CENSURA DEL “GOBIERNO DE TODOS” A TRAVÉS DE SU CANCILLERÍA AL PENSAMIENTO ANTIIMPERIALISTA Y DE DEFENSA DE NUESTRA SOBERANÍA DE JOSÉ PERALTA
Mediante memorando de 26 de agosto de 2019, dirigido a sus representaciones diplomáticas en varios países, el Ministerio de Relaciones Exteriores y Movilidad Humana con el pretexto de “actualización de información en páginas institucionales”, les informa que se ha procedido “a quitar los enlaces” en internet de tres libros publicados por la cancillería en la gestión del gobierno anterior, ordenándoles “retirar estas publicaciones y/o sus enlaces, de ser el caso, de las páginas electrónicas de sus respectivas Misiones y disponer a los Consulados a su digno cargo que actúen en igual sentido”.
Las incómodas publicaciones que claramente no comulgan con su actual política internacional son el folleto 8 años de Diplomacia Revolucionaria de autoría de la Dirección de Comunicación Social del MREMH, La CIA contra América Latina de Jaime Galarza Zavala, Francisco Herrera Aráuz y Philip Agee que figuran en la portada como coautores y, el tercero, La esclavitud de la América Latina de José Peralta, uno de los cancilleres más emblemáticos que ha tenido el país por su destacada actuación en defensa de la soberanía nacional y por su inclaudicable lucha en pro del legado bolivariano de la integración latinoamericana.
Resulta impresionante que en pleno siglo XXI sigan funcionando en el Ecuador instituciones públicas inquisitoriales que, sin ningún escrúpulo, atenten contra la libertad de expresión y la difusión de nuestro patrimonio nacional intangible. La Cancillería ha procedido casi como los torquemadas de siglos anteriores al coartar la circulación de obras que esclarecen y dan dignidad a nuestra historia. Es de suponer que si quedó algún remanente de ejemplares de esos libros, haya sido lanzado a la hoguera. No entienden, como lo ha demostrado la historia, que el fuego o censuras no eliminan las ideas, al contrario, de sus cenizas o torpes prohibiciones, como el ave fénix, renacen y se esparcen con más fuerza.
Para José Peralta (1855‒1937), viniendo del gobierno que hoy nos desgobierna, ese malhadado memorando antes que una censura constituye un galardón, una condecoración más a su larga trayectoria de luchador por la transformación y regeneración de nuestra sociedad. Y si así proceden es porque su pensamiento sigue vivo, porque les asusta que siga despertando conciencias. Además, prohibiciones, excomuniones y censuras a sus escritos los soportó en vida, junto con encarcelamientos, destierros y confinamientos. La dictadura de Veintimilla lo encarceló en 1877 y lo confinó en 1878; García el pequeño, como le apodaban al exterminador de liberales José María Plácido Caamaño, igualmente lo hizo en 1888. En 1888‒89, periódico que fundaba ‒La Libertad, La Verdad, La Razón, La Época‒ era al poco tiempo prohibido por el obispo León de Cuenca. También en 1889 por orden del arzobispo Ordóñez, basándose en el informe de González Suárez, se prohíbe la circulación y lectura de El Constitucional, con excomunión incluida y circular del ministro del Interior Laso a todas las gobernaciones para que la excomunión y censura sean estrictamente cumplidas.
Después, en plena contrarrevolución contra el radicalismo, Carlos Freire Zaldumbide ordena su encarcelamiento y destierro en 1911. A su regreso al país, le dura poco la estadía, pues el Judas de la revolución liberal, Leonidas Plaza Gutiérrez, lo hace apresar en 1912 y lo destierra en 1913. Y, finalmente, cuando frisaba los 72 años, el dictador Ayora ordena su destierro en 1927. Precisamente durante este último ostracismo escribe en Panamá La esclavitud de la América Latina, tema que lo había empezado a tratar en sus artículos que publica regularmente en el diario quiteño El Día. Es desterrado con el fin de evitar críticas al gobierno y especialmente a la Misión Kemmerer, de visita en el país y de gira por Latinoamérica imponiendo sus políticas en beneficio del águila del Norte, tal como ahora lo hace el FMI.
Resulta doblemente meritorio que su voz altiva contra el imperialismo que desde hace más de un siglo entierra sus garras al sur del río Grande, haya despertado el temor y la prohibición de dos gobiernos parecidos: el de Ayora y el de Moreno. El temor a su pluma de fuego e ideas precisas con que denuncia atropellos, corrupción, políticas entreguistas y abusos de gobernantes de mala calaña, por lo visto permanece latente.
Que en el 2019 se trate de silenciar su pensamiento, con el torpe argumento de “actualización de información en páginas institucionales”, en fin de cuentas demuestra eso. Molesta a la política de sumisión al Imperio que con sus escritos siga dando batalla, que sigan vigentes sus denuncias y prevenciones realizadas hace casi un siglo. Que desenmascare la verdadera esencia de la política yanqui y del uso que el país del Norte hace de mandatarios genuflexos a favor suyo, sin importarles un bledo las desgracias que con eso siembran en sus pueblos. Que siga enarbolando la bandera del bolivarianismo integracionista opuesto al monroísmo en cualquiera de sus variantes. Y hasta de prevenirnos de antiguos afanes por despojarnos de Galápagos, o al menos usar las islas a su conveniencia, lo que les traerá a su mente, porque está fresco en la memoria, la estupidez dicha hace poco por el ministro de Defensa, que esas islas son portaviones naturales. Increíble pero cierto que eso haya salido de la boca de quien más que nadie debe defender la soberanía de nuestro país.
Si creyeron silenciarlo, equivocaron el camino. Su pensamiento cada vez encontrará más adeptos en la defensa de la soberanía nacional, en la toma de conciencia que no se deben elegir más presidentes fantoches en nuestras patrias. Y más que nada, la urgente tarea de forjar la unidad latinoamericana, el bolivarianismo en acción predicado por lo mejor del pensamiento latinoamericano en los últimos dos siglos, como única alternativa para sobrevivir como pueblos dignos.
Como a la Cancillería ecuatoriana no le queda sitio para difundir lo mejor de nuestro pensamiento patriótico, nos parece justo poner a disposición del público el libro censurado por ese remedo de inquisidores de nuestros días.
Léelo y aprehende. Y si después de ello tu opción es la de ciudadano digno de la Patria Grande, no de los sumisos al Imperio, difúndelo para despertar más y más conciencias que fructifiquen en la construcción pendiente de la patria latinoamericana, de Nuestra América, como gustaba llamarla José Martí.
César Albornoz
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