Fernando Xavier Balarezo Duque
RATERO DIFERENTE
Desde que llegó al poder, ha pregonado a los cuatro vientos que él es un individuo diferente, respetuoso de la opinión ajena, propiciador de un diálogo abierto con su mano extendida a todos los sectores sociales, defensor de la división de poderes del Estado, crítico de la reelección indefinida, luchador a muerte contra la corrupción, y más, y más. Claro que la treta funcionó, no sólo a su favor sino de su jefe y de su banda delictiva "asalta país". En menos de medio año consiguió un gran porcentaje de adeptos, nuevos fanáticos deslumbrados por sus ofertas, y otros que abandonaron a su amo para convertirse en alfombras del nuevo. Pero había más: al puro estilo comunista se tornaba necesario formar una oposición interna, antes que el pueblo fuera opositor y crítico de su gestión. Y para rematar su estilo diferente de gobierno, convocó a consulta con el fin de que el pueblo decida en las urnas algo de lo mucho por lo que había venido luchando durante la década de oprobio.
Ésta es una parte del retrato del licenciado títere, repudiable sujeto bonachón y chistoso que funge de presidente de la República, que no busca servir al pueblo sino que se sirve de él para la consecución de sus protervos propósitos: proteger las espaldas de centenas de delincuentes, pillos y rateros que saquearon la caja fiscal y se enriquecieron a costa del trabajo honesto de los ciudadanos; proteger a su titiritero, ex dictador y contumaz delincuente, jefe del gigantesco cartel de la mafia en el Ecuador; y, por supuesto, protegerse él mismo y todo su círculo íntimo de familiares y amigos.
Sus nefastas prácticas politiqueras lo evidencian como falso, cínico, hipócrita, adulador, mentiroso... El licenciado títere no desmaya en insistir por su estilo diferente, con el único afán de embaucar a ingenuos, ignorantes o alienados con un supuesto gobierno patriótico, honesto, desinteresado. Sin embargo, es ostensible todo lo contrario. Primero debería responder de su paso por la vicepresidencia de la República durante seis años, la misión Manuela Espejo, el circo social, su empresa que contrataba con el Estado para dictar conferencias, los repartos burocráticos y jugosos contratos a nombre de familiares, su estadía en Ginebra, por tres años, con un presupuesto fiscal sin ser funcionario del Estado ecuatoriano. Y después, responder por sus compromisos actuales.
Fernando Balarezo Duque
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