domingo, 20 de septiembre de 2020

 

POR: Patricio Matute García

 Publicado en la revista El Observador (abril de 2020, edición 116)

 


Juego de la Escaramuza:
mestizaje Kañari, inca y español
Hay expresiones culturales de los pueblos que quedan grabadas en la memoria histórica y el ADN cultural, en una suerte de sellos identitarios innegables. En las provincias de Azuay y Cañar, Ecuador, el Juego de la Escaramuza es una de ellas, sintetiza los significantes de tres vertientes desde donde ha bebido la cultura de la región: kañari, inca y española. Con el auge del reconocimiento a la patrimonialidad intangible y el emprendimiento en la investigación cultural dinamizadora de la economía naranja, este proceso cultural ha sido tomado como bandera que enarbola una parte de la identidad kañari y de la identidad de la Morlaquia, convirtiéndose posiblemente en una especie de «gozne» entre las expresiones rurales y urbanas.

Un Juego de profunda raíz cultural
La Escaramuza es una mixtura que por un lado rememora la fiesta de música, danza, enunciados orales y procesiones, denominada ayanfaile, que la hacía el pueblo Kañari, por otro escenifica los juegos de estrategia castrense del incario y finalmente es una ventana que visualiza: doma, cría y monta de caballos que los españoles trajeron a América en el siglo XV.

En las provincias de Azuay y Cañar, la fe andina y la fe católica, en clave de simbiosis, es parte importante de la patrimonialidad cultural intangible, por ese motivo en la Escaramuza se alaba a los Santos patronos y Vírgenes de las comunidades y parroquias rurales, en determinadas épocas coincide con el ciclo agrícola andino para sacar al pueblo de su cotidiano, así promover y mantener la tradición que se renueva.     Participan varios gestores culturales: Priostes, Devotos Padrinos y Mayores; y actores culturales: Guías, Trasguías, Capitán, Jinetes, Loa, Reto, Contrareto, Negro, Banda de pueblo, Chirimía y Caja.

En una plaza muy grande, adecentada con banderas de Ecuador, la comunidad en fiesta y con el fondo musical de Banda de pueblo, Chirimía y Caja, los Guías, Trasguías y Jinetes dibujan «labores» o letras, montados a caballo, de acuerdo a las reglas de tradición en cada lugar. El juego se realiza durante dos o cuatro horas con un descanso de media hora.

Para Carlos Tenesaca, Guía en la parroquia Baños, Cuenca, “la Escaramuza une a las familias locales y migrantes”, en cambio el Guía Ezequiel Quito de la parroquia rural Llacao, jugó la Escaramuza por devoción a San Lucas, así mantuvo la tradición inmemorial de padres y abuelos, lo que corrobora el investigador comunitario José Quizhpe, “el baile de la Contradanza y el Juego de la Escaramuza son la huella de identidad de Llacao, desde hace 100 años”.

¡Fiesta es fiesta!
Los preparativos del Juego de la Escaramuza comienzan mucho antes con la elección de los Priostes, quienes nombran a los Guías, a su vez estos escogen a sus Trasguías y los Jinetes de sus respectivos bandos; semanas antes, todos ensayan las labores en la plaza, montados en caballos de madera, lo que instituye una forma lúdica-recreativa que rememora la categoría kañari del Pukllay (juego lúdico), practicado en varias instancias comunitarias socio-culturales, ideológicas y hasta económicas y políticas.

El día del Juego: Guías, Trasguías y Jinetes realizan las labores que consisten en dibujar diferentes figuras en la plaza. De acuerdo a los investigadores culturales, Carlos Ramírez, Gloria Malo y Gustavo Landívar, las más tradicionales en el año 1970 eran: «entrada», «santa cruz», «lira», «cumbeña», «círculo de redondo», «cambio chico», «cambio doble», «estrella», «toclla», «luna entera», «estrella de cuatro puntas», «copa», «rayos de sol», y «despedida». Actualmente se practican pocas labores como: «toma de la plaza», «número ocho», «culebra», «trébol», «rueda», «media luna», sin embargo muchos realizan figuras como cuadrados, rombos y triángulos, pero lo que no puede faltar es el dibujo del nombre del Santo patrono y la Virgen en alabanza, dependiendo del lugar.

Guías, Trasguías y Jinetes escogen la vestimenta cada año, algunas ocasiones se revisten de policías, soldados, o Santos, pero en muchos lugares lo hacen como reyes con capas de vistosos colores (amarillo, azul y rojo), corona, camisa blanca bordada, gafas, pantalón de tela y zapatos de suela.

El pueblo que asiste a la plaza a participar de la Escaramuza, aprueba, o no las labores realizadas, la destreza de los Jinetes, la música de Banda y Chirimía, imbuidos en un proceso lúdico donde también comentan de milagros y castigos o recuerdan los jugadores de otros tiempos, los mejores caballos, pero también tranzan negocios, dan y reciben consejos e incluso proponen matrimonios, así la plaza se convierte en una esfera pública para estrechar los lazos familiares y comunitarios, con el pretexto del lúdico Juego.

