jueves, 13 de febrero de 2014

La caricatura



Por: Claudio Mena Villamar
Un periódico que se respete y busque aproximarse a los lectores, no puede prescindir en cualquiera de sus páginas de la caricatura diaria. Es conocido que numerosos lectores al abrir el periódico, lo primero que buscan antes o después del desayuno, es mirar  esta diablura que deja siempre brotar una sonrisa antes de marchar a las penurias del trabajo. 
Ella no es solamente lo que dice el diccionario en la definición: “dibujo satírico en que se deforman las facciones y el aspecto de alguien” o la definición despectiva de que la caricatura es “obra que no alcanza a ser aquello que pretende”, definición degradante que se aleja de lo que es una verdadera caricatura. 

No es dejar de alcanzar “aquello que se pretende¨, como dice el diccionario, pues la caricatura tiene alcance para comunicar en el medio en el que se la publique, mucho más de lo que éste logra  con el desarrollo de la noticia. Por ello se define como ¨el arte de la síntesis” y en el campo periodístico la caricatura ha pasado a ser un elemento sustancial y básico del cual no puede prescindirse.  De ahí que este género  se ha convertido en el blanco, especialmente en ciertos gobiernos despóticos, que abruptamente debería eliminarse o al menos limitarse. La Academia de la Lengua está llamada a hacer una revisión  en su diccionario  de sus conceptos con relación a la caricatura, ya que esta no es solamente un dibujo con rasgos característicos y  con una clara visión humorística, sino que demuestra además  ingenio, habilidad y la capacidad de visualizar lo profundo de la noticia del día. Campo propicio para desarrollar una caricatura ha sido siempre de preferencia la política , pero en nuestro país se han abierto alertas para esquivar  esta especialización. 
Xavier Bonilla ha sido uno de los humoristas de buen talento, herencia de  su padre, humorista también de magníficos trabajos en este campo , que ahora parece que empieza a fastidiar por quienes expresan muchas cosas con el lápiz o el pincel. Ahora se encuentra Bonil bajo la justicia, con una pretensión de que debió pasar censura previa  por parte del medio  que publica sus trabajos, contraviniendo las mismas leyes por ellos redactadas de prohibición expresa de dicha censura a una caricatura que parece ha sido recibida por el gobierno como algo tremendo.
El Universo también es castigado, debiendo pagar una multa absurda e injusta. Seguramente el Gobierno, si abre el diccionario comprenderá que el humor es genio, índole, condición “cuando se manifiesta exteriormente.”
La caricatura de Bonil, asumida como obra de un delincuente, ha recorrido el mundo donde varias personas y en distintos lugares han enviado mensajes al caricaturista para felicitarlo. No debemos olvidar que el diccionario al hablar del humor habla también de la agudeza, de la jovialidad. Ojalá Bonil al pasar por estas horcas caudinas no abandone su humor,  sus virtudes y sus lápices.

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