jueves, 17 de septiembre de 2015

EN MANOS DE NARCISO




MARTÍN PALLARES


SEPTIEMBRE 16, 2015
No lo dijo en son de broma. No fue como cuando trata de esconder alguna idea oscura en supuestos chistes, como esa vez que puso ese macabro “Heil Hitler” en su cuenta de Twitter.
No. Esta vez Rafael Correa lo dijo muy en serio, en tono más bien cercano al reclamo. “Cuiden la credibilidad del presidente que es el mayor tesoro que tiene la revolución”. Lo dijo molesto cuando uno de sus asistentes, durante la sabatina 441, dio una cifra que no coincidía con la que él estaba manejando. Y no conforme con haberse definido como “tesoro”, Correa afinó a renglón seguido su idea asegurando que “el país puede dividirse entre los que quieren a Correa y los que no quieren a Correa, pero toditos me creen…”.
Pero las lisonjas de Correa a Correa no fueron únicamente esas. Minutos antes, cuando presentaba imágenes en las que se veía a él mismo caminando por unos lugares inundados en alguna inundación de hace algunos años dijo, esta vez sí con cierto aire de broma, que el señor ese no era “Brad Pitt sino el Presidente”.
Con declaraciones de amor propio tan contundentes, resulta imposible no caer en la tentación de identificar a Correa con Narciso,el joven de la mitología griega que fue condenado por Némesis, la diosa de la venganza, a enamorarse de su propia imagen.
Que Correa sufra de un estado de enamoramiento febril consigo mismo seguramente no es mayor novedad. Felipe Burbano de Lara en una reciente columna ya describía, de alguna forma, este embelesamiento consigo mismo del Presidente. “A Correa le importa y preocupa más su popularidad, restregarnos en la cara sus datos, volver a gritar somos más, muchísimo más, antes que el drama de la patria a la que dice amar tanto”.
Pero si observar el evidente enamoramiento que consigo mismo tiene el Presidente no aporta mayor cosa, en cambio explorar lo que el narcisismo significa en la política (y por eso en nuestras vidas) seguramente lanzará alguna luz que pueda explicar el errático y muchas veces alucinante y alucinado comportamiento de Correa.
Jefrey Kluger, un escritor de la revista Time que se ha dedicado años a investigar el tema y que en el 2014 publicó el libro “El narcisista en la puerta de a lado”, sostiene que el Narciso político tiene al menos tres conductas que lo identifican. La más grave y destructiva de todas, dice en una entrevista, es su carencia de empatía, lo que hace que no sea capaz de percatarse de que con sus decisiones puede hacer daño a otros. “La mayoría de nosotros somos conscientes cuando lo que hacemos causa daño. Esto hace que dejemos de hacer esas cosas. El narcisista no tiene la habilidad innata para darse cuenta de que hace daño, y por eso carece de capacidad de remediar la situación”, sostiene Kluger.
Las otras dos características del Narciso político son, afirma, su sentimiento de superioridad que los hace creer que son son mejores que el resto y su idea de que tienen más derecho que los demás. “Los bebés tiene ese nivel de pensamiento. Es la razón por la que no solo se frustran cuando se les niega una galleta o el helado adicional que quieren, sino que se indignan porque no pueden creer en sus cerebros de bebés que se les niegue algo que quieren. Es la diferencia entre querer y necesitar lo que los narcisistas no entienden”, afirma Kluger.
El sicólogo, profesor de sicología y autor de libros Leon F. Seltzer sostiene por su parte en un artículo publicado en la prestigiosa Psychology Now que el político narcisista no solo que tiene un complejo de superioridad absoluta y una total carencia de sentido de culpa sino que, por atribuirse derechos que no tiene, normalmente termina corrompiéndose.
Las dos cosas que más desean los narcisistas es el dinero y el poder. Y mientras más mejor, sostiene Seltzer quien agrega que lo que típicamente los guía es la lujuria por el poder, el prestigio, el estatus y la autoridad.
Una de las características de los narcisistas es su sentido de que tienen derecho a decidir por los otros. En su opinión sesgada, asegura, se sienten con derecho a poseer lo que consideran que debe ser suyo. Por esto son muy vulnerables a la corrupción. Si no han llegado corruptos a los cargos, esas tentaciones normalmente los arrastra. Fácilmente pueden convencerse ellos mismos de que merecen todo aquello que reciben.
Además, la culpa no es un sentimiento que los adorna.
A pesar de los principios éticos que dicen profesar, estos políticos son “relativistas morales”, argumenta el especialista. Esto porque están convencido de ser excepcionales lo que les da el derecho a excluirse a sí mismos de las normas y los estándares que imponen a otros. Por ejemplo, el gay en el clóset normalmente va a aprobar leyes que restringen los derechos de los otros gays.
Además, los políticos narcisistas esperan ser tratados como seres superiores. Su habilidad para convencer a sus votantes de que ellos representan mejor sus intereses es lo que define su éxito.
Les gusta tomar decisiones, afirma Seltzer, que afectan nuestra calidad de vida: nuestra privacidad y libertades civiles, la educación que recibimos, la seguridad social, la guerras en las que entramos y hasta la comida que ponemos en nuestras mesas.
Son patológicamente mentirosos, arrogantes y grandiosos.
Otro experto, Russ Federman menciona, asimismo en Psychology Now, un tema que no es menos inquietante. Se trata de la relación que tiene esta conducta con la bipolaridad. Según este especialista, el 5% de quienes sufren de bipolaridad tienen un estado agudo de narcisismo.
Para Federman la bipolaridad y el narcisismo patológico al que llama Desorden de Personalidad Narcisista (o NPD por las siglas en inglés de Narcissistic Personality Disorder) no son lo mismo. El primero es un problema cuyas crisis se presentan esporádicamente, mientras que el segundo es crónico. Si el primero se puede prevenir con medicamento, el segundo solo con terapias. El mayor riesgo, dice, es cuando estos dos fenómenos se presentan al mismo tiempo. Es, de alguna forma, la perfecta tormenta.
¿Correa sufre de Desorden de Personalidad Narcisista o de bipolaridad? Es probable que ninguna de los dos. Como también es probable que sufra de uno de ellos. O de ambos.
Quizá este video ayude, el menos en algo, a dilucidar el tema.

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