Este escenario significa que ningún partido tiene mayoría absoluta (92 votos), lo que obligará al próximo presidente, sea Noboa o González, a negociar con otras fuerzas políticas como Pachakutik, el PSC y los independientes para aprobar leyes y reformas.


La fragmentación del Legislativo anticipa un período de tensiones políticas y negociaciones constantes. La gobernabilidad dependerá de la capacidad del nuevo presidente para construir consensos en un Ecuador políticamente polarizado.
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