jueves, 12 de octubre de 2023

 

La ley del silencio

Aurelio Maldonado Aguilar

Ecuador vive época infeliz, en la cual, el que habla y pone en ascuas la organización delictiva, muere y su silencio grita justicia, sin que esta llegue y se practique, por estar el sistema judicial y los organismos de control social, también silenciados por el arma inefable del voto mayoritario.

Vivimos hoy réplica con variantes de Colombia de Escobar y México del Chapo, con la diferencia que allí el narcotráfico comandaban los dos grandes jefes, mientras en Ecuador, se estilan las mismas prácticas brutales del narco negocio, pero con muchos jefes de grupos perfectamente conocidos como tigerones, choneros etc, que controlan y lideran territorios y exportación y cuando tienen pugnas se matan por cientos en prisiones del estado, cuyas instalaciones están completamente regidas y controladas por su brutal hegemonía. De allí salen órdenes claras del negocio y de sicarios que cumplen con su acometido de llenar de bala a los que incomodan y dejan que el negocio sea menos lucrativo.

En el oficio de las drogas la vida es la menos valiosa. Cuando todo está bajo el contubernio de mafiosos con el estado mismo, todo marcha sobre ruedas y se construyen, en nombre del progreso, carreteras expeditas para el traslado de droga, puertos cómodos y libres de control para exportación, pistas de aviación en haciendas costaneras extensas mañosamente usurpadas como la Clementina y demás está decir la construcción de formidable plataforma desértica con el cuento de la refinaría del pacifico, donde en su planicie existen carreteras y pistas iluminadas para despegue nocturno. Testigos sin voz ni posibilidad de protesta somos el pueblo llano, pues en más de una década de gobierno de la revolución ciudadana (sin decir que sean ellos precisamente) se sucedieron decenas de asesinatos muchos sin aclarar, para conseguir la ley del silencio de valientes periodistas, denunciantes o muchos que, siendo socios del atraco, convenía silenciarlos en una tumba. Nombres como Quinto Pazmiño y su esposa, Navarrete director del Telégrafo, Flores en la narcovalija, Bizuma y Tendesa dirigentes, Valdivieso periodista, Cherres, Gabela y los helicópteros, Villavicencio y decenas más y por último, siete de sus sicarios que los callaron para tapar autores intelectuales, ahorcados en la cárcel de mayor seguridad del país en un pabellón abandonado. EEUU ofrece 5 millones a los que den datos del asesinato de Villavicencio. Un sicario sobreviviente canta y dice “haber sido contratados por 200.000 dólares por la organización del correísmo” Mientras un gobierno timorato y enclenque de Lasso, deja que todo esto se convierta en silencio, olvido e impunidad, ayudando a la ley del silencio y la muerte. (O)

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