jueves, 17 de abril de 2014

El milagro ecuatoriano



Jeanette Hinostroza
Correa estuvo en Harvard y Yale hablando de un supuesto milagro ecuatoriano.  Habló de la reducción de la pobreza, de la construcción de obras de infraestructura y del proyecto de cambio de matriz productiva.   Lo que no detalló es que, para generar todo este proceso de cambios, ha tenido que endeudar en casi $7 000  millones al país con China pagando en promedio un 7% de interés; tampoco contó que el Gobierno decidió gastar todos sus ingresos; y que la falta de recursos, en un país con bonanza petrolera, expone a que los jubilados tengan que recibir bonos del Estado en vez de dinero para su vejez.  

 El presidente Correa declaró que aceptó un nuevo préstamo del Banco Mundial porque supuestamente viene sin ningún tipo de condicionamientos para el país, pero la verdad es que el dinero escasea, que ya no tenemos para pagarle tanto interés a los chinos y necesitamos seguir endeudándonos para financiar todos los gastos que el Gobierno – Estado asumió.
Por eso Correa ha tenido que hacerse de la vista gorda, tragarse todo lo que ha dicho sobre los organismos de financiamiento internacional, sacar su mejor sonrisa y volver a golpear la puerta del Banco Mundial; ojalá sea cierto eso de que no se dejó imponer condicionamientos y logró negociar este crédito mejor que en el pasado. Si después de haber vivido una histórica de bonanza, el milagro necesita plata prestada para producirse, no es milagro. 
Yo soy una fanática del tema educativo y, sin estar de acuerdo en todo, reconozco que el Gobierno ha hecho cosas muy interesantes en la materia, pero ahí tampoco se puede hablar de un milagro.   Destaco las becas internacionales y tengo mucha expectativa sobre la creación de cuatro nuevas Universidades ecuatorianas especializadas en temas de investigación, educación, ambiente y artes, temas usualmente olvidados por las Universidades tradicionales y que ojalá abran nuevos campos de trabajo y desarrollo.   El cierre de las Universidades de garaje también fue un acierto.  Sin embargo la intervención de las Universidades estatales se ha manejado políticamente perjudicando a miles de estudiantes que presionan para que  se cumpla la ley y para que les brinden una educación de calidad.  La Universidad de Guayaquil es un ejemplo del caos, pero prefiero mencionar a la Universidad de Esmeraldas en donde se demoraron más de un año en decidir su intervención a pesar de las pruebas sobre los abusos en los cobros y la pésima calidad educativa. Cuando la política se mezcla con la educación la transformación se demora y el milagro nunca llega.   
 Vale la pena preguntarse si es acertada la creación de nuevas Universidades cuando la calidad de la educación básica todavía es deficiente;  lo ideal sería que de las escuelas y colegios estatales salgan miles de alumnos que cada año entren a los viejos y nuevos centros de educación superior en busca de un título que luego les signifique un buen trabajo.  Pero la realidad es que siguen siendo los alumnos de los llamados colegios emblemáticos y privados quienes en su mayoría logran pasar los exámenes que hoy acertadamente toma el Senecyt y entran a la Universidad.  Tampoco se puede hablar de un milagro cuando las libertades están afectadas, en esa materia Ecuador está haciendo méritos para ser un caso de estudio.

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