viernes, 21 de julio de 2017

¿Los aviones presidenciales son charters políticos?

  en La Info  por 
María Fernanda Espinosa viajó a Nicaragua para participar en dos acontecimientos de alto contenido político: el 38 aniversario de la Revolución Sandinista y el Foro de Sao Paulo que representa el músculo ideológico de la izquierda decrépita latinoamericana. En el viaje estuvo acompañada, de lo que se sabe, por Paola Pabón, secretaria nacional de gestión de la Política y Ricardo Patiño, consejero presidencial y todo un emblema del gobierno de Rafael Correa.
Para el viaje, Espinosa y su comitiva utilizaron uno de los aviones de la Presidencia de la República: el Legassy.  Se trata del primer avión, un Embraer hecho en Brasil, que adquirió Rafael Correa antes de que decidiera comprar el Falcon 7X, de fabricación francesa, mucho más lujoso y rápido que su antecesor. El Falcon, además, tienen la capacidad de viajar entre Quito y Europa sin necesidad de abastecerse en el trayecto.
¿Por qué Espinosa usa el avión presidencial en un viaje cuyo propósito poco o nada corresponde a los intereses internacionales del Ecuador? ¿Es lícito que gaste en un viaje que francamente es inútil para las prioridades diplomáticas y económicas del país? Si el foro de Sao Paulo es un foro de partidos, ¿por qué todos los ecuatorianos tienen que sufragar con ese gasto? Habrá quien salga a decir que la celebración sandinista fue una invitación oficial al gobierno del Ecuador o que, como estaba previsto que Lenín Moreno viaje a la reunión del foro de Sao Paolo, era perfectamente lícito que se utilice ese avión. Habrá quienes, en cambio, piensen que haber usado ese avión es un acto de abuso de poder porque el avión presidencial no está para llevar y traer funcionarios a acontecimientos inútiles y que lo que se ha hecho es pagar con fondos públicos un gasto partidista, irrelevante para el Ecuador. 
El problema está en que todas estas preguntas y muchas otras, que son perfectamente posibles sobre el uso de los aviones de la Presidencia, son plenamente legítimas porque no existe norma legal ni institución alguna que regule su uso. Es decir, los ecuatorianos no tienen ningún instrumento legal que los defienda del uso inescrupuloso que el gobernante de turno pueda dar a uno de los aviones que, en verdad, pertenece a todos.
Durante casi 10 años, Rafael Correa utilizó a estos aviones como si fueran un aviones privados, Desde que tuvo el Falcon, por ejemplo, viajó en él no solo en sus viajes oficiales sino también a recibir doctorados honoris causa en decenas de países o en viajes que no tenían absolutamente nada de oficial como la canonización de monseñor Arnulfo Romero en El Salvador. Durante el gobierno de Correa jamás hubo fiscalización alguna ni regulación al uso de los dos aviones presidenciales que fue completamente discrecional. Lo único que se conoce sobre los itinerarios que se hicieron en el Legassy o en el Falcon es porque se trataba de viajes que tenían cierta cobertura mediática. Pero nada se sabe sobre otros posibles usos. En abril del 2016, por ejemplo, el Falcon hizo un vuelo directo entre Quito y Seattle, en los EEUU sin que nunca se haya informado oficialmente sobre ese viaje.
Existen, además, fotografías  en sitios digitalesespecializados en imágenes de aviones donde aparece el Falcon en lugares donde ha aterrizado ya sea porque había llegado a su destino o porque se hallaba en tránsito. Es llamativa, por ejemplo, una foto del Falcon en Bruselas, ciudad en Bélgica donde vive la familia de la esposa de Rafael Correa, sin que nunca se hubiere informado oficialmente de las razones por las que la aeronave estaba en en el aeropuerto de esa ciudad. Hay otras imágenes donde aparece, asimismo, en el aeropuerto de Tenerife, España o de Viena, Austria.


El nada transparente uso del avión hizo que muchos usuarios de redes sociales recurran a aplicaciones digitales para ubicar el lugar donde se hallaba el artefacto. Incluso, el periodista radicado en Miami, Emilio Palacio, utilizó una de estas herramientas para hacer un programa en el que reveló que el Falcon de Correa había se hallaba en un viaje a Dubai sin que el Presidente estuviera en ese lugar.
En algunas ocasiones hubo ministros y funcionarios, como por ejemplo los del Frente Económico, que usaron los aviones para asistir a actos oficiales en otros países sin que se justifique la necesidad de usar aparatos cuyos costos de operación siempre son más altos que comprar pasajes en aviones comerciales.
Lo que ocurre con los aviones presidenciales ecuatorianos es que no existe ninguna normativa que obligue a la Presidencia a transparentar los detalles de cada uno de los viajes que se han hecho en ellos. ¿Qué se ha transportado en los aviones de la Presidencia? ¿Existe algún registro sobre quiénes han sido pasajeros en ellos o qué carga han llevado en cada uno de los viajes?  El tema es especialmente delicado si se toma en cuenta que esos aviones, al ser propiedad del Estado y en especial de la Presidencia, pone en juego al prestigio del país.
La forma en que se usa los aviones presidencial es una evidente prueba de abuso de poder, muy parecido al que se ha ejercido con empresas públicas como, por ejemplo, los medios de comunicación que administra el gobierno. Se trata de un forma de privatizar lo que es público, porque se convierte un bien público en algo que sirve para los intereses privados de los funcionarios que están en el poder.
El viaje de María Fernanda Espinosa a Nicaragua demuestra que esta falta de sensibilidad en el uso de los bienes públicos no ha terminado con la salida del gobierno de Rafael Correa. El Legassy y el Falcon han sido, desde hace muchos años, aviones de bolsillo para el turismo y la promoción política de Alianza País. No del Ecuador.

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