Yachay: la cereza en el pastel de “revolución ciudadana”
Embriagados de un complejo y contradictorio delirio entre una voluntad de esclavos sumisos a los amos colonizadores del centro norte-atlántico y la prepotencia narcisista de los mediocres, los burócratas encargados de la política universitaria, someten a la universidad ecuatoriana a un régimen de control burocrático y tecnocrático absolutamente distante de una dirección académica.
02 de agosto del 2015
POR: Natalia Sierra
Catedrática de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Católica de Quito
La universidad debe recuperar su dignidad y exigir la renuncia de René Ramírez, la fiscali- zación e inter- vención de las cuatro universi- dades que se inventaron, y la reformu-lación total de la política universitaria imple-mentada por el Gobierno".
En todos los momentos en que el proyecto de la Revolución Ciudadana ha sido objeto de crítica, tanto desde la vieja derecha y más aún desde la izquierda, los funcionarios de Alianza País han salido en su defensa resaltando, entre todas las “bondades” de su “revolución”, la “inigualable” política educativa que su gobierno impulsa, sobre todo la del nivel superior.
La reforma universitaria del gobierno verde planteó como proyecto emblemático la creación de cuatro universidades de “excelencia”, Yachay, Ikiam, Unae y Uniartes, entre las cuales la primera era su apuesta estrella. Decían que con Yachay no solo la universidad ecuatoriana sino el país alcanzaría los niveles de desarrollo del norte, al que tanto admiran los “revolucionarios”.
El discurso sobre la excelencia académica que maneja el gobierno, llegó incluso a convencer a muchos de sus críticos, que terminaban elogiando la política de educación superior como lo único bueno del Régimen. Lamentablemente, en muchos hizo efecto las referencias (desde mi punto de vista propias de mentes colonizadas) que el gobierno hacía de la universidad norteamericana como el modelo académico a seguir para transformar la educación en el país.
Posicionaron sus cuatro inventos universitarios, en base a desprestigiar, deslegitimar y humillar a la Universidad ecuatoriana, sobre todo a la pública. En un ejercicio nítidamente colonial destrozaron la historia universitaria de este país, sin con esto querer decir que no había que mejorar la educación superior ecuatoriana. De repente, un grupo de burócratas, sin ninguna experiencia académica real, decide que la universidad ecuatoriana no sirve para nada, que los profesores universitarios no valen, que hay que cambiar todo, que necesitamos urgentemente extranjeros que vengan a enseñarnos a enseñar.
Embriagados de un complejo y contradictorio delirio entre una voluntad de esclavos sumisos a los amos colonizadores del centro norte-atlántico y la prepotencia narcisista de los mediocres, los burócratas encargados de la política universitaria, someten a la universidad ecuatoriana a un régimen de control burocrático y tecnocrático absolutamente distante de una dirección académica.
Se dedican a vigilar, castigar y humillar a la comunidad universitaria, no solo a través de sus declaraciones grotescas, sino por medio de la imposición de un modelo empresarial de universidad, funcional al capital cognitivo, que ni siquiera lo manejan bien.
Con el autoritarismo que caracteriza al gobierno de Alianza PAIS, obligan a la universidad a entrar en una dinámica burocrática y mercantil que la ha empobreciendo académicamente, al contrario de mejorarla.
Tratan de ocultar esta brutal agresión al pensamiento universitario con exigencias de calidad que responden al mercado mundial del conocimiento (PhD. Indexación, infraestructura la mayoría de veces innecesaria, homogenización y estandarización de los saberes, control, vigilancia, disciplinamiento, evaluaciones sancionatorias).
Dejando claro que en absoluto comparto con el gobierno la adhesión que tiene al modelo empresarial de educación superior que se vende desde Norteamérica, hay que decir que ni siquiera ese lo pueden ejecutar.
Mientras se dedicaban a destrozar la universidad ecuatoriana, publicitaban a los cuatro vientos la nueva época universitaria que se inauguraba con sus proyectos emblemáticos,principalmente Yachay. Todos los recursos para sus universidades de élite, no porque sean de buena calidad, sino porque las volvieron de acceso privilegiado para un número reducido de profesores que ganan sueldos escandalosos y estudiantes, a quienes se les da todo lo mejor para su educación superior, mientras los profesores y estudiantes de las otras universidades, sobre todo las públicas, están con presupuestos restringidos.
Peor aún, un número importante de jóvenes no obtienen cupo en la universidad estatal y no les queda otra que endeudarse para pagar la privada o resignarse a no hacer una carrera universitaria. Dentro de esta lógica “revolucionaria” de Alianza PAIS se establecieron estudiantes de primera, de segunda y de tercera categoría, así también los profesores. Pero eso sí, se llenan la boca hablando de justicia y equidad.
