lunes, 31 de julio de 2017

Crónica de un abuso interminable



Las comisiones designadas por el Consejo Universitario de la U. de Cuenca, para que presenten un informe sobre la deshonestidad o fraude académico que habría cometido Caupolicán Ochoa, en la Facultad de Jurisprudencia, han pasado a la historia por su inoperancia, complicidad y miedo. El rector no se queda atrás.Y que conste que forma parte de la comisión de transparencia que nombró el Presidente Moreno. Como había dicho un valiente catedrático, integrante del Consejo Universitario: comience en casa, señor rector, sancionando con la ley en la mano los actos de corrupción, para acabar con la impunidad que ha reinado en la casa grande, a vista y paciencia de las autoridades de turno, llámese rectores, decanos, que tienen la obligación legal y moral de frenar los abusos en el cumplimiento de las obligaciones académicas. Recuerdo cuando El Observador presentó una denuncia de los abusos del susodicho catedrático, hace más de una década, el entonces decano de apellido Morales, me respondió que no pueden hacer nada porque le tienen miedo, anda armado. La gente me pregunta qué espera el rector para pedir una auditoría a la Contraloría sobre este caso, y la respuesta es simple, están esperando que la denuncia y el trámite vaya a la morgue, donde descansan cientos o quizás miles de denuncias de corrupción. La historia los juzgará señores miembros del Consejo Universitario, justo cuando nuestra querida universidad está cumpliendo 150 años de vida. La Libertad de Expresión, ni se compra, ni se vende, ni se transa. Por favor compartan para que la ciudadanía se entere de esta crónica de un abuso interminable.

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