Refinería Esmeraldas: al parecer hay más de 40 ladrones
Publicado en octubre 17, 2016 en La Info por Redacción 4pelagatos
El gobierno dice que la repotenciación de la Refinería Esmeraldas costó 1.200 millones de dólares. La cifra es bastante subida para un proyecto cuya cotización inicial fue de 180 millones. Sin embargo se queda corta. Si se cuentan todos los contratos (Fernando Villavicencio ha logrado desenterrar 180 hasta el momento) el total de lo gastado asciende a 2.200 millones. ¿Cómo se pasa de 180 millones (aunque ahora el presidente dice que ese valor inicial era para un simple mantenimiento) a 2.200? Como se explicó en la primera parte de este informe, el sistema bautizado como “giro específico del negocio” permitió a los administradores del proyecto contratar y subcontratar sin límite, derivar un contrato de otro hasta el infinito. Como las empresas contratadas no siempre estaban calificadas para cumplir la tarea que se les encomendaba, no tenían más remedio que seguir subcontratando. Cuando el gobierno dice 1.200 millones habla de los grandes contratos originales (aquellos que se firmaron con la surcoreana SK, con KBC, con la fiscalizador Worley Parsons) pero no incluye en su cuenta los otros, los que a partir de ahí fueron apareciendo.
2.200 millones. Construir una refinería nueva y más eficiente habría costado poco más o menos. ¿Quién es el responsable de este derroche? ¿Quiénes se beneficiaron de este desangre de la cuentas del Estado? La lista de los involucrados (ya sea porque negociaron contratos tan jugosos como improductivos, ya sea porque los autorizaron, ya sea porque no los fiscalizaron, porque los justificaron legalmento o porque tienen responsabilidad política en el caso), es bastante larga y va desde los empresarios vinculados al círculo de poder hasta la vicepresidencia de la República. Fernando Villavicencio no se cansa de repetir los nombres a quien quiera escucharlo. Pretender que la corrupción se agota en las figuras de Carlos Pareja Yanuzzelli y de Álex Bravo, como asegura el secretario jurídico de la presidencia Alexis Mera, es, simplemente, encubrir lo que no puede ser sino una corrupción sistémica.
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FERNANDO VILLAVICENCIO ES EL AUTOR DE LA INVESTIGACIÓN MÁS EXHAUSTIVA SOBRE LA CORRUPCIÓN EN REFINERÍA ESMERALDAS. AQUÍ, DURANTE LA ENTREVISTA QUE CONCEDIÓ A 4PELAGATOS.
El siguiente es un recuento sumario de las personas que, de acuerdo con los documentos que aporta Villavicencio, tuvieron vela en este entierro. No significa que sean culpables, pero cualquier intento serio por establecer la verdad en este caso debe pasar por investigarlos. Para empezar por el nivel más bajo, los empresarios.
Ahí están los primos Jaime y Juan Baquerizo. Jaime es el propietario de la empresa Oil Services and Solutions (OSS) que fue contratada, con autorización de Worley Parsons, para construir una planta de sosa gastada, tarea que enfrentó sin ninguna calificación técnica. Monto del contrato: 13,8 millones, para empezar. Luego vinieron al menos 15 contratos más por un total que supera los 30 millones. ¿Desde cuándo Jaime Baquerizo es dueño de OSS? Según la documentación de Villavicencio, desde apenas dos semanas antes de firmar el contrato. Con una experiencia de 15 días en esto de construir plantas de sosa gastada, es obvio que Baquerizo tenía que encomendarle el trabajo a otro. Ahí entra Armengol Cevallos, un viejo trabajador de la refinería Esmeraldas, con una serie de empresas tercerizadoras. ¿Y qué hacen? Importan los equipos, que son de la más alta tecnología. Ocurre que este tipo de plantas, que no se fabrican en el país, vienen hechas, se entregan en módulos y nomás hay que montarlas. Pues bien: en lugar de contratar con una empresa extranjera, directamente, la instalación de la planta, se decidió comprar los equipos y armarla en casa, lo cual salió costando casi el doble de lo que debería.
