martes, 13 de septiembre de 2016

Ese maldito olor

OPINIÓN

Jueves, 8 de Septiembre de 2016
Luis Vivanco A.
levivanco@lahora.com.ec
Diario La Hora
Luis Eduardo Vivanco
Te levantas y te sientes un tufo feo, pero no sabes de qué será. Cuando te vas a poner la ropa te das cuenta de que huele a lo mismito. Te parece raro. Vas a tu trabajo en el juzgado y empiezas a servirle al poder. Todo lo que venga del Supremo sale expedito, al diablo todo lo aprendido en la U. Si no fallas a favor de los mandamases sabes que te echarán a la calle como a un perro. Así que estampas la firma en sentencias ridículas con infinito amor por el cargo y desprecio por la decencia.

Sales al almuerzo y te topas con un compañero de las aulas, de aquellos años cuando creían que con el derecho podrían mejorar el país. Él te dice que hueles raro, que parece que llevaras días sin bañarte. Te avergüenzas, ya te habías acostumbrado a esa peste y ya lo habías olvidado, al fin y al cabo parece que todos en el juzgado huelen igual. Le dices que deje de molestar, que pese a los años no se le ha quitado lo cargoso. Te despides rápido. En el restaurante notas que el mesero se tapa la nariz al atenderte y te apresuras a meterte una menta en la boca. Pero el olor no se va.

Vuelves al juzgado. Te han llamado de la oficina del jefe, de ese que te dicta las sentencias. Hay un nuevo caso, te dicen que es un vicealcalde malcriado, un comité de disciplina militar indisciplinado, un candidato dado a gallito. Debes cumplir con el poderoso. Lees los procesos, no tienen pies ni cabeza, pero no importa. Firmas lo que te pidan y varias moscas sobrevuelan sobre ti mientras lo haces.

Con ese maldito olor, te has bajado media colonia en el día y no hay nada que te lo quite de encima. En casa te bañarás con el mismo estropajo de la cocina, así te arranque la piel. Al llegar a tu hogar lo haces, sales con el cuerpo rojo de tanto fregarte el cuero, pero carajo, sigue esa peste que te está volviendo loco y más aún a los que te rodean.

Te vas a la cama pensando en el motivo de tu grotesco aroma. No entiendes la razón y te duermes sin saber que tu fragancia proviene del corazón, el que se te ha podrido por darle la espalda al país y entregar tu dignidad al poder de turno. Lo peor de todo es que ese olor no te lo quitas ni con gasolina refinada del crudo del Yasuní.
levivanco@lahora.com.ec

@luisevivanco

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