jueves, 20 de agosto de 2015

El uso progresivo de la fuerza: ¿A sangre y fuego ministro Cordero?

Por José Hernández

Pocas veces en 16 minutos se resume una encrucijada. Pues eso ocurrió en Teleamazonas. De un lado, Fernando Cordero, ministro de Defensa. Del otro, una periodista, María Josefa Coronel, que pregunta y muestra un video comentado por otro periodista, Jorge Rodríguez.
El Ministro olvidó, al parecer, sus reflejos de hombre político. Ahora, pretendiendo explicar lo que ocurre en las protestas, se sustenta en la visión de disciplina y orden que el Presidente reivindica como constitucionales. Los dos olvidan que en esta disputa de la sociedad con el poder, que nutre las movilizaciones, hay otros derechos ciudadanos y constitucionales en juego.
Hay que seguir el video para ver cómo el poder correísta, en el que confluyeron tantos políticos, antaño progresistas como Fernando Cordero, desembocó en una lógica totalmente reaccionaria. Cordero no solo defiende el uso progresivo de la fuerza. Le pone ese tono feudal que se creía archivado: “de lo contrario –dijo– el país cae en manos de estos forajidos”.
Cordero ya no sigue el patrón que lo caracterizó para hilvanar sus reflexiones: enunciar premisas, cotejarlas con la coyuntura, concluir políticamente. Ahora pasa de supuestos principios al uso progresivo de la fuerza sin preguntarse por su razón de ser: parece un gendarme, no un político.
Es entendible y legítimo –dice– que podamos discrepar, enfrentar ideas. Esas ideas conforman un plan de gobierno que se somete a los electores y se gana o se pierde en las urnas. ¿Eso que tiene que ver con la única pregunta que hizo cuatro veces María Josefa Coronel: por qué policías y militares dispararon contra la casa de una familia?
El mensaje del Ministro es lapidario: somos el poder, fuimos elegidos, hacemos lo que queremos. Viejo reflejo autoritario que él mismo criticó en el pasado. Cordero no repara en que la gente está en la calle precisamente porque el poder, del cual hace parte, no oye. Tampoco recuerda la lección básica en sociología política: la gente hace paro para hacerse oír.
En el pasado, Cordero hubiera dicho que el gobierno debe volver a la política y que eso lo obliga a dialogar, oír razones y explicarse. Buscar un acuerdo. Hoy viste el traje militar y concluye que están aplicando la fuerza progresiva a aquellos que no entienden que ellos ganaron las elecciones y pueden hacer lo que les da la gana.
En claro, Cordero no entiende que la gente está en la calle porque su gobierno no oye. Mientras tanto se otorga el derecho de gritar en la Tv. porque, según él, María Josefa Coronel no lo deja hablar. ¿O sea que tiene que gritar para que le oigan, Ministro? ¿Y en cambio aplicar la fuerza progresiva a aquellos que su gobierno no quiere oír?
La misma falta de sindéresis exhibe cuando repasa la actitud brutal –el adjetivo es suyo– de los manifestantes. Las piedras que lanzan pueden matar. Es verdad. ¿Y las piedras que lanzan los policías a la gente (en el video), ¿no matan, Ministro? ¿Tampoco hacen daño las bombas lacrimógenas que disparan? Él condena la violencia pero solamente la que se produce contra policías y militares. Van dos Ministro: falta de sindéresis y hemiplejia.
En la entrevista Cordero da pruebas de haber olvidado la complejidad que anida en la sociedad. A eso se le puede llamar enorme pérdida de masa política. ¿Cuántas veces, en el pasado, tuvo que recordar a Rafael Correa que no podía dirigir la Asamblea como él manejaba su gabinete? Hoy, puesto ante ciudadanos cabreados, se muestra incapaz de ir más allá de la orden, cargada de peligros, que dio el Presidente al disponer despejar las carreteras.
En vez de pedir a Correa que admita la complejidad, Cordero decidió instalarse en el maniqueísmo más ramplón: Se pregunta por qué los militares están en las calles o carreteras del país. Y se responde: porque la ley los faculta. Pues no: los militares están en las calles porque el gobierno quiere imponer por la fuerza sus tesis.
Quizá ahora no le resulte tan difícil entender que la gente reacciona como él hizo, gritando en un set de televisión, porque creyó que no lo dejan hablar. Salvo que mientras María Josefa lo escuchó, el gobierno ha decidido aplicar a los manifestantes el uso progresivo de la fuerza. ¿Hasta dónde, Ministro? ¿A sangre y fuego?
En esta mutación gubernamental, que ahora tiene al país saboreando el uso progresivo de la fuerza, Cordero en vez de patear la pelota hacia la política, parece dispuesto a asumir la escalada que implica ese uso progresivo de la fuerza librado a su propia lógica. No dio, en todo caso, muestra alguna de querer volver a la sensatez y la cordura.
Afirmar que militares y policías defienden derechos constitucionales es ventilar evidencias. En cambio olvidar que aquellos que protestan son ciudadanos y no delincuentes, es barajar coartadas. Cordero es ahora vocero de la fuerza. Se olvida de que fue presidente de la Asamblea Constituyente que votó la constitución más garantista de la historia. ¿No lo reivindicaron hasta la saciedad?
La violencia no tiene argumentos. De ningún lado. Es tan condenable la que se ejerce contra militares y policías como aquella que ellos provocan contra ciudadanos y campesinos pobres del país. Antes Cordero (como sus amigos correístas) combatían gobiernos que también fueron sordos y que también reprimieron. Hoy Cordero y sus amigos lucen absortos tratando de exculpar a policías y militares de las consecuencias que producen sus órdenes. La verdad es que los quieren usar a su favor en una disputa política que para el gobierno tiene un objetivo: eternizarse en el poder.
Cordero encarna y resume la actitud de un gobierno que, tras querer cambiar el mundo, hoy depende de la fuerza bruta para sobrevivir. Triste destino para un gobierno y para personas como Fernando Cordero que, en el pasado, buscaron ampliar el horizonte democrático del país.
En Teleamazonas, como es costumbre en el correísmo, Cordero quiso quedarse con la última palabra, acusando a María Josefa de desinformar. Ojalá la última palabra no se haya dado en el correísmo y que el uso progresivo de la fuerza no sea la estrategia que reserva el gobierno a un país inquieto y decidido a imponer límites al poder. La forma inteligente de actuar no es –Fernando Cordero– usar progresivamente la fuerza: es gobernar de manera a no tener que usarla.

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