Que se sepa, no hay movimiento alguno de ciudadanos descontentos con la dolarización que cumple 20 años. Hay, sí, algún puñado de políticos que claman por el retorno a la soberanía monetaria expresada en sucres (seguramente), de esos que los gobiernos devalúan, licuando patrimonios y salarios, para pagar sus promesas populistas. Esos defensores, adoradores del Estado dirigista, son los mismos que defienden el socialismo, con dictadura del proletariado o con caudillo autoritario, pero no atinan a decir dónde el socialismo que pregonan ha creado riqueza. La dolarización es, entonces, un bien y así es percibida por la opinión mayoritaria del país.
Que se sepa, tampoco hay movimiento alguno de ciudadanos que clame contra la paz con Perú, firmada el 26 de octubre de 1998 en Brasilia. Una paz que no querían todos aquellos partidarios de mantener la herida abierta, como la teorizó el socialcristianismo. Batallaron, se opusieron, tildaron a sus promotores de traidores, de no querer recuperar lo perdido antaño con Perú… Pero plegaron ante la necesidad de voltear esa página que colmaba la parte esencial del trabajo de la Cancillería, tenía movilizadas y en ascuas las Fuerzas Armadas y cercenaba parte del comercio exterior; es decir, de la posibilidad de desarrollo para el país.
La dolarización, que partió la historia económica del país, es celebrada por los ciudadanos. Y también celebran la paz con el Perú que se convirtió en el hecho más importante de la historia internacional del Ecuador. Las dos decisiones fueron tomadas por el mismo presidente: Jamil Mahuad. Se puede discutir, como algunos hacen en Guayaquil, quiénes promovieron la dolarización. E incluso quiénes fueron las madres o padres de esa idea. El hecho cierto es que no se celebrarían los 20 años de dolarización si Mahuad, como presidente de la República, no hubiera tomado la decisión.
La paradoja no puede ser mayor: dos de los hechos más importantes de la historia del país, los dos que le han dado más estabilidad y desarrollo a Ecuador, fueron producidos por un presidente que fue derrocado el 21 de enero del 2000 y que aún vive refugiado en Estados Unidos y con una condena a cuestas: por el congelamiento bancario del 11 de marzo de 1999 que él decretó, una jueza le impuso, en 2014, 12 años de cárcel que fueron reducidos, en 2017, a ocho años por la Corte Nacional.
Su historia aún no se cuenta y eso solo retrata la desconexión que hay en Ecuador entre la academia y la contemporaneidad. Se ha escrito, es verdad, sobre la historia de la paz con el Perú y entre los libros sobresale “Así se ganó la paz”, de 564 páginas, del excanciller, y protagonista del evento, José Ayala Lasso. Con motivo del vigésimo aniversario de la paz, La Cancillería publicó un libro titulado “Veinte años: en paz y desarrollo” en el cual incluyó un amplio texto de Jamil Mahuad. Sin embargo, de la historia del ex presidente solo hay fragmentos con visiones dispersas. El ex presidente Hurtado consignó recientemente la suya en el libro que le dedicó Nick Mills.
Mahuad gobernó Ecuador en condiciones realmente difíciles: barril de petróleo a 7 dólares, una inflación por encima del 60%, graves consecuencias del fenómeno de El Niño, dificultades extremas que lo llevaron a un acuerdo de ajuste con el FMI, bancos en bancarrota y un salvataje bancario cuyo costo humano, social y financiero fue inmenso. El costo político de todo esto se agravó, hasta su caída, cuando el banquero Fernando Aspiazu, presidente del banco del Progreso, dio a conocer que había puesto 3.1 millones de dólares para financiar su campaña electoral.
En la entrevista Mahuad habla sobre el proceso judicial en su contra: “Me han investigado 20 años, no han encontrado un centavo mal habido. Me acusaban de firmar un decreto, hasta hoy. Y sin embargo de que era un acto de política (...) lo consideraron un acto delictivo”. | CNN
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Mahuad cometió muchos errores políticos, sin duda. No obstante, su nombre y sus decisiones presidenciales quedaron vinculados, en forma indisoluble, a los banqueros involucrados en delitos que, hasta hoy, trotan en el imaginario social. Por razones obvias. Sus decisiones han sido examinadas y juzgadas en ese contexto. El correísmo reabrió el caso y Rafael Correa lo volvió a usar políticamente. Entrevistado por CNN, Mahuad dijo que lo han investigado durante 20 años y “no han encontrado un centavo mal habido”. Lo han acusado, dijo, de firmar un decreto Ejecutivo y que nadie ha dicho “aquí está el dinero que el Presidente cogió». Su caso sigue, en casación, en la Sala Penal de la Corte Nacional de Justicia. ¿Sabe el país qué hacer con Jamil Mahuad?
Foto: diario El Universo.
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