lunes, 3 de febrero de 2014

Día de alharacas y debates grises



Por: Roberto Aguilar
Editor de contenidos
La Asamblea Nacional se reunió el miércoles para conocer las 73 objeciones del Presidente al Código Penal, pero los legisladores tuvieron su mente ocupada en otras cosas. Las conjunciones gramaticales, por ejemplo.
“¡Eeeee!... ¡E! ¡E! ¡E!”. Una docena de voces correístas se alza para corregir al presidente de la Comisión de Justicia, Mauro Andino, que acaba de cometer un error imperdonable. Dijo o en lugar de e. Tal cual. De aplicarle el mismo criterio que él y sus compañeros adjudican a cualquiera que no piense como ellos, dirían que fue un intento de “manipular la verdad”, una “descontextualización” canalla con fines “conspiradores”. 

Rosana Alvarado, vicepresidenta segunda de la Asamblea, lo tacharía de  “absolutamente irresponsable”. Gabriela Rivadeneira, la presidenta, lo acusaría de “malicioso” y “desestabilizador”. María Augusta Calle señalaría, indignada, su “claro objetivo de levantar a la oposición política”. ¿Y él? ¿Qué diría él de sí mismo? Confesaría su “perversidad” innata. Reconocería que su intención fue “engañar”, “incentivar a los profesionales de la salud para que se rebelen contra el Gobierno”. Probablemente el presidente de la República exclamaría: “¡Cuánta mala fe!”. Pero nada de esto ocurre. Mauro Andino es correísta, así que los adjetivos y las acusaciones se reservan para otros: los medios de comunicación que cometieron el mismo error antes que él. La rueda de prensa continúa sin sobresaltos en esta sede legislativa, ante unos treinta periodistas que sonríen por un lado de la boca, mientras en el salón del Pleno la sesión 267 de la Asamblea sigue su curso.
¿E u o? La alharaca del día va de conjunciones. El controvertido artículo 146 del nuevo Código Penal, que tipifica la mala práctica profesional que causa muertes, fija prisión de 3 a 5 años “si la muerte se produce por acciones innecesarias, peligrosas e ilegítimas”. E. “Por no decir y ilegítimas porque sonaría mal”, explica Rosana Alvarado como si estuviera entre párvulos. Algunos diarios, incluido éste, pero también la agencia EFE, que distribuyó el error por el mundo de habla hispana, escribieron “o”. El correísmo rasgó sus vestiduras. Los diarios -no la agencia EFE- fueron puestos en la picota. El lunes, Rafael Correa arremetió contra HOY y lo acusó de conspirar. El  miércoles, la Asamblea no puede quedarse atrás. Se ha reunido para decidir sobre el veto del Presidente al Código Penal, pero los detalles de las 73 objeciones apenas si ocupan las mentes de los legisladores y quedan relegados a la zona más gris de los discursos. Las energías retóricas se concentran en el lío de los médicos, en el inevitable debate sobre el artículo 146 (que, por cierto, está fuera de debate), y en la irremediable retahíla antimediática de los correístas que, esta vez, tuvo que ver con conjunciones.
Pero no sólo. María Augusta Calle siempre encontrará otros motivos. La secretaria de la Asamblea ha terminado la tediosa lectura del informe de la Comisión de Justicia sobre las 73 objeciones presidenciales (le llevó dos horas a la velocidad del rayo) y ahora toma la palabra el presidente de la Comisión, Mauro Andino, orador de modos rústicos y ojos bovinos. Si María Augusta Calle hubiera asistido a la rueda de prensa que tuvo lugar minutos antes, cuando la secretaria iniciaba su lectura, sabría que, aparte de meter las de andar con gracia y consistencia, Andino expuso ahí los fundamentos de su informe y sus argumentos a favor del artículo 146. Ahora que empieza a repetir libreto,  las cámaras de televisión se desactivan, las grabadoras se apagan y los periodistas se relajan, departen, chismorrean...
Calle los ha visto y su indignación moral no tiene límites. Al principio resulta difícil saber lo que pasa por su cabeza: se pone de pie, señala hacia el fondo, hace aspavientos. Su blusón blanco magníficamente bordado con motivos étnicos es un destello que sube y baja por el hemiciclo. En dos zancadas alcanza el estrado de las autoridades, habla con la presidenta, la apremia, vuelve a señalar. Rivadeneira la mira con cara de yo-qué-quieres-que-haga. Entonces toma una decisión histórica: documentar el momento. Saca su Smarthpone, lo activa y hace un prolongado paneo, un plano secuencia que arranca en el lugar donde Mauro Andino está en uso de la palabra, asciende por los escaños parlamentarios hasta el fondo del hemiciclo y se prolonga, de derecha a izquierda y de izquierda a derecha, por el cubículo destinado a las cámaras de televisión.
