Publicado en la Revista El Observador, edición 110,Abril de 2019 |
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Principio de la unidad
Por muchos años, ser católico o laico dividió a los trabajadores del Ecuador. Las organizaciones impulsadas por la izquierda socialista chocaron con las dirigidas por los conservadores y el clero. Pero en la década de 1970 eso comenzó a cambiar y ya hubo conciencia de que los objetivos de fondo eran comunes y se debía buscar la unidad. Un giro en la orizentación de la CEDOC y un radical cambio de la CEOSL, propiciaron que, junto a la CTE, las tres centrales sindicales buscaran unidad frente a los nuevos retos de la sociedad ecuatoriana. Se priorizó la resistencia a las medidas antipopulares y la lucha por el cambio social. En 1973 hubo ya una marcha unitaria y en 1975, el 13 de noviembre, se realizó la primera “huelga nacional unitaria”, dirigida por las tres centrales. Había nacido el “Frente Unitario de Trabajadores”, FUT. Auge de la acción del FUT El FUT se institucionalizó y se estableció una dirección colectiva, con periódicas convenciones nacionales. Se puso al frente de la lucha contra el “Consejo Supremo de Gobierno”, cuya acción represiva tuvo su mayor expresión en la masacre de AZTRA. En el proceso de institucionalización que formuló la constitución progresista de 1978, los delegados de los trabajadores tuvieron un papel destacado y lograron avances importantes en la seguridad social, los derechos de los trabajadores y la ciudadanía. Iniciada la vigencia constitucional en 1979, el FUT siguió a la cabeza de las reivindicaciones populares. Desde 1982 enfretó las medidas de ajuste tomadas por el gobierno de Hurtado (1981-1984) que golpearon fuertemente al pueblo. En sucesivas huelgas nacionales combatió el avance del neoliberalismo, que se profundizó en el gobierno de Febres Cordero (1984-1988), cuyas medidas empobrecieron al pueblo y violaron los derechos humanos y sindicales. El FUT luchó contra las medidas económicas del gobierno de Borja (1988-1992), que realizó una reforma laboral antiobrera y una campaña de desprestigio de la dirigencia laboral. Cuando se profundizó el neoliberalismo con el gobierno de Durán Ballén (1992-1996) el FUT lideró la defensa de la seguridad social y tuvo éxito porque se derrotó en consulta popular el intento de privatizarla. Años de declive Los recortes de servidores públicos y las restricciones legales debilitaron al FUT. En los noventa, el movimeinto indígena tuvo un papel protagónico. Desde la crisis de 1999-2000 el FUT se reactivó en la lucha contra los banqueros que saquearon al país y participó en grandes movilizaciones que derrocaron a Bucaram, Mahuad y Guitiérrez. Rafael Correa (2007-2017) triunfó con el apoyo de los movimientos sociales, pero los traicionó e hizo un gobierno autoritario y corrupto que no sólo despilfarró los recursos públicos, con perjuicios enormes al país, sino que atropelló los derechos humanos, la libre expresión y los derechos de los trabajadores, dividió a las organizaciones sociales y las persiguió acusándolas de “terroristas”. La lucha renovada Cuando parecía que el correísmo controlaba todo y no había oposición posible, el FUT adquirió nueva fuerza y se convirtió desde inicios de esta década en referente de la lucha social y la resistencia popular. Impulsó y respaldó a la “Comisión Nacional Anticorrupción”, que se convirtió en expresión de la conciencia nacional, de la honradez y de la lucha contra el robo y la impunidad. El FUT lleva más de cuatro décadas de lucha en las que no sólo ha defendido los derechos de los trabajadores, sino por reivindicaciones de toda la sociedad ecuatoriana, en lo económico, social, político y educativo. Pese a los ataques que ha recibido y a las dificultades internas, ha mantenido la unidad y las prácticas democráticas. Ha propiciado la más amplia coordinación y espíritu unitario con las demás organizaciones sociales. El presente Ahora el FUT se levanta como un puntal del desmantelamiento del autoritarismo correísta, la lucha contra la corrupción y por la vigencia plena de las libertades. Denuncia abiertamente la acción y los crímenes de la narcoguerrilla. Y las responsabilidades de quienes no quisieron ver ese peligro. Desde su postura autónoma, reclama al gobierno de Lenin Moreno una gestión eficiente y consecuente, que no beneficie a los grupos de poder. Demanda el cese de medidas antipopulares, como el alza de los combustibles y defiende al IESS y a las grandes empresas estatales, en peligro de privatización. Si ahora se combate la corrupción y se habla de reformas, si se quiere sancionar el robo y la impunidad del correísmo, si en las calles se rechaza al neoliberalismo, si se ve que las cosas pueden cambiar, si no se persigue a la gente, es porque hubo una lucha desigual pero radical contra el despotismo. En ella el FUT cumplió un papel histórico. |
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