jueves, 13 de febrero de 2014

Libertad caricaturesca


Por: Mauricio Gándara Gallegos
El Poder, con su última sanción al caricaturista Bonil y al Diario EL UNIVERSO, realiza un acto más en su intento de reducir a caricatura la imagen de la libertad, sublimizada en tantos monumentos en el Ecuador y en el mundo; pero, a juzgar por la reacción interna e internacional a favor de Bonil, ha evidenciado, nuevamente, lo opuesto, que en el Ecuador se persigue al pensamiento libre. Los procesos de persecución al que dice o hace evidente su crítica, esos sí son caricaturescos: sentencias dictadas en pocas horas por jueces ad hoc, multimillonarias indemnizaciones a favor del Poder, y la última, en que nuestro flamante Catón el Censor emplea en su declaración las palabras en el sentido exactamente opuesto al reconocido por los siglos: Dice que el caricaturista debía señalar de manera “tácita” la fuente de la que tomó la frase que hace constar en su caricatura; tácito, que viene del latín tacere, quiere decir callado, secreto; suponemos que quiso decir de manera “expresa”. ¡Esta es la preparación intelectual de los funcionarios designados para juzgar al periodismo, al pensamiento, de los hombres libres del Ecuador!

Entre las páginas más negras de la época colonial está el castigo a los indios: bajados el calzón, se los azotaba y, terminado el suplicio, la pobre víctima tenía que, de rodillas, ir a besar la mano del verdugo. Eso es lo que se establece en nuestra Patria cuando los llamados jueces condenan a presentar disculpas o rectificaciones. No les basta la sanción de multa o cárcel, lo que quieren es humillar.
Si el Poder quiere respeto, debe respetar a sus ciudadanos; cuando un ciudadano es insultado por el Poder, todos somos insultados. ¡Llamarle cobarde al caricaturista que no está protegido por nadie y que solo cuenta con el arma de su lápiz! El caricaturista ha demostrado un gran valor en su carrera profesional y durante este juzgamiento, en el que, además, no ha perdido su fino humor, que es heredado de uno de los periodistas más representativos de la sal quiteña, Gonzalo Bonilla Cortez, miembro central, junto con Carlos de la Torre Reyes y otros destacados intelectuales, del un tiempo célebre grupo de Los Picapiedra, en el desaparecido diario El Tiempo, nacido durante la dictadura militar de 1963-66. A pesar de sus mordaces burlas y críticas al Poder, nunca fueron enjuiciados, menos condenados.
La inicua condena al Diario EL UNIVERSO por haber permitido la publicación de la caricatura de Bonil es un devastador ataque a la libertad de expresión; significa que los autores de artículos de opinión y los caricaturistas tienen que presentarse como escolares ante el director para que les corrija con lápiz rojo y les otorgue su visto bueno. ¡Así no hay libertad de pensamiento! ¡Es el Reino del Terror!
Este desafío del Poder al periodista para competir en elecciones me ha recordado lo que dijera la reina María Antonieta a uno de los ministros impuestos por la Revolución: “Sois omnipotente en este momento, pero lo sois por el favor del pueblo que bien pronto despedaza a sus ídolos”.

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