miércoles, 28 de marzo de 2018

La cadena del narcotráfico de las disidencias del sur
La falta de incentivos durante la negociación entre el Gobierno y las Farc para que los mandos medios, que no eran ni rasos ni grandes jefes, dejaran las armas, hoy muestra sus consecuencias.
28 de marzo del 2018
LA SILLA VACIA
Por: JUANITA VÉLEZ  - www.lasillavacia.com
Mientras las Farc comienzan a reincorporarse a la vida civil y ya sacaron de las zonas veredales hasta el último contenedor con armas, sus disidencias en el sur del país están actuando coordinadas entre los departamentos de Caquetá, Meta y Guaviare para mover marihuana y cocaína hacia Putumayo y Amazonas y sacarla del país hacia Brasil y Ecuador. 
Además de estar coordinadas, están permitiendo la entrada al negocio de nuevos grupos que se están armando en Solano, al pie del río Caquetá, que se ha convertido en la arteria de este nuevo auge del narcotráfico.
La cadena
La cadena del narcotráfico en Caquetá, Meta y Guaviare la manejan, según información de inteligencia del Ejército, cuatro disidencias de las Farc: la del frente 40, al mando de alias ‘Calarcá’, la del frente 62 liderada por ‘Euclides Mora’,  la del frente primero, al mando de alias ‘Iván Mordisco’ y la del séptimo, a cargo de ‘Gentil Duarte’.
Entre todas suman 309 personas según dijo a La Silla Sur el general Jorge Humberto Jerez, comandante de la Fuerza de Tarea Conjunta Omega del Ejército, que es la que se mueve entre Caquetá, Meta y Guaviare.
En esos tres departamentos los cultivos de coca han crecido un 15 por ciento (sumados los tres se pasó de 18.134 hectáreas cultivadas a 21.645 a diciembre de 2016) de acuerdo con el último informe del Sistema de Monitoreo de Cultivos Ilícitos de las Naciones Unidas, Simci.
Aunque cada una de estas disidencias está en distintos territorios, actúan coordinadas y al mando de Duarte, que junto a Euclides Mora, fueron de los cinco mandos medios que las Farc separó de sus filas en diciembre y que, como contamos en ese entonces,  no solo se fueron con sus armas. Eran además los coordinadores del negocio del narcotráfico en sus sitios de influencia.
“Es la misma cadena que las Farc toda la vida controlaron aquí, igualita, pero con menos hombres y con las disidencias coordinadas al mando de Gentil Duarte”, dijo a La Silla el general Jerez.
Según él la cadena funciona así.
Entre todas suman 309 personas según dijo el general Jorge Humberto Jerez, comandante de la Fuerza de Tarea Conjunta Omega del Ejército, que es la que se mueve entre Caquetá, Meta y Guaviare.
Euclides (de la disidencia del 62) y Calarcá (de la disidencia del 40) son los encargados de “controlar que los campesinos en las zonas del Yarí y Guayabero cultiven la coca. Lo de ellos es la mata”, dice Jerez.
El proceso de transformación de la hoja en pasta base y su comercialización la controla la disidencia del frente séptimo, liderada por Duarte, que se mueve en el Guaviare, pero que tiene gente que se extiende en varios municipios en Caquetá.
Por ejemplo, como contamos, aunque Duarte está por San José del Guaviare tiene a su jefe de finanzas, alias ‘Steven’ o ‘Flaco 25’, a cargo del cobro de millonarias extorsiones (piden de a 700 millones de pesos a los ganaderos) y del tráfico de la pasta de coca en San Vicente del Caguán y en Cartagena del Chairá, Caquetá.
Esa base de coca la cristaliza la disidencia del frente primero, que como también lo hemos contado se mueve sobre todo por Solano, un municipio tan grande que es la mitad de Caquetá y en donde esa misma disidencia ha estado amenazando a niños indígenas para reclutarlos.
Además, según el general Jerez, tienen también cristalizaderos en el Guaviare, al pie de los ríos Inírida y Guainía y controlan el negocio de la coca sobre el río Caquetá.
“El frente primero fue hasta que se desmovilizó, el encargado de las finanzas del suroriente. Eran los que manejaban el narcotráfico y los contactos internacionales para sacar la coca. Por eso ahora sus disidentes son los reyes del negocio, porque se saben las rutas y tienen todos los contactos”, dijo a La Silla Sur otra fuente del Ejército que pertenece al batallón fluvial del río Caquetá.
De hecho, el ministro de Defensa Luis Carlos Villegas, dijo a Blu Radio hace unas semanas que la disidencia del primero y la del 14 “están teniendo acceso a nuevos abastecimientos de explosivos y armas”.
Pero según otra fuente que vive en Solano, al pie del río Caquetá, y que se conoce el territorio, “no es solo la disidencia del frente primero la que controla el narcotráfico del río. Aquí en Solano se están creando pequeños combos, cartelitos por llamarlos de alguna manera. Cada combo tiene de a dos o tres tipos con fusil y lo que hacen es pagarle un peaje a la disidencia para que los deje pasar por su misma ruta llevando marihuana o pasta base de coca sobre el río hasta llegar a Amazonas”, nos dijo.
“Son personas comunes y corrientes de aquí de Solano que tienen balsas, que antes vivían de transportar gasolina o de minería ilegal y ahora que ya no hay Farc controlando el negocio, ellos también se quieren meter. Por ahora tenemos identificados dos clanes aquí en Solano”, agregó.
Esta información nos la corroboró Gerney Calderón, el Defensor del pueblo en Caquetá. “No son disidencia ni bacrim. Son grupos pequeños, organizados de manera precaria, que se están metiendo el negocio y las disidencias aprovechan esas estructuras para ofrecerles entrar o para que les paguen por compartir las rutas”.
