miércoles, 18 de marzo de 2015

Opinión

Por: Marco Carrión C. 

Señor Alcalde de Cuenca
Fecha de Publicación: 2015-03-18

Con toda la consideración que como persona y como administrador de la ciudad merece, me permito dirigirme a usted para manifestarle que con fecha 17 de septiembre pasado se publicó en este Diario un artículo al que titulé “Caos urbano” para hacer notar y destacar una serie de hechos que, a mi criterio y de muchas personas que me expresaron su acuerdo con lo escrito, afean la imagen de la zona central de Cuenca, justamente aquella que fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Seguramente por sus múltiples ocupaciones usted y los funcionarios que deben velar por el aspecto del Centro Histórico no habrán leído ese artículo.
Lamento decir a usted, señor Alcalde que el caos denunciado persiste, nada de lo señalado ha merecido ninguna atención por parte de los funcionarios municipales que tienen la obligación de velar porque la ciudad tenga la mejor presentación y porque la vida de todos nosotros, no sólo de los cuencanos, sino de los miles de visitantes y extranjeros residentes, se desenvuelva con elemental comodidad.
Me permito recordar en breve, señor Alcalde, algunas cosas que seguramente usted mismo habrá podido ver: la venta de alimentos, hierbas medicinales, animales y aves, alimentos, y todo tipo de mercancías en las aceras, feo espectáculo que además impide el paso de los peatones que debemos bajar a la calle con peligro evidente; la circulación en esas mismas aceras, de motos y bicicletas, patinetas, ante la indiferencia de los guardias. El dejar caer toda clase de materiales de reparación de casas y edificios sobre las personas en esas aceras. El permitir que en calles y avenidas se instalen tiendas y covachas desaseadas, que ocupan también las aceras, para vender fritadas y similares en condiciones antihigiénicas, dificultando el tránsito peatonal u ocasionando que los vehículos se estacionen en largas y dobles hileras obstaculizando el tránsito, a pesar de estar prohibido hacerlo. Y así, no quisiera repetir todo lo dicho, pero señalo algunos hechos para que usted vea si lo señalado fue absurdo.

Le pido a usted, porque pretendo conocer su afán de servir a la ciudad, disponer a esos funcionarios municipales actuar y buscar solución a los problemas urbanos señalados, todos de fácil constatación, si se presta atención al aspecto del Centro Histórico. Si tal cosa no sucede no tengo inconveniente en señalar a los funcionarios quienes, en una imperdonable indolencia, no quieren cumplir con su obligación a pesar de estar bien remunerados con el dinero nuestro, es decir de los ciudadanos y de la ciudad. 
¿O será, señor Alcalde, que estoy equivocado y que todas esas cosas no afean la ciudad sino la embellecen...? Usted tiene la palabra. (O)

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