Ahí está Jorge Vivar, contratado por 27 millones para la construcción e instalación de las plantas Merox y Amina, cuyo cometido es reducir el nivel de azufre en los combustibles refinados. Se dirá que Jorge Vivar sí tenía experiencia en refinación pues llevaba años trabajando para la refinería Esmeraldas. Sí, pero como proveedor de personal. El resultado: refinería Esmeraldas produce hoy combustibles con mayor contenido de azufre que antes de la repotenciación (pero de esto ya se habló en la primera entrega de este informe).
Los nombres de las empresas que aparecen en los documentos de Villavicencio siguen y siguen y no paran de sumar.
Ramiro Luque cobró 38,1 millones para eliminar desechos tóxicos de la antiguas piscinas de la refinería. Tesca se adjudicó contratos por 163 millones, incluido uno para la construcción de tres tanques de almacenamiento cuyo valor se ha incrementado hasta el momento en 116 por ciento de lo presupuestado inicialmente, sin embargo de lo cual los tanques (y de esto van 4 años) no han sido construidos. No limit, relacionada con Álex Bravo, 130 millones; MMR Group facturó 110,4 millones para rehabilitar el sistema eléctrico de la refinería (cosa que no hizo cabalmente) y 67,5 millones para el sistema contra incendios; esta empresa fue contratada a pesar de que el colombiano Arturo Pinzón Domador, su representante regional, es tan angelito que está inhabilitado para hacer negocios con el Estado ¡en Venezuela! KBC fue seleccionada para implantar el “plan de mejores prácticas para el personal” que probablemente sea el más caro del mundo: 48,6 millones; entre ese y otros trabajitos, la empresa lleva facturando ya 149,3 millones. Hernández-Mancheno firmó por 52,5 millones para realizar los trabajos en el sistema eléctrico (sí, también) y no cumplió los términos del contrato. Geinco firmó por 4,9 millones de dólares para construir un laboratorio de control de calidad por el que terminó cobrando 48,7 millones. La lista sigue y sigue: Ditimaq, Veolia/Galileo, Sesmo, Sulzer, ICSSE… Contratos dentro contratos, montos que el gobierno no considera en su pálida cifra de 1.200 millones de dólares y que Fernando Villavicencio escruta con lupa.
Aquí es donde entra el grupo Azul, uno de los que más se ha beneficiado de esta feria de millones. El grupo Azul es de propiedad de los esposos William Philips y Mónica Hernández, la asesora presidencial que predica la abstención sexual entre los jóvenes. Philips pasó de pagar un impuesto a la renta de 5 mil dólares en 2005 a casi un millón en 2015. Según Fernando Villavicencio, Azul tiene con la fiscalizadora australiana Worley Parsons un acuerdo que le permite usar su imagen y firmar grandes contratos con Petroecuador. A los 135,1 millones que lleva facturados en refinería Esmeraldas hay que sumar los 205 millones que ganó en la refinería del Pacífico, también por trabajos de fiscalización y una cantidad no determinada en los proyectos Monteverde y Bajo Alto. El caso es que el grupo Azul no sólo fiscaliza el proyecto de repotenciación de la refinería sino que es el gran subcontratista de esta orgía de subcontrataciones.
Como fiscalizadora, el tándem Azul/Worley Parsons parece muy propenso a mirar para otro lado. Varios informes de Contraloría los acusan de graves omisiones en esta tarea. Fue esa dupla la que recomendó adjudicar el contrato de repotenciación de la refinería a la surcoreana SK a pesar de que, según la misma Contraloría, su oferta no cumplía algunos requisitos.
¿Quién es el responsable directo de todos estos contratos por parte del Estado? La mayoría los firmó Carlos Pareja Yanuzzelli, primero como gerente de refinación de Petroecuador y luego como gerente de la estatal petrolera. Según los cálculos de Villavicencio él firmó contratos por 1.300 millones de dólares. Él puso a Álex Bravo, hoy preso, al frente de la repotenciación de refinería Esmeraldas y en ese momento empezaron a multiplicarse en Panamá las empresas de papel como conejos. En esa época (año 2013) se constituyó Capaya. Pero esa es la parte conocida de la historia. Más aún: es la única parte de la historia que Alexis Mera quiere que conozcamos. Hay muchas otras cosas más que no se dicen.
