viernes, 18 de diciembre de 2015

Diciembre cantando: ¿con bemoles, Presidente?

Según el Presidente, pasaremos diciembre cantando. Pero hay muchas preguntas que aguan la fiesta. Carta abierta de José HernándezMartín Pallares y Roberto Aguilar a Rafael Correa.


Señor Presidente,
Usted había prometido ser muy creativo en la coyuntura actual. La verdad lo ha sido. Tanto, que el país no alcanza a imaginar, como usted mismo reconoció en su última sabatina, todas las cosas que usted y su gobierno han hecho para tapar unos huecos con otros huecos. El año termina con una retahíla de buenas noticias sobre créditos e inversiones, pagos puntuales de deudas, aguinaldos y su alegre promesa de que “vamos a pasar diciembre cantando”.
Linda retahíla: su vicepresidente, de retorno de China, anunció que habrá un préstamo de $2.800 millones. Anunció también, en un comunicado, que la compañía Schlumberger invertirá y dará recursos a Ecuador por $4.900 millones. Esa empresa se hará cargo por 20 años del bloque petrolero 61, campo Auca, y debe entregar, para empezar, $1.000 millones. Usted, con aire triunfal dijo que, por primera vez en la historia, el país había pagado a tiempo un tramo de la deuda externa por $650 millones. Con el mismo entusiasmo navideño dio por descontado que los salarios del sector público, incluido el décimo tercero, serán honrados a tiempo. Lo mismo que el primer pago de la deuda con la Oxy, cuyo monto definitivo el país desconoce.
Por ahí empieza, señor Presidente, la perplejidad del país ante su nivel de creatividad.
Ya en enero, cuando usted volvió de China, su gobierno anunció créditos de ese país por $7.000 millones. ¿Cuánto de esa suma se hizo realidad? A mediados de junio ustedes anunciaron un desembolso de $500 millones. ¿Hubo más? Ahora prometen $2.800 millones. ¿Esos sí son seguros? En ambos casos el país lo ignora todo. ¿A qué estaban destinados esos recursos? ¿Están amarrados, como se ha dicho, a contratos que benefician solamente a empresas y bancos chinos? ¿Con qué condiciones se firmaron esos créditos? ¿Con qué garantías? ¿Qué compromisos adquirió el país a cambio de esos préstamos? ¿Cuál es la tasa de interés? ¿Volverá a ser del 7,5 por ciento como en los préstamos anteriores? ¿Por qué su gobierno no publica los términos de los acuerdos con la China que dice haber firmado?
El lunes, tras la firma del contrato con Schlumberger, el caudal de preguntas se incrementó. Para empezar, ¿por qué un acuerdo que compromete al país, sus recursos y sus finanzas, se firmó a puerta cerrada? ¿Por qué Schlumberger? ¿Por qué un contrato de esta magnitud fue resuelto a dedo, sin licitación ni concurso? ¿Qué fundamento legal o constitucional permite a su gobierno entregar un campo petrolero a una empresa privada extranjera por 20 años? ¿Cuál fue el criterio técnico que los llevó a establecer que la compañía cobre una tarifa de 26 dólares por cada barril de petróleo extraído? ¿Qué parte de los $4.900 millones comprometidos por la empresa es deuda? ¿Qué parte es inversión? Los especialistas pueden conocer algunas cifras de este caso, pero ¿cuándo, señor Presidente, presentará usted todas a los ciudadanos? ¿Cuándo, considerando el potencial del campo, sus reservas, la curva de declinación de su producción, haciendo sumas y restas, mostrará usted por qué este contrato es beneficioso para el Ecuador?
¿Es verdad que el acuerdo con Schlumberger es parte de la estrategia para pagar a la Oxy? ¿Y cuándo, señor presidente, revelará usted al país la fórmula de pago a la Oxy? ¿Ya se cerró el acuerdo? ¿En qué monto lo cerraron? Dijo usted que ya hay recursos para el primer pago. ¿Cuánto es? ¿Cuántos pagos más quedan pendientes? ¿De cuánto cada uno? ¿En cuánto tiempo? ¿Los pagará su gobierno o son parte de la herencia que dejará a los que vienen?
Usted casi se vuelve célebre en el mundo por haber puesto, presuntamente, al ser humano por encima del pago de la deuda externa. Asombra verlo ahora hacer lo contrario y jactarse de ello. ¿Por qué privilegió el pago de la deuda externa sobre el pago a los proveedores locales, cuando lo sensato habría sido cumplir con ambos? ¿De dónde salió el dinero para este pago? ¿De las reservas del Banco Central, como sugiere más de un especialista? ¿De los primeros $1.000 millones de Schlumberger?
Pasar diciembre cantando, como usted propone, implica tener el dinero para pagar los sueldos del sector público. ¿De dónde lo sacó? ¿También se ayudó con la plata de Schlumberger? ¿O saldrá de los préstamos chinos, en el supuesto de que llegue a tiempo un tramo de esa plata?
En una democracia, las respuestas a estas preguntas, que son elementales, se encuentran en documentos que son públicos. En su gobierno, que ha declarado la comunicación como servicio público, los ciudadanos están confrontados a una total opacidad administrativa. Documentos esenciales, como aquellos que se refieren a los temas planteados aquí, han sido secuestrados y convertidos en secretos de Estado. Los contratos que su gobierno ha firmado comprometen recursos del país e implican obligaciones de deuda que tendrán que ser pagadas por los ciudadanos. Parece inaudito que todo esto sólo sea conocido por usted y un puñado de sus funcionarios. Y que en lugar de generar certezas, ustedes conviertan la esfera pública en espacio de suposiciones y rumores, muchos de los cuales probablemente sean exagerados.
Señor Presidente: proporcionar esta información es lo que en cualquier democracia se conoce como rendir cuentas. Esa es su responsabilidad y su obligación legal. Eso y no hacer largas sesiones de anécdotas, canciones e insultos contra aquellos que preguntan.

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