martes, 1 de abril de 2014

La justicia fue lenta en el caso Duzac



Casi tres años han transcurrido desde que un banco en poder del Estado ecuatoriano, Cofiec, concedió un préstamo de $800 000 al argentino Gastón Duzac. Un crédito que se dio sin cumplir las mínimas garantías que se exigen a cualquier cliente que acude para solicitar este servicio bancario: Una operación que, desde sus primeras revelaciones, estuvo plagada de irregularidades que hacían presumir el cometimiento de un delito.
La prensa independiente, llamada por el presidente de la República corrupta, fue la primera que informó sobre este hecho. Y la primera reacción oficial, hay que recordarlo, fue desacreditar la información que salía a la luz pública.

Uno de los primeros mencionados, porque era el presidente del fideicomiso AGD-No más Impunidad, al que pertenecía el banco Cofiec, fue Pedro Delgado Campaña, quien resultó ser primo en segundo grado del presidente de la República. Y la defensa del Gobierno  incluyó la realización de un concurrido homenaje en el hotel Quito, en el que sobraron las alabanzas al funcionario, cerrando filas a su alrededor, rechazando cualquier tipo de insinuación que lo involucre en alguna irregularidad. De boca del propio presidente salió su molestia por el intento de vincularlo en este crédito irregular.
La Fiscalía ha determinado, mucho tiempo después, que  el funcionario  sí tiene responsabilidad en la concesión de ese crédito. Por eso ha solicitado y la Corte lo ha concedido, su detención inmediata, así como la del beneficiario Gastón Duzac, el cuñado de Pedro Delgado y dos funcionarios más. También hay 12 procesados más, que no tienen orden de detención, pero  tienen  medidas sustitutivas.
El caso Duzac se reactiva ahora y aunque Delgado y Duzac ya no están en el país, la Fiscalía mantiene el discurso que ambos podrían cumplir las penas que les imponga la justicia ecuatoriana. Tarea difícil. La lección que se debe sacar a limpio de este caso es que el poder político debe mantenerse alejado de las investigaciones judiciales y que el Gobierno debe dar todas las garantías para que se llegue a determinar a los autores del cometimiento del delito que se investiga.  Cerrar filas para defender a un funcionario público atenta al objetivo de la justicia de encontrar responsables. O la retarda, por decir lo menos, como ha ocurrido en este caso.  La justicia que llega tarde, no es justicia, se suele decir. Y en este proceso ha pasado demasiado tiempo y se protegió a un sospechoso que solo ahora, cuando ya no tiene ningún apoyo político, puede ser procesado y puesta una orden de prisión en su contra por este caso. El Estado, como tal, sigue perjudicado. Son $800 000 que se han perdido y no hay la certeza que se puedan recuperar. La tarea de la Fiscalía es  profundizar las investigaciones y determinar si hay otros casos más, que podrían ser de igual o mayor perjuicio a los fondos públicos.

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