El espionaje en América Latina es investigado
En el Festival de Internet Libre, de Valencia, uno de los temas de preocupación fueron las tecnologías de vigilancia. En las discusiones resaltó China como potencia exportadora de esos sistemas, donde Ecuador fue mencionado como uno de los compradores. Otros investigadores estudian el espionaje telefónico en América Latina.
Investigadores y activistas han puesto su atención a las tecnologías de vigilancia que operan en América Latina, incluido Ecuador. Esta fue una de las principales discusiones en el Festival de Internet Libre (IFF, por sus siglas en inglés), que se efectuó en Valencia, España, entre el 1 y 5 de abril pasados. Este es un encuentro anual, que cumplió su quinto año, para tratar el estado de la libertad de expresión en línea, la protección contra amenazas digitales y el acceso digital. Los debates a cargo de los más reconocidos expertos se hicieron bajo normas de seguridad y protección para los asistentes. En la programación oficial, los expositores preferían aparecer con sus seudónimos o colocaban únicamente su primer nombre. Estuvo prohibido todo tipo de fotografías y grabaciones en el interior de las instalaciones de Las Naves, lugar donde se desarrolló el festival.
En ese contexto, Ecuador no fue un tema extraño. Apareció en las discusiones sobre todo acerca de China. La potencia asiática fue el centro de preocupaciones por las recientes innovaciones para el desarrollo de modelos de vigilancia y censura digitales de vanguardia. A China se lo ha cuestionado por llevar adelante lo que se conoce como “autoritarismo digital” por la censura de internet, pero también porque los chinos están exportando a gobiernos de todo el mundo tecnología que permite la vigilancia masiva a ciudadanos. Entre sus desarrollos está el proyecto Skynet implementado en 2005, que consiste en un sistema de videovigilancia en 16 ciudades chinas para el control de la seguridad pública, pero en 2015 fue ampliado para la búsqueda de funcionarios fugitivos corruptos.

Una vista a las imágenes capturadas por Skynet, el sistema de vigilancia chino.
Al 2017 se conoció que China tenía instalada 176 millones de cámaras, lo que la convierte en el país con el más avanzado sistema de vigilancia del mundo. Pero en cuanto a vigilancia el sistema ha avanzado a combinar millones de cámaras, software de reconocimiento facial e inteligencia artificial para atrapara delincuentes. Este es Sharp Eyes, un proyecto más avanzado que Skynet, que ha prendido las alertas de la comunidad digital por la intromisión en la privacidad de los ciudadanos. También China cuenta con el sistema Police Cloud que está diseñado para rastrear y predecir las actividades de activistas, disidentes y minorías étnicas, incluidas aquellas autoridades que dicen que tienen “pensamientos extremos”, según denunció Human Rights Watch. Un artículo del Financial Times recordó, basado en un informe oficial de 2015, que el objetivo de China para el 2020 es tener una red nacional de videovigilancia omnipresente.
China se ha convertido en una potencia exportadora en ese tipo de tecnologías. En las discusiones del IFF se mencionó a Ecuador, Bolivia y Venezuela como los países compradores de América Latina. Ecuador hizo una inversión de 240 millones de dólares para adquirir un sistema para el ECU911 que incluye 4.500 cámaras, tecnología de reconocimiento facial y la construcción de 16 centros de seguridad ciudadana. Opera desde 2016. China además donó 14 millones para la implementación de un Laboratorio de Sistemas de Seguridad Integral. Las tecnologías con las que está equipado el ECU911 cuentan los espacios de almacenamiento masivo de datos y software desarrollado por técnicos ecuatorianos. En el Laboratorio se están realizando experimentos para convertir las imágenes de las cámaras de vigilancia chinas en datos, dijo Juan Carlos León, director de innovación tecnológica del Laboratorio en 2018, a la agencia china Xinhua. El reconocimiento facial está operando desde agosto del año pasado para encontrar personas desaparecidas y delincuentes sin que se conozcan aún los resultados.
El Gobierno ha sostenido que con el uso de estas tecnologías ha logrado disminuir la delincuencia. Pero hay otras opiniones. En el 2016, Usuarios Digitales alertó: “Es importante mencionar que en México se han dado casos de represión en contextos de protestas sociales en donde se han usado cámaras con reconocimiento facial para detener a activistas sociales”. El 9 de agosto del año pasado, expertos dijeron a Foreign Policy “que el uso de tecnologías como el reconocimiento facial por parte del ECU911 podría normalizar el tipo de vigilancia intrusiva que se está volviendo cada vez más común en China. Los sistemas de vigilancia que dependen de los equipos hechos en China también podrían presentar oportunidades significativas para las operaciones de inteligencia china o proporcionar una herramienta poderosa para los gobiernos de inclinación autoritaria”. Vale recordar que estos equipos fueron adquiridos en el gobierno de Rafael Correa que montó una estructura de espionaje contra periodistas, activistas y opositores a través de la Senain (Secretaría de Inteligencia) que hoy se llama Centro de Inteligencia Estratégica.