““¡¡¡Esa es la prensa corrupta!!!”. A Calle le toca hablar inmediatamente después de Andino. Tiene diez minutos para desgañitarse y los emplea a fondo. Le irrita que los periodistas no pongan atención: “Ni un solo medio de comunicación, ¡¡¡ni uno solo!!!, cubría la intervención de Mauro Andino”. “¡¡¡Esa es la prensa aliada a los intereses de desestabilización del país!!! ...¡Me dirijo a los médicos, me dirijo a las enfermeras y les denuncio a ustedes, y les invito a que vean lo que yo he grabado con mi teléfono celular! ¡Mientras se debatía en la Asamblea justamente el tema de la mala práctica profesional, los señores de la prensa no hacían una sola toma! ¡¡¡Dénse cuenta ustedes colegas... de qué forma se pros-ti-tu-ye el trabajo periodístico, de qué forma se vende la profesión a intereses desestabilizadores!!! (...) ¡Pido a los médicos que abran los ojos y se den cuenta de qué manera están siendo manipulados!”.
La relación entre una cosa y la otra no queda muy claramente establecida pero el golpe de efecto resulta inolvidable. Ahora sí puede María Augusta Calle hundirse en su curul y dedicarse a lo que sea que haga mientras se desarrollan los debates. Hoy: redes sociales.
Fausto Terán habla sobre los derechos de protección, y María Augusta Calle pasa revista al Facebook. Lourdes Tibán pide garantías para los médicos y María Augusta Calle salta entre el Twitter y el Smarthpone. Patricio Donoso explica las razones por las que se opone al artículo 146 y María Augusta Calle actualiza la pantalla. María José Carrión, a dos puestos de distancia, previene al país de los riesgos de una crisis sanitaria y María Augusta Calle ha encontrado algo en el Youtube. Ahora se pone de pie, registra su escritorio, busca tras la computadora y finalmente encuentra los audífonos. Se los pone. Se sienta. Pulsa Play. El video que captura su atención dura lo que resta del discurso de Carrión. Aplaude María Augusta Calle como si hubiera escuchado una palabra de lo que la otra dijo. Ahora Henry Cucalón vuelve sobre el artículo 146 y a María Augusta Calle lo que ve en el Twitter le causa risa. Se ha quedado con los audífonos puestos. Toma la palabra Rosana Alvarado  y María Augusta Calle revisita el Youtube y el Facebook. En ningún momento puso en el debate mayor atención que la que los camarógrafos de la televisión pusieron en el discurso repetido de Mauro Andino.
La verdad es que lo que se dice tampoco exige mayor concentración. La opinión de María José Carrión, por ejemplo, tenía interés el pasado 10 de octubre, cuando clamaba que dejar el artículo 146 tal como estaba sería “un error grave” que propiciaría la práctica de una “medicina defensiva”. Pero escucharla ahora, que ha cambiado de opinión tan rápida como radicalmente y emprende, con argumentos repetidos hasta el hartazgo, la defensa constitucional del mismo artículo, resulta insustancial y previsible. Lo mismo se puede decir de Mauro Andino, que aquel 10 de ocubre prometió: “Lo vamos a mejorar, sí. Compromiso”. 
El debate concluye sin pena ni gloria. La Asamblea rechaza cinco de las 73 objeciones presidenciales sin discutir apenas. Y sin la tensión política que semejante actitud conlleva normalmente. Nadie dice, por ejemplo, “te equivocaste Rafael, con todo cariño te digo”. Las cinco insistencias no arriesgan a nadie. El Código Penal recibe su empujoncito de gracia hacia el Registro Oficial cargado de tantos errores,  de concepto de y de sintaxis, que nadie encuentra descabellada la propuesta de redactar un proyecto reformatorio para tenerlo listo dentro de seis meses, antes de que el engendro salido de este hemiciclo empiece a regir tal y como quedó escrito.
Por eso, si hay algo digno de contarse de esta sesión 267 de la Asamblea Nacional, aparte de la indignación moral de María Augusta Calle, es el lapsus de Mauro Andino:
-Ya lo dijo Gabriela... Se tiene que cumplir con estos tres requisitos: por acciones innecesarias, peligrosas o ilegítimas...
-¡Eeeee!... ¡E! ¡E! ¡E!
Le pasa a cualquiera.

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