sábado, 12 de diciembre de 2015

¿Se acuerdan de la tesis del Gran Ausente? ¿Esa según la cual con la aprobación de la reelección indefinida la figura de Rafael Correa se convertiría, a partir del 2017, en un fantasma con su siempre probable retorno a la Presidencia?
Pues bien, no hubo que esperar al 2017. Correa es, desde hoy viernes, en el Gran Ausente sin haberse ido siquiera.
La noticia la dio él mismo hoy durante una conversación con un grupo de periodistas de la provincia del Cotopaxi. Ahí amenazó con volver durante el próximo período presidencial, en el caso de que la oposición gane una mayoría incómoda para su sucesor en la próxima Asamblea Nacional.
La amenaza de Correa se sustenta en dos factores, según el mismo lo anunció: la muerte cruzada contemplada en la Constitución desde su concepción y la reelección indefinida aprobada por la Asamblea de los Colchones, hace pocos días. De esta forma, si hay una mayoría que “moleste”, entonces su sucesor podrá disolver a la Asamblea y convocar a unas elecciones generales donde, bingo, él podrá ser candidato. Claro, en su anuncio de hoy aclaró que todo esto con seguridad no ocurrirá porque en la oposición hay terror de que el vuelva. Fue el Gran Ausente hablando ya aunque no se haya ido a ningún lugar.
“Y si hay una muerte cruzada yo me podría presentar”, dijo no sin aclarar que toda esta posibilidad estaba contemplada cuando se pensó en enviar la “enmienda” de la reelección indefinida. “Hemos hecho las reformas adecuadas”, remató como quien no quiere ocultar astucia o viveza.
Con este anunció la ilusión de muchos ha muerto. Una ilusión que duró muy poco, porque parecía que aprobada la transitoria que lo excluye de las próximas elecciones habría al menos cuatro años sin su presencia. Pero no, la posibilidad de que sea candidato dentro de poco tiempo, incluso a costilla de la estabilidad de su sucesor que se supone será de su tienda política, está latente desde hoy.
Lo que ocurre es que Correa no quiere dejar el poder. Irse no está en sus planes y si su partida está contemplada es porque por detrás hay una triquiñuela que permite cambiarlo todo cuando él lo quiera.
Correa, además, es una persona que no cree en la democracia. Para él, si la oposición gana la mayoría en la Asamblea y le “molesta” a su sucesor hay que disolver la Asamblea. Claro, en su concepción del Estado, no tener el control de todos los poderes es algo inaceptable. Sin controlar absolutamente todo no tiene sentido gobernar. La monarquía es, sin duda, el único sistema que le calza.
Pero no solo es un ser carente de cualquier sentido democrático sino que es, además, profundamente perverso. Lo es con su posible sucesor, que se supone será de su partido, porque con la declaración de hoy dejó por sentado que no podrá gobernar libre de la sombra que habrá sobre él.
La declaración de hoy oficializa el nacimiento del Gran Ausente y deja sentado que quienquiera que lo suceda, incluso si es Lenin Moreno, tendrá que hacerlo con la respiración de Correa en la nuca.

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