En su artículo titulado Ecuador's All-Seeing Eye Is Made in China (El ojo que todo lo ve en Ecuador se hace en China), la revista norteamericana hizo un extenso análisis de cómo opera esa tecnología en el país y aunque no hay indicios de que haya sido usada con otros fines, la similitud del sistema ecuatoriano con el de China sorprendió a los autores. Así resumen sus inquietudes: “Ha aumentado los temores de un estado de vigilancia global , donde las actividades de los ciudadanos son monitoreadas silenciosamente todos los días”. Esas preocupaciones también se hicieron presentes en el IFF. Pero no es la única tecnología que preocupa.
El espionaje telefónico es estudiado en la región
Si hay algo inseguro en comunicaciones esa es la telefonía celular. Todos los días, los móviles se conectan a una antena para tener señal. Esa es su naturaleza técnica, pero también su amenaza. Las llamadas de voz y los mensajes pueden ser vigilados por dispositivos llamados IMSI catcher. Estos se hacen pasar por antenas e interceptan las comunicaciones. Pueden llegar a infectarlos con virus para capturar la información. También tienen la capacidad de interferir la señal. Permiten conocer la ubicación de un dispositivo en particular o de varios.
En México se conoce de la compra de esa tecnología y en Chile la Policía aceptó haberla usado para espiar a grupos indígenas. Sobre Ecuador lo único que se conoce son los IMSI catchers hallados alrededor de la embajada ecuatoriana en Londres, donde estuvo asilado Julian Assange hasta el 11 de abril pasado. El portal Vice News encontró evidencia de esos dispositivos a lo largo de la capital londinense. Sobre la embajada dijo que “una estación base que cambia entre los proveedores de la red en rápida sucesión” fueron detectados. En otras palabras, había una antena falsa. Un IMSI catcher, según su sofisticación, pueden llegar a costar hasta 10.000 dólares y cubrir toda una ciudad. Además cada vez son más portátiles. Pueden ser ubicados en edificios o salones, pero también puede ser llevados en una maleta o dentro de un vehículo. Los proveedores de este tipo de tecnología trabajan con agencias de inteligencia, con gobiernos y esas compras generalmente son opacas.
Pero en América Latina, así como en Ecuador, no existe aún evidencia técnica que confirme su presencia. Esa es la partida del Fake Antenna Detection Project (FADe) que llevan adelante los investigadores Carlos Guerra y Andrés Alaerkhonschiavi, de South Lighthouse, de Chile. Estos estudios los están haciendo en tres ciudades de América Latina, que prefieren no revelar sus nombres por ahora. Esta iniciativa busca replicar la investigación de la Universidad de Washington que desarrolló una metodología para rastrear esos dispositivos. “La idea es aplicarla en estos contextos que pueden ser más interesantes. Además en nuestros países los periodistas y activistas sienten que están siendo vigilados, siendo la vigilancia telefónica muy extendida. Pero hasta el momento no existe manera de comprobar eso, no hemos visto un proyecto que genere evidencia para soportar eso”, explica Carlos Guerra.
SeaGlass se llama el sistema que diseñaron para medir el uso de IMSI catchers. Usaron sensores celulares y los instalaron en vehículos de voluntarios con los que recorrieron dos ciudades Seattle y Milwaukee. Los sensores, que además usan un GPS, recopilaron la información que luego fue analizada con algoritmos que marcan anomalías en la red celular. Estos dispositivos fueron detectados, por ejemplo, frente a un edificio de Servicios de Ciudadanía e Inmigración de los Estados Unidos al sur de Seattle.

Carlos Guerra y Andrés Alaerkhonschiavi en el IFF.
Los investigadores dicen que el problema no es que exista IMSI catchers sino para qué se usa. Si es para un operativo policial su uso puede ser considerado legítimo. Estas tecnologías, afirman, también son utiilizadas con fines empresariales para hacer seguimiento de clientes. A veces no se busca escuchar las llamadas ni tener los mensajes sino simplemente rastrear quiénes se encuentran en un lugar, por ejemplo, en un concierto o en una protesta, lo cual puede ser un riesgo para sus asistentes. El proyecto FADe publicará sus resultados a finales de este año para que periodistas y la academia tengan más datos para analizar los contextos de sus países respecto a la vigilancia. “Dependiendo de dónde se recopile la información, las lecturas pueden ser diferentes”.
Este proyecto fue presentado en el IFF y los asistentes invadieron de preguntas a los investigadores. Sobre todo por los equipos sencillos que usarán. Son dos celulares, uno inteligente y otro más viejo pero con antena, que se conectan entre sí con un cable. Una aplicación almacena los datos que luego serán analizados. Hace dos años, los sensores del equipo de la Universidad de Washington consistían en armar unas cajas con toda la tecnología.
Los investigadores afirman que no hay manera de evitar que un celular se conecte a un IMSI catcher. Recomiendan que un periodista o activista migre todas las cosas sensibles a otras vías más seguras como llamadas de Whatsapp. Aunque con un IMSI catcher se puede ver el tráfico de internet de su celular, las llamadas no pueden ser escuchadas porque están cifradas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario