jueves, 8 de septiembre de 2016

UNA REFLEXIÓN NECESARIA. Un poder político, sin duda secundario, transitorio y sobre todo fortuito, que sobrevive mientras el poder central se mantiene en sus altas instancias, debe ser especialmente tolerante, conocer sus limitaciones en la relación con sus conciudadanos y tiene la obligación de abstenerse de recurrir a represalias infundadas. Lo expuesto es a propósito de los amagos y el planteamiento de un juicio que se pretende consumar contra el director de la revista “El Observador” de esta ciudad, el periodista Sr. Jaime Cedillo Feijóo, por el “delito” de haber reproducido una noticia-denuncia que cuestiona a un abogado en ejercicio público de sus funciones, y vinculado por su profesión al gobierno actual, no obstante que el aludido director ¡no es el autor de dicho documento! que, por lo demás, ha circulado profusamente a través de las redes sociales, desde su fuente original, los EE. UU. de Norteamérica. Hacia allá deberían dirigirse las pesquisas. Por lo brevemente anotado, nos encontramos en el caso de que se quiere “golpear en la albarda”, en lugar de dirigir las acciones legales en contra del autor de dicho documento, siempre que el caso amerite, pues todo lo que se está haciendo, de parte del rencoroso abogado, no solamente entraña un equívoco, una precipitación, sino que, de consumarse ese peregrino plan de castigar a quien no es el culpable, figuradamente hablando, agregará más leña al fuego de las pasiones políticas, en víspera de elecciones, situación que únicamente brindará nuevos argumentos a quienes, con o sin razón, hablan de falta de libertades o de actitudes autoritarias. Por lo expuesto, se requiere de personas sensatas, respetuosas y prudentes en el ejercicio de importantes funciones de la administración pública, ¡ni se diga si se trata de un profesional del Derecho que representa o representaba!, -no conocemos su situación de trabajo a cabalidad-, al primer ciudadano de la nación: tiene la obligación ineludible de ser un profesional circunspecto, dotado de decoro y gravedad en las palabras y ni se diga en las acciones… Marco Robles López,



No hay comentarios:

Publicar un comentario