Por: Jeanette
Hinostroza
Nunca había estado tan ansiosa por comprar el periódico. El 5 de febrero de 2014 me levanté más
temprano que nunca y esperé en la puerta de mi oficina a que llegara diario El
Universo.
Recorrí las páginas rápidamente hasta llegar a la sección de
artículos de opinión; la curiosidad estaba a punto de matarme y tenía una
necesidad casi explosiva de saber qué había hecho Bonil para rectificar su
caricatura referente al allanamiento a la casa de Fernando Villavicencio.
Cuando vi la nueva caricatura algo increíble ocurrió dentro de mi cuerpo. Sentí que los 15 músculos de mi cara
empezaron a moverse y mi sistema respiratorio se alteró bruscamente; el ataque
fue tan fuerte que mi rostro se tornó casi morado y mis conductos lagrimales se
abrieron y dejaron caer un mar de agua salada por mis mejillas. A los pocos segundos algo más increíble
sucedió, llamé la atención de todos mis compañeros de trabajo que sin saber qué
me pasaba empezaron a sufrir el mismo ataque que yo, pues resultó ser
contagioso. Simplemente explotamos, pero
de la risa. No hay nada más delicioso que reírse del poder, dos veces y por la misma razón.
Pero lo sucedido prueba que el informe de la Supercom estaba
en lo correcto al decir que las caricaturas de Bonil causan conmoción !por
supuesto! pero al interior de cada ecuatoriano que todavía se atreve a reír de
lo que ocurre en este país.
La risa es un reflejo involuntario, lo que significa que
ninguna ley, reglamento u obediente funcionario puede evitarla o prohibirla,
simplemente aflora de las entrañas y
produce un placer casi orgásmico.
La risa produce una sensación de bienestar generalizado, su reacción es
inevitable y su efecto indestructible.
El resultado de la sanción a Bonil causó tanta risa como la
respuesta de la Supercom a la demanda de Martha Roldós por linchamiento
mediático en contra de varios medios gobiernistas. Por cierto el director de uno de esos medios
se puso a patalear diciendo que ningún medio privado lo defendió tras esta demanda. Me dio risa otra vez. ¿Quién lo va a defender si primero destaca en
su periódico el allanamiento y la condena moral a Clever Jimenez y Fernando
Villaviciencio por supuestamente haber robado unos correos electrónicos y la
siguiente semana publica una investigación con información supuestamente
proveniente de unos correos que Martha Roldós reportó como robados? ¿Eso no es hacer exactamente lo que critica?.
La Supercom decidió archivar la demanda de Roldós
argumentando que no adjuntó un documento que acredite su identidad y copia de
los correos supuestamente sustraídos de su cuenta personal. ¿Y por qué no ordenaron “acción urgente” y
allanaron la oficina del director en mención para comprobar si tenía esa
información ? La pregunta cabe y la respuesta, si algún día la tenemos,
seguramente dará material para una nueva caricatura con la que nos volveremos a
conmocionar de la risa.
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