lunes, 7 de diciembre de 2015

Ministro Serrano, la Policía no es su fuerza de choque

Señor ministro del Interior:
Ya no sorprende su versión sobre los hechos de violencia del pasado 3 de diciembre. Ya no sorprende oírlo mentir con una solvencia que sólo pudo haber aprendido de su jefe, el presidente de la República. Ya no sorprende verlo a usted representar con él, cada sábado posterior a una manifestación importante, el ridículo sainete del policía bueno y el policía malo: el presidente exigiendo más represión, más detenidos, menos tolerancia; usted llenándose la boca con aquello de “el uso progresivo de la fuerza”. Desde junio venimos asistiendo a este espectáculo de miseria.
Señor ministro José Serrano: no hay una sombra de verdad en sus palabras. En eso se parece usted al presidente. Ambos dan vergüenza. Ambos lo saben.
Dice usted que en la manifestación correísta frente a la Asamblea había “5 mil, 6 mil, 7 mil ciudadanos”. Quienes estuvimos ahí sabemos que no fueron más de quinientos en su mejor momento.
Dice usted que la Policía no actúa con dedicatoria. Lo que hemos visto, por el contrario, es la represión sistemáticamente dirigida hacia líderes sociales que, como Carlos Pérez Guartambel, acostumbran a manifestarse pacíficamente. ¿O han podido sus agentes con cámara de video captar alguna imagen, una sola, que demuestre lo contrario? Hemos visto a agentes consultando fotos para identificar a aquellos a quienes tienen que moler a palos. Hemos visto a los policías correr directamente contra personas predeterminadas aunque éstas no participen en actos de violencia. ¿No fue así la detención de Manuela Picq? ¿No es ésa la definición exacta de reprimir con dedicatoria?
Dice además, porque si a algo no le teme usted es al ridículo, que la rotura del pómulo de Carlos Pérez Guartambel, sus contusiones en hombros, pecho, piernas, brazos, espalda, en fin, las heridas que lo condujeron al hospital Eugenio Espejo vomitando sangre se explican porque “algún caballo le pasó golpeando” cuando un policía cabalgó a su lado. Los testimonios dan cuenta de cómo los policías montados lo siguieron hasta El Ejido y le pasaron por encima; y de cómo, después de eso, vinieron diez gorilas y lo molieron a golpes mientras le decían (esto es lo que él recuerda): “así que vos eres el dirigente hijo de puta, toma para que aprendas”. Y un video de El Comercio muestra cómo ese mismo grupo de gorilas lo arrastró por la 6 de Diciembre y lo dejó abandonado, desvanecido de dolor en la calzada.
Dice usted que la Policía hace un uso progresivo de la fuerza. ¿Arremeter contra una niña de 9 años que jugaba en El Ejido es parte de ese procedimiento? ¿Lanzarse contra un fotógrafo de El Comercio? ¿Acaso esa niña y ese fotógrafo representaban un peligro para la integridad física de sus agresores?
Usted, señor ministro, ha convertido a la Policía Nacional en una banda de matones. Una fuerza de choque especializada en la intimidación y el escarmiento. Porque si fuera verdad aquello del uso progresivo de la fuerza, si fuera verdad, por ejemplo, que Carlos Pérez puso en riesgo la integridad de los policías y por eso lo pegaron, entonces esa golpiza debió tener como objetivo reducirlo para detenerlo. Pero no: lo lincharon para para dejarlo botado en la calzada, ¡lo hemos visto en el video! Y no es el único caso, qué va: de un tiempo a esta parte es el procedimiento normal de la fuerza pública bajo su mando. No detienen: escarmientan. ¿Así actúa la Policía, señor ministro? No: así actúan los matones de barrio, así actúa la mafia y algún día tendrá usted que rendir explicaciones.
