sábado, 29 de julio de 2017

Moreno prueba que Correa fue un fraude

  en La Info  por 
Dos meses tardó Lenín Moreno para transparentar las cuentas reales de la economía nacional. Anoche, 28 de julio, lo hizo en cadena nacional. El nuevo Presidente dijo al país que su antecesor, Rafael Correa, fue un gran farsante: en vez de mesa servida, lo que hay es una situación económica que Moreno calificó como crítica. Las deudas del Estado, que para Correa sumaban $27.871 millones, ascienden en realidad a $57.788 millones.

Esta noticia no es nueva para economistas y grandes parcelas de la opinión que, desde hace años, sabían que las cifras estaban trucadas y muchas de ellas habían desaparecido de los sitios web de algunas instituciones. Tras la gimnasia financiera, tan corriente en el gobierno de Correa, era cómodo adivinar manejos contables para ocultar o negar deudas contraídas. De hecho, Moreno contó que tuvo que advertir al equipo económico que, según la ley, “todos los datos deben ser veraces, precisos y de acceso público; por ello he instruido que la información esté disponible en todos los sitios web oficiales de las instituciones responsables”. En claro, tuvo que recordar a sus funcionarios que trastocar las cifras oficiales (lo que algunos de ellos hicieron con Correa) es delito.
DEUDA PÚBLICA CON LAS CIFRAS DADAS POR EL PRESIDENTE, PUBLICACIÓN DIARIO EL UNIVERSO .
Pero esta noticia sí es nueva para los seguidores y fanáticos del correísmo. De un golpe, estalla el mito del gran economista que durante años fabricó, con ayuda del aparato de propaganda, el propio Rafael Correa. Y esto puede producir consecuencias económicas y políticas muy parecidas a las causadas por los tsunami.
  1. La Revolución Ciudadana fue un gran engaño: ahora es fácil colegir que el gran milagro que se atribuyó Correa tuvo, como siempre se dijo, dos realidades: el inmenso flujo de petrodólares, producto de la bonanza y, cuando se acabó, un desembozado endeudamiento. Lo primero no requería las destrezas de Nobel de la economía que se otorgaba Correa; lo segundo lo hizo mintiendo, camuflando las cifras, metiendo la mano en fondos que no eran del Estado, sacando plata del Banco Central, pagando intereses exorbitantes a los chulqueros chinos… El gran economista, que convirtió a su equipo económico en delincuentes llevándolo a mentir, está hoy desnudo.
  2. El gigante con pies de barro: las cifras prueban que Correa engañó al país y lo dejó en estado semicomatoso. Su sucesor –y su propio equipo económico – hoy lo reconocen. Esto le hala la alfombra bajo los pies.
    Correa sale muy maltrecho en el terreno donde reinaba sin competencia. Su mito vuela en pedazos. Su palabra no vale nada ante las evidencias que pintan las cifras. No solo que su audiencia (reducida hoy al Twitter) disminuirá: seguramente morigerará los ánimos de todos sus cheerleaders tipo Gabriela Rivadeneira y Marcela Aguiñaga. En todo caso, esto cambia la ecuación política en el interior de Alianza País donde el ex presidente seguramente perderá poder.
    A partir de hoy la realidad se puede recoger en esta imagen: mientras Correa tuitea para insultar a su sucesor, Moreno estará ocupado viendo cómo da viabilidad a la economía del país y paga las facturas de la fiesta del gran economista.
  3. Moreno se libera del yugo de Alianza País: el programa de gobierno, el mandato del partido… Todas las camisas de fuerza que el aparato correísta confeccionó para Moreno, pueden ser enviadas hoy a la bodega. El balance económico del correísmo es tan devastador para la economía y el país que, curiosamente, libera a Moreno de ataduras pseudo ideológicas y lo sitúan en el mejor terreno posible, para él, en este momento: el pragmatismo. Moreno tiene ante sí este panorama: hacer funcionar al país, pagar deudas y proponer mecanismos para que la economía ecuatoriana crezca. Con esa tarea, todas las fórmulas le quedan permitidas. Todas, menos repetir las de Correa. Y ahora que las cifras de su gestión serán transparentes, todo el país podrá evaluar en tiempo real la eficacia de sus recetas.
  4. Moreno es ahora rehén de sí mismo: el Presidente al transparentar las cifras (que solo los correístas negaban), hace una confesión no solicitada: haber ocultado la realidad sirvió a su campaña y debió pesar, ¡y de qué manera!, en su elección. Moreno, con esas cifras en la mano, tiene otro enorme problema: convencer al país de pagar la factura de la fiesta que favoreció, en primera instancia y en forma casi exclusiva, a los suyos. A su partido. Moreno no lo reconoció en la cadena nacional y no hizo mea culpa alguna por el derroche, la corrupción y la mala gestión de la cual también él es responsable.
    Esto planteará, ya plantea, irremediablemente, una pregunta: ¿a cambio de qué el país entrará en esta dieta forzada? ¿A cambio de otro experimento pseudo-idológico? ¿De más Revolución Ciudadana edulcorada? Para pedir sacrificios, el Presidente tendrá que dar pruebas irremediables (no retóricas como la de su Frente de Transparencia…) de eficacia en la lucha contra la corrupción. Ese es apenas un ejemplo. En su plan económico tendrá que consignar otros compromisos más ortodoxos.
  5. Efecto colateral directo: despatar las cifras del engaño correísta, no solo hizo estallar el mito del gran economista. Hoy Jorge Glas amaneció más descobijado…

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