Las mujeres y la Universidad
Pilar se refiere a que es importante conocer la dinámica de la Central, una universidad pública con una tradición política de décadas. Y es que ni el Presidente Correa ni los actuales expertos en educación superior se han formado en la Central. (Tampoco parecen tener interés auténtico en su estructura y futuro, a menos que políticamente les sea útil, pienso).
06 de agosto del 2015
POR: Cecilia Velasco
Escritora. Es profesora de castellano y literatura y articulista en varios medios de comunicación.
La universidad no debería ser un botín de caza para nadie".
La chica con la que charlo es una estudiante de la Universidad Central, a punto de graduarse en una carrera de Ciencias Sociales. Pilar es muy lista y deliberante. “Mi experiencia en la Central ha sido un aprendizaje enorme”, me explica, mientras sonríe al evocar la lucha en la que se comprometió, durante un periodo de sus estudios, para la AFU, Acción Femenina Universitaria, uno de los gremios estudiantiles de la UCE.
Como en el plan de Pilar y su compañeras constaba el crear una defensoría para apoyar a las estudiantes en sus denuncias de acoso y otras violaciones a derechos de mujeres y LGBTI estudiantes de la UCE, una vez electas miembros de la AFU, presentaron el proyecto de defensoría a ONU Mujeres -para ganar peso institucional y obtener financiamiento-, y a la Organización le gustó la idea: se estructuró un convenio entre la Universidad, la AFU y ONU mujeres. Cuando finalmente este se firmó, concluyó el periodo para el que Pilar y sus compañeras habían sido electas, y no se dio continuidad al plan, tan importante –digo yo- en términos de equidad de género y respeto a los jóvenes universitarios.
Pero no solo eso, sino que los próximos directivos de la FEUE, a quienes no importó ni un comino la defensa de los derechos de las mujeres, querían llevar a cabo, para su deleite, la elección de reinas de belleza, lo que habría sido el colmo.
Pilar se refiere a que es importante conocer la dinámica de la Central, una universidad pública con una tradición política de décadas. Y es que ni el Presidente Correa ni los actuales expertos en educación superior se han formado en la Central. (Tampoco parecen tener interés auténtico en su estructura y futuro, a menos que políticamente les sea útil, pienso).
Tras la expulsión de la UCE de estudiantes y líderes cercanos al MPD –importantes actores en la transformación de la universidad en terreno sangriento de disputa política- parte del problema es que los nuevos líderes ungidos son cercanos al partido gobernante, AP, y han hecho lo posible por reelegirse –por ejemplo, modificando reglamentos para que el periodo de la FEUE ya sea de uno, sino de dos años-.
De hecho, Carlos Muñoz, hasta la actualidad presidente de FEUE-Quito, que acompañó al presidente Correa en una gira internacional, habla de que le gustaría mucho ser reelecto, según leo en una nota de prensa. Muñoz debía convocar a elecciones hace meses, y se prorrogó en sus funciones invocando un amparo. Él fue parte de una violenta gresca en la UCE, hace poco, en la que fueron agredidos profesores y estudiantes.
Pero, coincidiendo con el testimonio de Pilar, con valiente visión de género, las más agredidas fueron mujeres, quienes no suelen ser candidatas a altas dignidades, pero quienes más sufren: mujeres miembros de un movimiento estudiantil –de radicales convicciones- fueron golpeadas en la cara por el propio Muñoz, según testimonios, y una de ellas, herida por arma blanca.
No a todos los centralinos interesa la política, me explica Pilar, pero varios de quienes sí la practican por convicción o conveniencia han recurrido a viejas prácticas de los peores tiempos de la UCE, como matricularse y volver a matricularse, y reciclar y reciclar para seguir en la lucha política –o el ascenso político oportunista- sin querer salir e integrarse a la vida adulta y profesional; tampoco puede pasar –me explica- que se persiga a estudiantes por tener una postura política contraria a las autoridades de turno o al Gobierno, que se les siga sumarios administrativos o se los expulse. La universidad no debería ser un botín de caza para nadie.
