miércoles, 23 de diciembre de 2015

Que la pluma y la voz de la prensa libre no se amilane



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Por Jaime Cedillo F.
Publicado en la Revista El Observador (Diciembre del 2015
La enmiendas no pasarán; fuera Correa fuera; ya no le tenemos miedo; estamos viviendo una dictadura; buscan el control estatal de los medios de comunicación; quieren restar competencias a la Contraloría; pretenden involucrar a las fuerzas armadas en la represión al pueblo; afectan a los trabajadores en la contratación colectiva; es un atentado a la democracia; estamos viviendo un estado de sitio; que enmienden las enmiendas; nos declaramos en resistencia; se acabó el milagro ecuatoriano; han sido las frases que han retumbado a lo largo y ancho del país en los últimos tiempos, ha propósito de la aprobación por la fuerza de las mal llamadas enmiendas a la Constitución de Montecristi. Recuerdan estimados observadores, como se llenaron la boca hablando de las grandes bondades de la nueva Constitución, decían que va a durar trescientos años, que era una de las mejores del mundo, pero la realidad es que no ha sido así. El pueblo en su mayoría (82 por ciento) se ha pronunciado por la consulta popular, que se le pregunte al soberano si quiere enmiendas, remiendas, reformas o como quieran llamarlo. Si son más, muchos más, como pregonan en campañas publicitarias millonarias, en rabiosas sabatinas, en cadenas nacionales que solo han servido para atacar a dirigentes políticos, líderes sociales, periodistas y medios de comunicación privados, que no se alinean con su proyecto totalitario, por qué no le consultan a los ciudadanos sobre los grandes temas de interés nacional, antes sí las consultas eran una maravilla, ahora no son necesarias, para qué, si los padres y madres de la patria con su mayoría gobiernista cumplen al pie de la letra las órdenes del caudillo que mira desde bien lejos el desarrollo de los acontecimientos. Las protestas se multiplican, el descontento popular crece del Carchi al Macará. La respuesta de Correa ha sido dar las espaldas a los innumerables pedidos para llegar a los acuerdos necesarios, en aras de la paz y la tranquilidad de un país que está convulsionado, dividido, cansado de tanta viveza criolla. La Asamblea Nacional, otrora la casa de la democracia, está sitiada por fuerzas de seguridad que impiden por cualquier medio que los manifestantes hagan escuchar su voz. Dice la sabiduría popular que si este gobierno de la “revolución ciudadana” quiere sobrevivir, que enmiende para que no le suceda lo que acaba de pasar en Argentina.
Desde estas páginas un saludo a todos los hombres y mujeres que luchan cada día, sin descanso, por un Ecuador con libertad de expresión. Que la pluma y la voz de la prensa libre no se amilane por lo gritos y amenazas del caudillo. Como decía Juan Montalvo: “nadie puede ser libre si permanece en la ignorancia y desconoce la verdad. La opresión lo mismo que la corrupción asientan su poder sobre la mentira, la tergiversación, la información manipulada, el sofisma instituido y filtrado cínicamente debajo del antifaz de la verdad a medias”.

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