¿Es consciente, señor ministro, que la dimensión de las movilizaciones policiales dispuestas por usted en lo que va del año supera con creces, supera de manera inaudita cualquier otra que nuestra memoria alcance a recordar de gobiernos anteriores, incluidas las dictaduras militares? Consideremos, por ejemplo, el período de Febres Cordero, gobierno al que usted y los suyos no se cansan de acusar de represor y temerario. Y sí que lo fue, por supuesto, pero ni siquiera durante la guerra sucia contra Alfaro Vive Carajo, ni siquiera en los sueños más delirantes de Luis Robles Plaza, que ostentaba en esos tiempos el cargo que usted ahora ocupa, encontramos despliegues policiales que se acerquen a los que usted ha ordenado. Quienes crecimos en tiempos de dictadura militar y luego supimos de la represión en democracia de la mano de Febres Cordero conocíamos sólo de oídas, por las anécdotas que contaban nuestros mayores, las historias de guardias a caballo que repartían palo entre los manifestantes. Los policías montados arremetiendo contra los manifestantes, los policías en motocicleta arremetiendo a toda velocidad contra los manifestantes, los policías con perros arremetiendo contra los manifestantes… Eso nos lo ha enseñado usted, sólo usted, señor ministro del Interior José Serrano.
Ahora dice usted, lo dijo el sábado en ese contrapunto de vergüenza que mantuvo con su jefe, que está dispuesto a renunciar a su cargo si es preciso y salir a la calle para defender a los policías de las agresiones de los violentos. Usted es el funcionario operativo por excelencia de un gobierno que trastocó los principios democráticos a tal extremo que llegó a convertir los derechos humanos en una prerrogativa del Estado; un gobierno que ha usurpado esos derechos a los ciudadanos para adjudicárselos a sí mismo. ¿Se enteró usted, señor ministro, que en estos mismos días, en Barcelona, un grupo de Mossos d’Esquadra (la Policía del gobierno autónomo de Cataluña) fue obligado a indemnizar a un fotógrafo de prensa al que agredieron durante una manifestación? Mientras tanto aquí son los ciudadanos agredidos y detenidos por su Policía los que tienen que indemnizar a los uniformados. Y los fotógrafos golpeados, los niños golpeados, los dirigentes indígenas golpeados, a ésos ni siquiera los cuenta usted en su lista de heridos, que sólo incluye policías.
¿Hay violentos entre los manifestantes? Claro que los hay. Pero no son “doscientos, cuatrocientos”, como miente usted. Son una minoría y los conocemos todos. ¿No los conoce usted, señor ministro? ¿No sabe quiénes son, no sabe cómo operan? ¿Usted, que tiene a su disposición el aparato de inteligencia más impresionante que haya montado gobierno alguno en la historia de este país, lo desconoce? ¿Por qué no los detiene? ¿Acaso le conviene que sigan actuando para no perder el pretexto que le permite movilizar a miles de policías, sí, miles, para intimidar y escarmentar a los pacíficos? ¿Acaso le conviene que sigan actuando para que el aparato de propaganda de su gobierno pueda acusar indiscriminadamente a toda la oposición de ejercer la violencia? Usted se sirve de esa propaganda, señor ministro, usted se sirve de la mentira. Usted se sirve de videos como el que se presentó en esta misma sabatina, en el cual se afirmó sin mostrar una sola imagen de respaldo que Martha Roldós, Enrique Ayala, el asambleísta Patricio Donoso, el sindicalista Mesías Tatamuez “fueron con toda violencia contra la Policía”. ¿Alguien puede creer semejante desvergüenza? ¿Usted la cree? ¿Alguien puede imaginarse a cualquiera de los nombrados golpeando a policías? Claro que no, usted sabe que no es cierto. Pero se calla ante la mentira porque esa mentira lo justifica.
Por último, gracias a la filtración de un documento (porque un gobierno que hace aguas no puede sino estar lleno de filtraciones) nos hemos enterado que en la reunión para planificar la represión del 3 de diciembre, entre tantos funcionarios que no tendrían nada que hacer ahí, incluidos los de propaganda, participaron representantes del partido de gobierno. Nada nos sorprende, señor ministro. Ya sabíamos que su Policía no está en las calles como protectora de los ciudadanos, como protectora de todos, sino como fuerza de choque de su movimiento político. Esto supera con creces lo más infame que hayamos experimentado. Puesto a reprimir ciudadanos que se manifiestan en las calles usted es, señor ministro, peor que los dictadores militares. Usted es lo peor que esta generación ha visto.

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