¡Cansados!

Publicado el 2016/11/12 por AGN

Diario El Mercurio

José Chalco Salgado

Sí. Ya estamos cansados. A esta altura, ni el olvidado discurso de las “manos limpias” -que por cierto, ya no lo dicen- aguanta la pesada corrupción.
Las denuncias sobre la descomposición política o corrupción en este Régimen no son pocas, aunque quizá en la lista final no se muestren en su volumen real. Pues, muchos funcionarios ahora pueden estar tildados, para suerte de éstos y de algunos aún entusiastas acólitos, como “ex” servidores. O sea, ya no son del Régimen. Ahora son “ex” funcionarios. Ya no están adentro del histórico proceso de la revolución. Ya se fueron los malos elementos del Gobierno, claro, y de una vez también, del país.

La lógica empleada en consecuencia: Ya no son parte del poder político, y como si no están en la revolución, no están en nada; de una vez, que se vayan no más del Ecuador. Sólo que se les olvidó algo: conforme el principio republicano de responsabilidad de los gobernantes, primero había que prohibir su salida del país, juzgarles y sancionarles aquí. No después. ¿Por qué? Porque se van, y ya no han de estar.

Unos están asistiendo a matrimonios eternos y lejanos (primo Delgado); otros caminan en libertad por la Argentina (Duzac); reflexionan para digerir nuevos cheques (Carrión); y también ejercen su doble nacionalidad en países europeos (Pareja Yasunelli). Hay quienes están un poquito más cerca. Casos sin solución como: Ex gobernador del Guayas Cuero, Chuky seven, Cofiec, radares chinos, helicópteros Dhruv, publicidad con empresas muertas, “Gran Hermano”, Palo Azul, sobreprecio de carreteras, refinería Esmeraldas, adjudicación de frecuencias radiales y contratos, Panamá papers, pativideos, narco valija y otros más.

Y es que la impunidad galopante no ha sido la excepción. La fiscalización ha estado ausente. Ni siquiera, pese a que se inventó un nuevo Poder del Estado para control de la corrupción, se pudo evitar y frenar la oscuridad del poder. Parece un cuento propio de las épocas absolutistas en donde únicamente el rey juzgaba y decía lo que el pueblo debía saber.

Las últimas denuncias en materia de petróleos asaltan cualquier esperanza que un día este Gobierno fundó en los ecuatorianos. De hecho, cuando llegaron al mando usufructuaron de un sentir que había perdido la esperanza en el ayer y la institucionalidad del Estado; viendo así la necesidad de apoyar a un proceso político que decía ser revolucionario para combatir la corrupción y “devolver la esperanza”.
Pero ya hoy la ilusión terminó. La corrupción suena en todas las esferas del poder. La velocidad que se imprime en la resolución de causas cuando se trata de la moral de nuestro Presidente, no se ha heredado para emplearla también en los procesos de corrupción. ¡Estamos cansados! (O)