El negocio es redondo. Mientras un kilo de pasta base vendido en Solano sale por millón trescientos mil pesos si lo logran sacar a Brasil lo venden a diez millones.
El negocio es redondo. Mientras un kilo de pasta base vendido en Solano sale por millón trescientos mil pesos si lo logran sacar a Brasil lo venden a diez millones. “Es demasiado tentador para la gente de aquí no meterse”, nos dijo esa misma fuente.
“Aquí hay gente que dice que en un solo viaje hasta Brasil por el Amazonas, se ponen 30 millones de pesos solo por escoltar a los que van y la venden” agregó. “Esto puede convertirse en un Clan del Golfo si aquí no llega Fuerza Pública a evitarlo. Es que hay demasiada coca”, agregó.
Solo este año, el Ejército ha incautado 3.3 toneladas de marihuana entre Caquetá, Putumayo, Amazonas y Guaviare.
A mediados de mayo, por ejemplo, el Ejército incautó una tonelada de marihuana a la disidencia del frente 14 en Cartagena del Chairá.
Y hace quince días, en Solita, un municipio a la orilla del río Caquetá, en una operación conjunta entre la Armada, el Ejército y la Policía, incautaron otra tonelada de marihuana a la disidencia del frente 47. Iban tres tipos en una lancha artesanal y les encontraron 15 canecas metálicas en las que escondían los paquetes de “creepy”, un costal con más marihuana y tres fusiles AK-47.
La cadena termina con Jhon 40, quien según tres fuentes del Ejército consultadas por La Silla, es el encargado, apoyándose en la disidencia del frente primero, de comercializar la droga hacia Venezuela.
Jhon 40 o Géner García Molina, comandaba el frente 43 en las Farc, llevaba 33 años en la guerrilla y era el que manejaba el negocio de la coca en el Meta.
Que las disidencias actúen coordinadas es un rompecabezas que poco a poco ha ido armando el Ejército, que hasta ahora, sigue sin dar con sus fichas clave.
El rompecabezas
La Fuerza de Tarea Omega ha capturado, según dijo a La Silla Sur el general Jerez, 84 miembros de las disidencias que se mueven entre Caquetá, Meta y Guaviare.
Con la información que les han dado esos capturados es que han ido completando cómo funciona la cadena del narcotráfico.
A finales de julio, por ejemplo, capturaron a ‘Jairo Pineda’ o mejor conocido como ‘Panda’. Como contó Semana, Panda se había concentrado en la zona veredal de Mesetas, Meta pero en abril se fue y desde entonces se convirtió en una de las fichas claves de la disidencia del séptimo, comandada por Duarte. Era el que cobraba las extorsiones a los ganaderos en los municipios de Puerto Lleras, Puerto Rico y Puerto Concordia en el Meta. 
Esa captura sirvió para entender más de cerca cómo es que las disidencias se reparten tareas y trabajan juntas.
“Lo que ya sabemos es que no son dispersos y que están articulados, mantienen líneas de comunicación” dijo a La Silla el coronel Walter Giraldo, Comandante de la Brigada Especial contra el Narcotráfico, que tiene 3 mil hombres a su cargo especializados en hacer operativos estratégicos contra el tráfico de drogas en todo el país.
“Entre todas las disidencias tienen el control desde el cultivo hasta que sale por las fronteras. Muchas veces la coca del 62 sabemos que la mueve el séptimo o que el primero se las saca”, agregó.
El problema, es que a pesar de que, como contó La Silla Sur, las Fuerzas Militares cambiaron su estrategia para perseguir a las disidencias con el ‘Plan Victoria’, hasta hoy siguen sin dar con sus cabezas.
De hecho, por cuenta de toda esa información que ya tienen las Fuerzas Armadas, en ‘Larandia’ la base militar de Florencia, Giraldo dirigió un taller para capacitar a 21 oficiales de Costa Rica, República Dominicana, Honduras, Panamá y Salvador, sobre cómo se planean los operativos en Colombia y como se pueden compartir inteligencia entre todos los países “para que lo que hagamos no se pierda en la frontera”, nos dijo Giraldo.
El problema, es que a pesar de que, como contó La Silla Sur, las Fuerzas Militares cambiaron su estrategia para perseguir a las disidencias con el ‘Plan Victoria’, hasta hoy siguen sin dar con sus cabezas.
El ‘Plan Victoria’ se pensó bajo tres banderas: aumentar la presencia del Estado en las zonas de influencia de las Farc y concretamente, perseguir a las disidencias; ganar legitimidad en esos territorios y lograr lo que ellos llaman la “acción unificada”, entre las Fuerzas Militares (Ejército, Armada y Fuerza Aérea) y la Policía.
Aunque no tener a un adversario de 7 mil hombres como las Farc les ha servido para tener ‘objetivos’ más precisos y compartir inteligencia, en lugares como Solano, Caquetá que es donde se concentra este problema, la presencia del Ejército no se siente.
“En los consejos de seguridad hemos pedido que se aumente la presencia de la Fuerza Pública porque sin eso esto va seguir igual o peor”, dijo a La Silla el defensor Calderón.
Lo que ratifica esta coordinación de las disidencias es que la falta de incentivos durante la negociación entre el Gobierno y las Farc para que los mandos medios, que no eran ni rasos ni grandes jefes, dejaran las armas, hoy muestra sus consecuencias.

Además, es una muestra de que la promesa del Gobierno de llevar al Estado a llenar los espacios que dejaron las Farc, por lo menos en ese triángulo entre Meta, Caquetá y Guaviare, no se ha sentido.

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