martes, 31 de octubre de 2023

 DESPACITO…

René Cardoso Segarra
Sí, como dice una canción pegajosa, pasito a pasito, se van deteriorando y cayendo en el olvido los monumentos históricos cuencanos. Para comprobar esta triste situación basta recorrer las avenidas, parques y plazoletas de la ciudad patrimonial. Y es un ejercicio que les invito a realizar: dejen sus vehículos y caminen, por ejemplo, toda la avenida Solano. Notarán el descuido de esa “colección de esculturas” en la indicada avenida y en otros espacios como el redondel de la avenida 12 de abril, intersección con la calle José Peralta, en la que se ubica la escultura del gran liberal y diplomático José Peralta,cuyo autor es Daniel Elías Palacio, o en la plazoleta frente a la iglesia de San Roque en la que se encuentra la escultura de Sucre cuyo autor es Abraham Sarmiento Carrión, o en el parque Miguel León Garrido, más conocido como San Sebastián, en donde encontramos la escultura de Miguel Moreno Ordóñez cuyo autor es Luis Mideros.
En la avenida Solano existen doce esculturas. Comenzando por el redondel de los tres puentes -también en deterioro- y hacia la avenida 12 de abril, tenemos las de los siguientes ilustres ciudadanos: Carlos Cueva Tamariz, Severo Espinosa Valdivieso, Antonio Vega Muñoz, Honorato Vázquez, Enrique Arizaga Toral, Antonio Borrero y Cortázar, Roberto Crespo Toral, Vicente Solano, Andrés F. Córdova Nieto, Rafael María Arizaga, Benigno Malo Valdivieso, Remigio Crespo Toral. Son sus artistas escultores: César Bravomalo, Daniel Elías Palacio, Paúl y Wolfram Palacio Collmann, Luis Mideros, Vicente Rodas Farfán y el español Enrique Monjo.
Todas presentan deterioro en sus superficies metálicas, de mármol o piedra. Manchas de hongos, de sales y de óxido, son evidentes a simple vista. Es posible que además existan problemas estructurales internos en los propios cuerpos escultóricos y en sus bases o columnas. La mayoría de placas de esas esculturas han sido robadas, quedan sólo las huellas de los espacios en las que estuvieron instaladas y esto afecta, por supuesto, al conocimiento de sus historias o al mensaje didáctico que conlleva la representación escultórica en espacios públicos. Los grafitis han agredido a todas ellas. Las instalaciones eléctricas de iluminación, que un día estuvieron en funcionamiento, ahora son inservible chatarra. Quiero pensar que algunas de las fuentes que rodean a esos bienes históricos-artísticos, se encuentran vacías por la temporada de sequía que estamos atravesando, situación que crea una imagen más desoladora.
Las historias de estos monumentos y otros de la ciudad han sido salvadas gracias a valiosas publicaciones como las de Antonio Lloret Bastidas en las revistas “Tres de noviembre” números 145 y 146 o la magnífica obra “Epigrafía y Escultura Patrimonial de Cuenca” de Felipe Díaz Heredia.
La Municipalidad debería conformar un equipo de profesionales en los campos de la conservación y restauración de bienes culturales que sí los tiene la ciudad y que fueron muy bien formados por la Escuela la Restauración de la Universidad del Azuay, equipo que continuamente estaría interviniendo para la preservación de esos bienes. Será además una buena manera de generar fuentes de trabajo y cumplir con los ofrecimientos tan mencionados en las campañas políticas. Los dineros públicos sí alcanzarán cuando se utilicen, con la debida planificación, en inversiones de calidad. Los patrimonios de la ciudad se merecen atención prioritaria. Es la mejor forma de cuidar la Casa de todos, precautelar sus historias y cultura que la han distinguido en todo el país y que indudablemente va más más allá de eventos y festejos desbordados que siempre serán muy pasajeros.

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