Música de la Escaramuza
Instrumentos musicales muy importantes en este Juego son: Chirimía y Caja, porque con sus 25 tonos se abren, cierran y juegan las diferentes labores. La Chirimía es un aerófono cónico construido en madera que tiene doble lengüeta y un todel de cobre, mide entre 15 y 30 centímetros de largo. Los tonos que toca el Chirimiero son cortos y pentatónicos, mientras que el intérprete de Caja, toca compases en ritmos de 3/4, emulando una contradanza.

Otra música que convoca, anuncia y guía las labores de la Escaramuza, es la de Banda de pueblo, su armonía también es pedida por Priostes, Devotos y Guías que se emocionan luego de realizar una labor complicada en la plaza, así suenan: capishcas, sanjuanitos, albazos, tonadas, o un buen pasacalle que «sube el ánimo de la plaza». La Banda está integrada desde ocho hasta quince intérpretes de: trombón, saxo, clarinete, trompeta, bombo, a veces la conforman timbales, güiro y platillos. Para el Guía de la Escaramuza, Klever Quito, “la música le da ánimo a la gente, es mucho mejor jugar con música porque incentiva al Jinete y a los caballos. Cuando se calla, gritamos: ¡música Banda! Incluso los caballos se acostumbran a la música y parece que hasta bailan”.

Cohesión social a través de la Gestión Cultural Comunitaria
El Juego de la Escaramuza mantiene la memoria viva de las tradiciones culturales, además de cohesionar socialmente a la comunidad mediante las representaciones de Priostazgo, Devotazgo, Mayorazgo y Padrinazgo, figuras comunitarias de alto grado de respetabilidad, credibilidad, responsabilidad moral y económica que salvaguardan la usanza a través de la Gestión Cultural Comunitaria.

El Prioste convoca a las reuniones de planificación, asume varias erogaciones económicas y está atento al desarrollo de la Procesión y el Juego. Para la historiadora Susana González de Vega, “el Priostazgo, desde un ángulo implica un gasto elevado sin rentabilidad, desde otro la recompensa se encuentra en el nivel de prestigio que se obtiene”. En cambio los Devotos consiguen la participación de los personajes del Juego, convocan a la Comparsa y a la Caballería, así lo corrobora el Guía Carlos Tenesaca: “hay Devotos diestros, ya que sus padres y tíos lo han hecho, eso es tradicional de familia, por ejemplo en Narancay, Baños, destaca la familia Montero Tenesaca para las fiestas de la Virgen”.

Los Guías son designados por el Prioste o el Sacerdote del lugar, ostentan el compromiso por 4 o 6 años, o heredan el cargo de padres, tíos o abuelos. En la parroquia rural Llacao, Cuenca, hay cuatro Guías destacados: Gonzalo Bravo, Reginaldo Bravo, Jesús Ortega y Kleber Quito, son los mejores, con un buen estado físico, ellos deciden junto al Chirimiero, las labores para el Juego de la Escaramuza. El Guía tiene un largo camino que recorrer desde abajo como: «Seguidor» o Jinete, y luego como Guía quinto.

Otras figuras del Juego de la Escaramuza son la Loa, Reto, Contrareto y Negro que interviene alabando al Santo Patrono o agradeciendo a los Priostes y Devotos, así como «retan» o llaman la atención de las autoridades cuando no cumplen las labores, o emplazan a la juventud para que aporten a la comunidad; sus arengas humorísticas-epigráficas-copleras son pedagógicas, comunicativas y humorísticas a la vez.

Escaramuza y el Patrimonio Cultural Intangible
Este año 2020, -Bicentenario de fundación española de Cuenca, Patrimonio Cultural de la Humanidad-, la Comisión de Cultura del Consejo Cantonal de la ciudad, recomendó la investigación y promoción del Juego de la Escaramuza como ejemplo de la inmensa riqueza cultural que engloba, nosotros agregaríamos la práctica de todos los ámbitos del Patrimonio Cultural Inmaterial: Artes del espectáculo: danza con caballos; labores en la plaza; música de Banda de pueblo, Chirimía, Caja; teatralización y escenificación; vestuario.  Usos sociales, rituales y actos festivos: Procesión, «Tiros», Toma de la Plaza, Entrega de la Plaza. Tradiciones y expresiones orales: Alabados, cantos y rezos a los Santos patronos; exclamaciones de la Loa; expresiones humorísticas del Reto, Contrareto y Negro. Técnicas y expresiones artesanales en la construcción de la Chirimía y la Caja; comidas y bebidas ancestrales; confección y quema de juegos pirotécnicos como «castillos», «vaca loca», «cohetes», «sonadores».

El antiguo Guía del Juego de la Escaramuza de Llacao, Ezequiel Quito, invita a la ciudadanía y a los organismos culturales de Cuenca y Azuay, a “vivir la fiesta en octubre de cada año, para que sientan la emoción de ver esta manifestación cultural, la más grande de la provincia, con la participación de 400 Jinetes revestidos y jugando la Escaramuza y la Contradanza, signos propios de la identidad azuaya”, que hay que poner en valor a través de leyes u ordenanzas que coadyuven como implícitas y endógenas políticas públicas, en una ciudad y región preciadas de ser: «netamente socio-culturales».

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