sábado, 14 de marzo de 2015


Nila Velázquez

Merecemos respeto

Hace treinta y ocho años, cuando hacía el trámite para afiliar al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social a la empleada de mi casa, después de esperar largamente y cumplir todos los requisitos, me dijeron que ya solo faltaba un sello que lo pondrían en determinada ventanilla. Me dirigí hacia allí, me puse en la cola, esperé mi turno y cuando finalmente llegué y pedí a la señorita que atendía que pusiera el sello, me respondió: “No puedo porque el sello lo pone mi compañera y está de vacaciones”.
He recordado el episodio hace una semana, cuando hacía un trámite en las mismas oficinas del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social para un amigo que vive en el exterior y necesitaba un certificado. La atención fue relativamente rápida y todo iba bien hasta que al llegar a la ventanilla de la Cancillería, donde debían poner la apostilla, me dijeron que no podían hacerlo porque la firma del documento no estaba registrada en el Ministerio de Relaciones Exteriores y que volviera al IESS para que resolvieran el problema. En el IESS la respuesta fue, increíblemente treinta y ocho años después, que no podían porque el funcionario autorizado estaba de vacaciones y que debía esperar a que regrese.
Afortunadamente, no necesito acudir a esas oficinas con frecuencia y quizás por una extraña coincidencia cuando lo hago, siempre alguien está de vacaciones.
Por supuesto, todas las personas que trabajan tienen derecho a un periodo de descanso, fuera de su sitio laboral, pero los responsables del personal no tienen derecho a que esto sea un motivo para desatender algunas de las funciones que desempeñan, pues lo pertinente es asegurarse de que todas y cada una de ellas estarán cubiertas, de tal manera que los usuarios no sean desatendidos y perjudicados, ya que hay trámites que no pueden esperar.
Parece mentira que hoy que abundan los cursos, seminarios y talleres de capacitación y actualización para los profesionales de la administración, algo tan elemental, como resolver quién reemplazará al que sale de vacaciones, no se haga y, simplemente, se deje un vacío en la atención a la ciudadanía.
Es claro que en esos procesos administrativos no hay lugar para el usuario; si lo hubiera, el servicio a la ciudadanía sería el centro de toda la labor. El Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social existe por y para los afiliados y todas las acciones que en esa entidad se realicen, desde barrer hasta gerenciar el sistema, deben tenerlo en cuenta.

Me he referido a una institución en particular porque un hecho reciente me sirve para reflexionar en estas líneas acerca de lo que sucede cuando olvidamos el objetivo principal de las organizaciones. El ejemplo es muy simple, había que esperar para que pusieran el sello, pero hay otros casos en que la espera es para la atención médica, para la matrícula en escuelas, colegios y universidades, para recibir una respuesta a lo solicitado a altos organismos, para que protejan nuestra seguridad, para conseguir alimentos necesarios a precios alcanzables. En fin, para que la atención que recibamos demuestre que han entendido que los ciudadanos merecemos respeto. (O)

No hay comentarios:

Publicar un comentario