martes, 22 de septiembre de 2020

 

POR: Gabriela Astudillo

Publicado en la revista El Observador (junio de 2020, edición 117) 

 


Teletrabajo un derecho o un privilegio
“…Nunca se debe soslayar el marco de los derechos  humanos que ampara el desarrollo personal, el trabajo, la salud…”

Fernando Esteves


Sabiendo que el teletrabajo consiste en el “…trabajo que una persona realiza para una empresa desde un lugar alejado de la sede de esta (habitualmente su propio domicilio), por medio de un sistema de telecomunicación…” y “…que debe ser beneficioso para todos sin desmejorar los derechos y las condiciones laborales actuales…”, durante esta cuarentena ha sido un imperativo esta nueva experiencia de laborar a distancia, en un lugar diferente a la oficina, mediante la utilización de los conocidos TIC´s, es decir, de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.

Como urbanista y servidora pública ha sido interesante el re-crear este hábito de trabajar desde casa, obviamente gracias a instrumentos y recursos técnicos disponibles, como el internet, computadora, teléfono, etc. y los programas y aplicaciones que han permitido la proyección y la elaboración de informes requeridos por diferentes empresas. Hemos sido partícipes de reuniones virtuales para coordinar diversos procesos, capacitaciones, y estar al tanto de lo que sucede a nivel local, a fin de generar respuestas a las consultas que se han recibido con anterioridad, así como nuevos trámites; de tal forma que se ha continuado con el servicio a la ciudadanía, además de que la planificación urbana permite el diseñar a corto, mediano y largo plazo, quedando obviamente las visitas de campo postergadas.

También ha sido fundamental el apoyo de talento humano, pues nos han mantenido informados/as con las actividades propias del trabajo, nos han compartido mensajes para controlar el estrés y ansiedad, e incluso dinámicas para ejercitar el cuerpo y la mente. Ha sido clave el apoyo tanto profesional como humano de los compañeros y compañeras de trabajo, pues al laborar desde casa y realizar video llamadas a través de la aplicación zoom, es inevitable compartir otros aspectos más privados: la familia, los hijos, quehaceres domésticos, hasta los hobbies y mascotas.

Sin embargo, este “privilegio” es relativo; hay otra cara muy  limitante, sobre todo en el ámbito educativo, por la falta de acceso a internet y la tecnología, especialmente en áreas rurales por la ausencia de señal o de computadoras, hay comunidades campesinas, donde la niñez se ha dedicado más bien a los cultivos y al cuidado de animales, ayudando a sus padres que también ignoran muchas cosas y no pueden apoyar a sus hijos e hijas; incluso en zonas urbanas con hogares de pobreza y hasta extrema pobreza, hacinamientos, donde no tiene ni qué comer, viven del día a día. Y el teletrabajo de docentes, también con serias limitaciones que cumplen demasiadas exigencias: informes, talleres, llamadas sin horario, hasta la impotencia de solucionar humanamente problemas de sus estudiantes. Ni qué hablar de la tele educación universitaria, frente al recorte presupuestario, como siempre termina afectando a los sectores más vulnerables, por ello a pesar de las circunstancias ha pesado más la indignación y desesperanza para salir a las calles a luchar por sus derechos, que combatir el riesgo de exponerse al virus motivo de la cuarentena actual.

En el campo de la Cultura, han contribuido las plataformas digitales para diferentes emprendedores/as, quienes han publicado sus servicios mediante las redes sociales y en algunos casos haciendo entregas a domicilio. Para apoyar a gestores culturales y artistas, La Casa de la Cultura, el Ministerio, los Museos, la Dirección de Cultura del Municipio, la Orquesta Sinfónica, las Universidades… han implementado foros, talleres, conciertos, festivales, exposiciones virtuales, etc. con derecho al arte y a la recreación; e incluso la Casa de la Cultura, por ejemplo, promocionó la campaña “Trueque solidario”, recibiendo canastas con víveres a cambio de servicios culturales. Ante la necesidad ha surgido la creatividad e innovación en el trabajo, algunos gestores, profesionales, artistas y deportistas se han “reinventado” haciendo otras actividades para sobrellevar esta pandemia, desde la elaboración de tortas y pizzas artesanales, hasta velas, juguetes y más.

Y qué hablar de los Grupos de Atención Prioritaria con el teletrabajo, sobre todo en la discapacidad, ha tenido también complicaciones puesto que por las condiciones físicas e intelectuales de las personas a ser atendidas, el teletrabajo tuvo que ser en algunos casos semi-presencial al requerir de asistencia directa, o a través de sus padres o representantes que se han convertido en profesores y facilitadores para reforzar el aprendizaje, además se han mantenido reuniones virtuales con autogestores de Pichincha, Guayas y Azuay, quienes entre ellos y ellas se motivan y fortalecen.

El comercio, la industria, también se han activado de alguna manera con el teletrabajo, con las plataformas virtuales y el servicio a domicilio, incluso el turismo busca alternativas temporales; han surgido emprendimientos creativos a todo nivel; ya que toda opción de trabajo y negocio es válida.

De esta manera la emergencia sanitaria ha afectado principalmente a los sectores más vulnerables, en donde el tele-trabajo o tele-educación es un “privilegio” más que un derecho, y  no está al alcance de todos, mucha gente no tiene ni alimentación, techo, ni servicios básicos, menos aún implementos tecnológicos; por ello la planificación y las políticas públicas deben tomar en cuenta sobre todo la voz y el voto de estos sectores, haciéndolos partícipes en la toma de decisiones para reactivar las ciudades, mejorando su calidad de vida, logrando entre todos y todas la resiliencia que tanto necesitamos, ya que como dice la Madre Teresa de Calcuta: “…El que no vive para servir, no sirve para vivir…”

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