martes, 8 de abril de 2014

Defensa de la dignidad



Por: Cristina Burneo Salazar*
Tenemos que firmar. Tenemos que defender nuestra posibilidad de protesta porque necesitamos la convicción de que la sociedad civil puede resistir frente al abuso de poder. Debemos actuar, aun contra el escepticismo que nos provoca el empobrecimiento de la política en este país.
La iniciativa Yasunidos debe ser apoyada sin reservas por su causa fundamental, pero también porque reivindica la acción colectiva. Los miembros de Yasunidos, Julio César Trujillo, las personas que recogen firmas, demuestran que la acción íntegra es posible en los tiempos más oscuros.

En la situación política que enfrentamos, el Estado no se ha detenido en su plan extractivista,  pese a que  dicho plan  puede provocar  un genocidio. Frente a esos hechos que serán juzgados por la ciudadanía y a escala internacional, los funcionarios del Estado ecuatoriano han decidido guardar silencio.
El 15 de agosto, cuando Ecuador anuncia al mundo que le ha fallado, vemos por TV cómo una sombra de pesar cae sobre el buró político que acompaña a la fracasada lobbista Yvonne Baki. “No se pudo” recolectar la suma necesaria para mantener el petróleo bajo tierra.
El ambientalismo se organiza. El colectivo Yasunidos emprende en una valiente iniciativa para recolectar 584 000 firmas que legitimen un llamado a consulta popular. La pregunta: “¿Está usted de acuerdo en que el gobierno ecuatoriano mantenga el crudo del ITT, conocido como Bloque 43, indefinidamente bajo el suelo?”
A inicios de marzo, la pregunta y los formularios de Yasunidos son falseados, objetos de un boicot. En alguna oficina, alguien recibe dinero por idear este vulgar golpe. El colectivo exige al CNE que intervenga. También se ven obligados a pedir que ni Domingo Paredes ni Correa emitan opiniones a este respecto, pues entorpecen el carácter democrático de la iniciativa.
Más adelante, David Mármol es interceptado por la guardia presidencial porque baja el pulgar. Es detenido y golpeado. El poder, en su desesperación, envía a un periodista de “El Ciudadano” a la rueda de prensa de Mármol, quien aparece acompañado por el intachable Raúl Moscoso. El periodista comete un error al evidenciar que tiene información que los medios no oficiales desconocen: Mármol estaba detenido en el Itchimbía. Al verse confrontado, el periodista se confunde. El boicot muestra sus costuras.
Se ha usado el petróleo para garantizar el presupuesto del Estado y para solventar los contratos con China. Para eso, han violentado a los pueblos ancestrales del Yasuní. Están destruyendo el hábitat. Nos exhiben las lágrimas del 15 de agosto pasado. Solo que no nos las creemos. Tenemos que firmar porque están socavando nuestra capacidad de indignación.
Al firmar, estamos afirmando que es más importante la vida. Estamos exigiendo que el extractivismo no sea la única alternativa, por inexorable que parezca. Al firmar, estamos defendiendo a nuestro propio país de un genocidio. Lo terrible, lo que espanta, es que tenemos que defender a nuestro pueblo de nuestro Estado.

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