Así planteada la reforma universitaria, colonizada, mercantil e inequitativa, estaba absolutamente mal desde su inicio, pese a esto y lamentablemente no solo los burócratas del gobierno defendían la política universitaria de Alianza PAIS, sino muchos que creyeron en sus desvaríos. Satanizaron la universidad ecuatoriana y mucha gente les creyó y ahora no quieren asumir el monstruo que inventaron y que ya comienza a caer.
A dos años de la inauguración del proyecto emblemático Yachay, salta el lodo. No es algo que debe sorprendernos, no solo porque ya conocemos cómo gobierna Alianza PAIS (autoritarismo, sometimiento, disciplinamiento, chantaje, castigo, compadrazgo, clientelismo, etc., etc.) sino porque la universidad no es un capricho de mentes confundidas, extraviadas, colonizadas, sino un proceso histórico, social, cultural y económico.
A qué mente sensata, mínimamente coherente, se le ocurriría que se puede inventar de la noche a la mañana una ciudad universitaria de alta investigación científico-tecnológica, en un país que no cuenta con una estructura económica, financiera e industrial menos aún potente. Solo a los “iluminados” burócratas de PAIS, con mentes alienadas que dicen: “Nosotros creemos que podemos ser cualquier cosa que deseemos hacer y ser. Podemos tener universidades de nivel mundial nuestro Harvard, nuestro MIT.” Declaraciones que muestran con claridad que el señor René Ramírez no sabe nada de universidades, menos aún de la compleja articulación de la sociedad capitalista actual.
Era obvio que esté proyecto estaban condenado al fracaso, como todos los proyectos que han emprendido los delirantes y conservadores desarrollistas, a lo largo de la historia de este continente. Lo único que queda de estos inventos coloniales demenciales es destrucción, muerte y basura, que lamentablemente tienen un costo altísimo para la sociedad. Es obvio que hay ganadores, los mismo de siempre, las empresas que nos venden las baratijas a precio de oro, los intermediarios nacionales y en este caso los académicos de “altísima calidad que vinieron a civilizar a los salvajes” con sueldos y privilegios de colonizadores. Todo esto gracias a la Revolución Ciudadana.
Y para completar el despliegue cínico, después del escándalo provocado por las denuncias de corrupción en Yachay hechas por Fernando Albericio, el Secretario de la Senescyt al contrario de renunciar en un acto de mínima decencia, se pone a defender lo indefendible.
Ante semejante obsceno circo, la universidad ecuatoriana debe recuperar su dignidad y exigir la renuncia de René Ramírez, la fiscalización e intervención de las cuatro universidades que se inventaron, y la reformulación total de la política universitaria implementada por el Gobierno.
La reforma universitaria del gobierno verde planteó como proyecto emblemático la creación de cuatro universidades de “excelencia”, Yachay, Ikiam, Unae y Uniartes, entre las cuales la primera era su apuesta estrella. Decían que con Yachay no solo la universidad ecuatoriana sino el país alcanzaría los niveles de desarrollo del norte, al que tanto admiran los “revolucionarios”.
El discurso sobre la excelencia académica que maneja el gobierno, llegó incluso a convencer a muchos de sus críticos, que terminaban elogiando la política de educación superior como lo único bueno del Régimen. Lamentablemente, en muchos hizo efecto las referencias (desde mi punto de vista propias de mentes colonizadas) que el gobierno hacía de la universidad norteamericana como el modelo académico a seguir para transformar la educación en el país.
Posicionaron sus cuatro inventos universitarios, en base a desprestigiar, deslegitimar y humillar a la Universidad ecuatoriana, sobre todo a la pública. En un ejercicio nítidamente colonial destrozaron la historia universitaria de este país, sin con esto querer decir que no había que mejorar la educación superior ecuatoriana. De repente, un grupo de burócratas, sin ninguna experiencia académica real, decide que la universidad ecuatoriana no sirve para nada, que los profesores universitarios no valen, que hay que cambiar todo, que necesitamos urgentemente extranjeros que vengan a enseñarnos a enseñar.
Embriagados de un complejo y contradictorio delirio entre una voluntad de esclavos sumisos a los amos colonizadores del centro norte-atlántico y la prepotencia narcisista de los mediocres, los burócratas encargados de la política universitaria, someten a la universidad ecuatoriana a un régimen de control burocrático y tecnocrático absolutamente distante de una dirección académica.