No se dice, por ejemplo, que quien autorizó a su gerente de refinación Carlos Pareja a firmar contratos por montos superiores a los 100 millones sin ningún proceso licitatorio ni previa calificación de empresas fue el antiguo gerente de Petroecuador, Marco Calvopiña. Él y el directorio de Petroecuador: ahí estaban Wilson Pástor, Jorge Glas, René Ramírez y Andrés Donoso.
¿Cuál es el proceso? Fernando Villavicencio lo entiende al dedillo. Primero, Álex Bravo generaba un proyecto que precisaba de un contrato. Los términos de referencia de ese proyecto los validaba Worley Parsons/Azul. Luego se constituía una comisión integrada por los amigos de Pareja y Bravo: Christian Cevallos, Hugo Holguín, Augusto Baca, Édgar Ibarra… En sus manos quedaba la calificación de las empresas, es decir, decidían cuáles empresas entraban a concursar en petición de ofertas y cuáles no. Y claro, estaban también las autoridades del Servicio Nacional de Compras Públicas (Sercop). Ellas validaban la aplicación del sistema de giro específico del negocio y autorizaban la contratación.
Villavicencio cree que a esos responsables hay que sumar a quienes armaron el entramado jurídico que hizo posible todo esto. Alexis Mera a la cabeza. En segundo lugar, el procurador de Petroecuador, Mauricio Jaramillo Velasteguí, que fue asesor de Mera en la Presidencia y ya manejó, con idéntica modalidad, todos los contratos del Consejo de la Judicatura de transición: 478 millones en construcciones. Y otro de los abogados de Mera: Diego Racines, que según fuentes que Villavicencio mantiene en reserva intercedió por Álex Bravo cuando cayó preso en Tababela.
Y desde ahí a lo más alto: Jorge Glas. En todo este período él ha estado al frente de los sectores estratégicos. Si algún responsable político y administrativo tiene un proyecto tan descomunal como la repotenciación de la refinería Esmeraldas (nada menos que la empresa más grande del país) ese responsable es él. ¿Nunca se preguntó por qué un contrato de 4 millones terminaba costando 40? ¿O le parecía normal?
También están los que callaron: el contralor, Carlos Pólit, que pese a haber detectado irregularidades a lo largo de todo el proceso nunca quiso emprender una auditoría general. Y el fiscal Galo Chiriboga, que como ex ministro de Hidrocarburos estaba muy al tanto de las cifras que ahí se manejaban y ahora se abstiene de pedir la extradición de Jaime Baquerizo, indagado por cohecho y fugado del país. Si Baquerizo hablara, ¿qué tendría que decir? “El verdadero fiscal en este país –concluye Villavicencio– es Alexis Mera.
No, la corrupción en Petroecuador no es un caso aislado que se olvide con el sacrificio de dos chivos expiatorios. Basta revisar los 180 contratos descubiertos por Villavicencio hasta el momento para entender que esto es un problema estructural que involucra a decenas de personas. Basta observar la mansión que Marcelo Reyes, apenas un asesor de Carlos Pareja, pudo comprar en Cumbayá con su salario de funcionario público de tercera categoría para darse cuenta de que aquí se repartió plata a manos llenas y fue repartida entre muchos. Esto está por comenzar. Refinería Esmeraldas puede convertirse en el lava-jato de Rafael Correa.
Arriba, de izquierda a derecha: Rafael Poveda, Jorge Glas y Carlos Pareja Yanuzzelli durante la inauguración de la refinería Esmeraldas, el 17 de diciembre de 2015. Foto: Vicepresidencia de la República.
Primera entrega: Refinería de Esmeraldas, la cueva de Alí Babá
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