Se debería lograr un equilibrio entre una universidad abierta, interesada por los problemas sociales del país,y una universidad cuyos alumnos estén oportunamente listos para salir al mundo externo -parecemos concluir ella y yo- Una universidad, pienso, en la que especialmente las mujeres sean quienes reciban amparo y dejen de ser acosadas, humilladas, golpeadas, heridas. Seguro que otras, como Pilar, merecen un espacio respetuoso y estimulante y más apoyo para desarrollar todas sus capacidades.
Como en el plan de Pilar y su compañeras constaba el crear una defensoría para apoyar a las estudiantes en sus denuncias de acoso y otras violaciones a derechos de mujeres y LGBTI estudiantes de la UCE, una vez electas miembros de la AFU, presentaron el proyecto de defensoría a ONU Mujeres -para ganar peso institucional y obtener financiamiento-, y a la Organización le gustó la idea: se estructuró un convenio entre la Universidad, la AFU y ONU mujeres. Cuando finalmente este se firmó, concluyó el periodo para el que Pilar y sus compañeras habían sido electas, y no se dio continuidad al plan, tan importante –digo yo- en términos de equidad de género y respeto a los jóvenes universitarios.
Pero no solo eso, sino que los próximos directivos de la FEUE, a quienes no importó ni un comino la defensa de los derechos de las mujeres, querían llevar a cabo, para su deleite, la elección de reinas de belleza, lo que habría sido el colmo.
Pilar se refiere a que es importante conocer la dinámica de la Central, una universidad pública con una tradición política de décadas. Y es que ni el Presidente Correa ni los actuales expertos en educación superior se han formado en la Central. (Tampoco parecen tener interés auténtico en su estructura y futuro, a menos que políticamente les sea útil, pienso).
Tras la expulsión de la UCE de estudiantes y líderes cercanos al MPD –importantes actores en la transformación de la universidad en terreno sangriento de disputa política- parte del problema es que los nuevos líderes ungidos son cercanos al partido gobernante, AP, y han hecho lo posible por reelegirse –por ejemplo, modificando reglamentos para que el periodo de la FEUE ya sea de uno, sino de dos años-.
De hecho, Carlos Muñoz, hasta la actualidad presidente de FEUE-Quito, que acompañó al presidente Correa en una gira internacional, habla de que le gustaría mucho ser reelecto, según leo en una nota de prensa. Muñoz debía convocar a elecciones hace meses, y se prorrogó en sus funciones invocando un amparo. Él fue parte de una violenta gresca en la UCE, hace poco, en la que fueron agredidos profesores y estudiantes.
Pero, coincidiendo con el testimonio de Pilar, con valiente visión de género, las más agredidas fueron mujeres, quienes no suelen ser candidatas a altas dignidades, pero quienes más sufren: mujeres miembros de un movimiento estudiantil –de radicales convicciones- fueron golpeadas en la cara por el propio Muñoz, según testimonios, y una de ellas, herida por arma blanca.
No a todos los centralinos interesa la política, me explica Pilar, pero varios de quienes sí la practican por convicción o conveniencia han recurrido a viejas prácticas de los peores tiempos de la UCE, como matricularse y volver a matricularse, y reciclar y reciclar para seguir en la lucha política –o el ascenso político oportunista- sin querer salir e integrarse a la vida adulta y profesional; tampoco puede pasar –me explica- que se persiga a estudiantes por tener una postura política contraria a las autoridades de turno o al Gobierno, que se les siga sumarios administrativos o se los expulse. La universidad no debería ser un botín de caza para nadie.
Se debería lograr un equilibrio entre una universidad abierta, interesada por los problemas sociales del país,y una universidad cuyos alumnos estén oportunamente listos para salir al mundo externo -parecemos concluir ella y yo- Una universidad, pienso, en la que especialmente las mujeres sean quienes reciban amparo y dejen de ser acosadas, humilladas, golpeadas, heridas. Seguro que otras, como Pilar, merecen un espacio respetuoso y estimulante y más apoyo para desarrollar todas sus capacidades.
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