Se dedican a vigilar, castigar y humillar a la comunidad universitaria, no solo a través de sus declaraciones grotescas, sino por medio de la imposición de un modelo empresarial de universidad, funcional al capital cognitivo, que ni siquiera lo manejan bien.
Con el autoritarismo que caracteriza al gobierno de Alianza PAIS, obligan a la universidad a entrar en una dinámica burocrática y mercantil que la ha empobreciendo académicamente, al contrario de mejorarla.
Tratan de ocultar esta brutal agresión al pensamiento universitario con exigencias de calidad que responden al mercado mundial del conocimiento (PhD. Indexación, infraestructura la mayoría de veces innecesaria, homogenización y estandarización de los saberes, control, vigilancia, disciplinamiento, evaluaciones sancionatorias).
Dejando claro que en absoluto comparto con el gobierno la adhesión que tiene al modelo empresarial de educación superior que se vende desde Norteamérica, hay que decir que ni siquiera ese lo pueden ejecutar.
Mientras se dedicaban a destrozar la universidad ecuatoriana, publicitaban a los cuatro vientos la nueva época universitaria que se inauguraba con sus proyectos emblemáticos,principalmente Yachay. Todos los recursos para sus universidades de élite, no porque sean de buena calidad, sino porque las volvieron de acceso privilegiado para un número reducido de profesores que ganan sueldos escandalosos y estudiantes, a quienes se les da todo lo mejor para su educación superior, mientras los profesores y estudiantes de las otras universidades, sobre todo las públicas, están con presupuestos restringidos.
Peor aún, un número importante de jóvenes no obtienen cupo en la universidad estatal y no les queda otra que endeudarse para pagar la privada o resignarse a no hacer una carrera universitaria. Dentro de esta lógica “revolucionaria” de Alianza PAIS se establecieron estudiantes de primera, de segunda y de tercera categoría, así también los profesores. Pero eso sí, se llenan la boca hablando de justicia y equidad.
Así planteada la reforma universitaria, colonizada, mercantil e inequitativa, estaba absolutamente mal desde su inicio, pese a esto y lamentablemente no solo los burócratas del gobierno defendían la política universitaria de Alianza PAIS, sino muchos que creyeron en sus desvaríos. Satanizaron la universidad ecuatoriana y mucha gente les creyó y ahora no quieren asumir el monstruo que inventaron y que ya comienza a caer.
A dos años de la inauguración del proyecto emblemático Yachay, salta el lodo. No es algo que debe sorprendernos, no solo porque ya conocemos cómo gobierna Alianza PAIS (autoritarismo, sometimiento, disciplinamiento, chantaje, castigo, compadrazgo, clientelismo, etc., etc.) sino porque la universidad no es un capricho de mentes confundidas, extraviadas, colonizadas, sino un proceso histórico, social, cultural y económico.
A qué mente sensata, mínimamente coherente, se le ocurriría que se puede inventar de la noche a la mañana una ciudad universitaria de alta investigación científico-tecnológica, en un país que no cuenta con una estructura económica, financiera e industrial menos aún potente. Solo a los “iluminados” burócratas de PAIS, con mentes alienadas que dicen: “Nosotros creemos que podemos ser cualquier cosa que deseemos hacer y ser. Podemos tener universidades de nivel mundial nuestro Harvard, nuestro MIT.” Declaraciones que muestran con claridad que el señor René Ramírez no sabe nada de universidades, menos aún de la compleja articulación de la sociedad capitalista actual.
Era obvio que esté proyecto estaban condenado al fracaso, como todos los proyectos que han emprendido los delirantes y conservadores desarrollistas, a lo largo de la historia de este continente. Lo único que queda de estos inventos coloniales demenciales es destrucción, muerte y basura, que lamentablemente tienen un costo altísimo para la sociedad. Es obvio que hay ganadores, los mismo de siempre, las empresas que nos venden las baratijas a precio de oro, los intermediarios nacionales y en este caso los académicos de “altísima calidad que vinieron a civilizar a los salvajes” con sueldos y privilegios de colonizadores. Todo esto gracias a la Revolución Ciudadana.
Y para completar el despliegue cínico, después del escándalo provocado por las denuncias de corrupción en Yachay hechas por Fernando Albericio, el Secretario de la Senescyt al contrario de renunciar en un acto de mínima decencia, se pone a defender lo indefendible.
Ante semejante obsceno circo, la universidad ecuatoriana debe recuperar su dignidad y exigir la renuncia de René Ramírez, la fiscalización e intervención de las cuatro universidades que se inventaron, y la reformulación total de la política universitaria implementada por el Gobierno.
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