martes, 22 de septiembre de 2015

¿Marxismo bolivariano?

ANTONIO RODRÍGUEZ VICÉNS


¿Cómo es posible, me he preguntado muchas veces, que los ‘ideólogos’ del 

‘socialismo del siglo XXI’ y la ‘revolución bolivariana’, que en la práctica no son más 

que simples voceros de los gobernantes populistas y autoritarios que en los últimos 

años se han impuesto como una devastadora plaga, pretendan conciliar pensamientos 

tan antitéticos y antagónicos, que corresponden a épocas, realidades, circunstancias y 

visiones distintas, como el liberalismo de Simón Bolívar y el comunismo de Carlos 

Marx? ¿Qué clase de identidad puede haber entre las ideas del caraqueño y el 

‘socialismo del siglo XXI’? ¿Qué afinidad puede encontrarse entre el liberalismo 

conservador del venezolano y el materialismo histórico del alemán? ¿Qué criterio tenía 

Marx sobre Bolívar? En enero de 1858, casi veintiocho años después de la muerte del 

caraqueño, preparó un artículo para The New American Cyclopedia, en el cual, al 

redactar una sintética biografía llena de vacíos, errores e imprecisiones, lo acusaba, 

sin olvidarse de mencionar “sus tendencias al despotismo”, por su afición a los 

homenajes y por frecuentes negligencias en sus campañas militares. La opinión de 

Marx fue crítica y peyorativa. “Era incapaz de todo esfuerzo de largo aliento -decía de 

Bolívar- y su dictadura degeneró pronto en una anarquía militar, en la cual los asuntos 

más importantes quedaban en manos de favoritos que arruinaban las finanzas 

públicas y luego recurrían a medios odiosos para reorganizarlas”. Algunos días 

después, el 14 de febrero de 1858, en carta dirigida a Engels, comentando las 

observaciones y reparos realizados al estilo de su artículo por Charles Dana, el 

coeditor de The New American Cyclopedia, Marx mencionó a Bolívar, negándose a 

compararlo con Napoleón Bonaparte, como el “canalla más cobarde, brutal y 

miserable…”. Ni con el tiempo cambió esos criterios. En su ‘Herr Vogt’, escrito entre 

febrero y septiembre de 1860, afirmó: “La fuerza creadora de mitos, característica de 

la fantasía popular, en todas las épocas ha probado su eficacia inventando grandes 

hombres. El ejemplo más notable de este tipo es, sin duda, el de Simón Bolívar”. El 

‘socialismo del siglo XXI’ ha sido convertido así en un bodrio, una inaceptable 

mezcolanza de sistemas de pensamiento contradictorios e incompatibles, expuestos 

con simpleza y mediocridad, no entendidos ni procesados, que demuestra la 

inexistencia de una doctrina propia, actual, estructurada y coherente. Esa falta de 

contenido se llena con gestos histriónicos, con símbolos populares, con figuras de 

personajes históricos emblemáticos, con cultos necrófilos, con un clientelismo 

irresponsable y con un discurso populista, autoritario, violento y desafiante, que 

auspicia la descalificación y el revanchismo. La pose y el insulto fácil y procaz 

terminan al fin sustituyendo a las ideas.

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