TERRORISMO: DETRÁS DEL CUENTO
A propósito de la llamada “cruzada por la seguridad”, varios fueron los anuncios
hechos por el desgobierno de Lasso, sin embargo, las muertes violentas se
multiplicaron, los delitos/contravenciones crecieron y el narcotráfico terminó
fusionándose con el poder político del Estado.
Hasta ahora, la declaratoria de guerra a las bandas criminales, la intervención de las
cárceles para lograr el control estatal, la entrega de recursos extraordinarios al ejército
y la policía para retomar la seguridad, la flexibilización del porte y uso de armas, la
autorización del uso progresivo de la fuerza hasta la letalidad, etc., constituyen un
cúmulo de experimentos populistas que garabatean un perfil de estado policial-
militarista.
El fracaso de este ensayo se refleja en los estados de excepción. Desde su posesión, el
banquero decretó dieciséis veces la medida y en esos trescientos días, de los dos años
de mandato, la inseguridad empeoró.
Para esconder el fiasco, ahora el discurso de las élites intenta imponer el imaginario
del terrorismo como el enemigo interno del país y a la vigencia de los derechos
humanos como el obstáculo para devolver la paz ciudadana. Ese es el relato de fondo
que recoge el Decreto Ejecutivo 730.
El alcance de esta medida genera dudas, pues es errado homologar al crimen
organizado como terrorismo y más equivocado aún es el intento de endosar tal
caracterización a organizaciones sociales y líderes políticos que ejercen una oposición
legítima sea al gobierno o al mismo sistema.
Para que exista terrorismo no sólo se evalúa la gravedad de las acciones violentas, sino
la finalidad política e ideológica de las mismas; es evidente, los llamados choneros,
tiguerones, lobos e incluso los actos de los carteles internacionales de drogas
persiguen fines básicamente económicos. Si el propósito es vencer a estas mafias, se
debería asfixiar su economía dependiente del comercio de narcóticos y evitar que los
jóvenes terminen seducidos por las bandas ante la desatención estatal.
El simple intento de calificar a la oposición popular como terrorista es peligrosamente
autoritaria, de imponerse esta aberración en el futuro se ilegalizarán organizaciones
sociales, se apresarán activistas, se asesinarán dirigentes, habrá ejecuciones
extrajudiciales, se naturalizarán los daños colaterales y los falsos positivos.
Alerta, detrás del cuento terrorista está la intentona fascista.
Francisco Escandón Guevara
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