martes, 12 de junio de 2018

El ciclo de la clasificación

“Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel o su origen, su sexualidad o
su religión. Si pueden aprender a odiar, se les puede enseñar a amar, porque el amor
es más natural para el corazón humano que su opuesto.” –Nelson Mandela
Emilia Ríos Aguirre
Antes de existir, los seres humanos, ya somos sujetos de categorización; aun ni
nacemos y las mujeres ya tenemos los juegos de cocinita, de alguna forma, inculcando
o relacionando que la mujer debe estar vinculada inexorablemente con los quehaceres
de casa, por otro lado los hombres ya son poseedores de muñecos de superhéroes
que a través de cuerpos musculosos demuestran, desde esa época la superioridad
masculina. Posteriormente se certifica nuestra utópica individualidad y nos clasifican
en la sociedad, como genero masculino o femenino siendo, ya etiquetados como
objetos.
Nos inculcan la feminidad y la masculinidad como una condición obligada que
debemos llevar a lo largo de nuestras vidas, siendo participes de escenarios cotidianos
de discriminación; que han sido fomentados por estereotipos atribuidos en una
sociedad donde impera el patriarcado . La “maldición” de la categorización continua
para las generaciones siguientes; cuyo objetivo es la organización sistemática de la
sociedad siendo la identidad de género una mera etiqueta social, en una colectividad
donde abundan pensamientos de clasificación que nos han impuesto desde muy
temprana edad.
La concepción social de la identidad género, es asumida bajo varios aspectos;
los cuales solo determinan la diferencia biológica entre hombre-mujer. Sin embargo;
se excluye la existencia de otros grupos con otras orientaciones sexuales, y en efecto,
los resultados que estos conllevan, colaboran y refuerzan la existencia del rechazo a lo
que se considera como “anormal”, nada mas equivocado; sin embargo, vivo en un país
latinoamericano, donde la tradición es el patriarcado, la cual, transgrede a la
verdadera connotación, que poseen los diferentes grupos sociales.
Considero, que la comunidad LGBTI no debe ser objeto de clasificación o
etiqueta, por el simple hecho de no ser parte de la “típica clasificación social",
sostengo también que en ninguna situación sus derechos pueden ser vulnerados. Sus
decisiones, sus gustos, su orientación sexual, etc. no interfieren en su estructura como
una persona de derechos, valores, sentimientos, no son menos ni más que otros
individuos.
Hace unos días, tuve una amena conversación con un amigo, sin duda sobre el
tema que estoy tratando, me dijo lo siguiente: “Desde el punto de vista social y
humano, vivir en la “anormalidad” podría estar mal según las injerencias biológicas,
pero es igual de posible ser feliz. El amor va más lejos de lo físico y eso es lo que

importa, todos somos personas que vivimos, sentimos y amamos”. Frase que sintetiza
todo mi relato, y lo más importante que proviene de un joven que piensa como yo.
El reconocimiento a la comunidad LGBTI como parte de la sociedad, no debe
ser considerado únicamente como una exaltación afectiva, o un sentimiento
repentino, sino aquel debe ser sentido y pensado como una verdadera convicción y
concepción de que son seres humanos, como todos y todas, y merecen igual respeto y
consideración, ¡terminemos con el ciclo de la clasificación, terminemos con el ciclo de
la violencia, terminemos con el ciclo de la discriminación, construyamos un ciclo de
amor, y de igualdad; súmate al cambio, yo ya lo hice!

DATOS PERSONALES
Nombre: Emilia Ríos Aguirre
Edad: 17 años
Estudiante de 2do de bachillerato en el colegio alemán Stiehle Cuenca
Nacida en Cuenca

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