miércoles, 25 de diciembre de 2024


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El pueblo ecuatoriano debe alzarse con la fuerza de su dignidad y cerrar para siempre el capítulo nefasto del correísmo mafioso. En las urnas, tenemos la responsabilidad histórica de enterrar a quienes han convertido la política en un negocio sucio, saqueando los recursos de la patria y dejando tras de sí un legado de corrupción, mentiras y cinismo. Rafael Correa y su caterva de ladrones deben enfrentar el juicio inapelable de una nación que ya no tolera la impunidad ni las cadenas del autoritarismo.
No podemos permitir que quienes traicionaron nuestra confianza, arruinaron nuestras instituciones y pisotearon nuestra democracia vuelvan a tener poder alguno. La historia nos enseña que el silencio ante la injusticia es complicidad, y hoy más que nunca debemos gritar con nuestros votos que Ecuador no se arrodilla ante corruptos.
Es momento de poner el último clavo en el ataúd político de Correa y su banda, para que su memoria quede como un recordatorio de lo que jamás debe repetirse. La patria nos exige firmeza, valentía y un compromiso absoluto con la verdad, la justicia y el futuro de las próximas generaciones.

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