aplaude María Augusta Calle como si hubiera escuchado una
palabra de lo que la otra dijo. Ahora Henry Cucalón vuelve sobre el artículo
146 y a María Augusta Calle lo que ve en el Twitter le causa risa. Se ha
quedado con los audífonos puestos. Toma la palabra Rosana Alvarado y María Augusta Calle revisita el Youtube y
el Facebook. En ningún momento puso en el debate mayor atención que la que los
camarógrafos de la televisión pusieron en el discurso repetido de Mauro Andino.
La verdad es que lo que se dice tampoco exige mayor
concentración. La opinión de María José Carrión, por ejemplo, tenía interés el
pasado 10 de octubre, cuando clamaba que dejar el artículo 146 tal como estaba
sería “un error grave” que propiciaría la práctica de una “medicina defensiva”.
Pero escucharla ahora, que ha cambiado de opinión tan rápida como radicalmente
y emprende, con argumentos repetidos hasta el hartazgo, la defensa
constitucional del mismo artículo, resulta insustancial y previsible. Lo mismo
se puede decir de Mauro Andino, que aquel 10 de ocubre prometió: “Lo vamos a
mejorar, sí. Compromiso”.
El debate concluye sin pena ni gloria. La Asamblea rechaza
cinco de las 73 objeciones presidenciales sin discutir apenas. Y sin la tensión
política que semejante actitud conlleva normalmente. Nadie dice, por ejemplo,
“te equivocaste Rafael, con todo cariño te digo”. Las cinco insistencias no
arriesgan a nadie. El Código Penal recibe su empujoncito de gracia hacia el
Registro Oficial cargado de tantos errores,
de concepto de y de sintaxis, que nadie encuentra descabellada la
propuesta de redactar un proyecto reformatorio para tenerlo listo dentro de
seis meses, antes de que el engendro salido de este hemiciclo empiece a regir
tal y como quedó escrito.
Por eso, si hay algo digno de contarse de esta sesión 267 de
la Asamblea Nacional, aparte de la indignación moral de María Augusta Calle, es
el lapsus de Mauro Andino:
-Ya lo dijo Gabriela... Se tiene que cumplir con estos tres
requisitos: por acciones innecesarias, peligrosas o ilegítimas...
-¡Eeeee!... ¡E! ¡E! ¡E!
Le pasa a cualquiera.
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